Cultura y pol¨ªtica en la campa?a electoral francesa
?Y la cultura? Hasta ahora ninguno de los candidatos a la presidencia de la Rep¨²blica Francesa ha dicho nada novedoso o bien articulado sobre la cultura. Eso, en Francia, el pa¨ªs de la "excepci¨®n cultural", que se invent¨® la necesidad de crear un ministerio para ocuparse de las obras del esp¨ªritu, en el que todos los pol¨ªticos tienen que haber escrito un libro, es grave. O no tanto, porque casi nadie echa en falta que la socialista S¨¦gol¨¨ne Royal, el liberal Nicolas Sarkozy o el centrista Fran?ois Bayrou digan qu¨¦ piensan hacer con el teatro, el cine, la danza o la pintura. El centrista es de los pocos que se arriesga a revelar algo de su ideario: "El ministerio tiene que promover una cultura popular y no una cultura de masas". Bayrou desconf¨ªa de los "cultureros", de los profesionales del sector, que viven en un universo cerrado y endog¨¢mico.
Si los pol¨ªticos apenas hablan de cultura, los "cultureros" s¨ª hablan de pol¨ªtica
El ultraderechista Le Pen est¨¢ en su papel cuando estima que "la misi¨®n del ministerio es ocuparse del patrimonio y no de la creaci¨®n". Como m¨ªnimo, ah¨ª hay coherencia. En cambio, el liberal Sarkozy se revela como un nost¨¢lgico de la vieja televisi¨®n de Estado: "?Qu¨¦ teatro vemos hoy en los canales p¨²blicos? ?Qu¨¦ conciertos? ?D¨®nde est¨¢n las verdaderas emisiones literarias?". Y constata una verdad como un templo -"la democratizaci¨®n cultural ha fracasado"- pero no propone otra soluci¨®n que el retorno al pasado. S¨¦gol¨¨ne es inasequible al desaliento. "Democratizar la cultura sigue siendo la prioridad", y para lograr levantar el "fracaso" del que habla Sarkozy, recurre a la escuela. "En la regi¨®n que presido he creado un puesto de animador cultural en cada instituto". Ya s¨®lo faltan clases de mimo y macram¨¦.
La ecologista Dominique Voynet, como Le Pen pero al rev¨¦s, es coherente con lo que representa: "Si el dinero del ministerio s¨®lo sirve para renovar el patrimonio y no para impulsar la cultura viva, entonces es una instituci¨®n que no cumple con su objetivo". Y la comunista Marie-George Buffet propone "una televisi¨®n p¨²blica dirigida por los propios asalariados, los usuarios y los diputados". Uno no sabe muy bien qu¨¦ pintan ah¨ª los diputados, como no sea que la pobre Marie-George est¨¦ ya pensando en su futuro empleo.
Con De Gaulle y Mitterrand bastaba con ver quien pon¨ªan al frente del ministerio para saber qu¨¦ iba a pasar. El general eligi¨® a Andr¨¦ Malraux para el cargo, el socialista le cedi¨® el puesto de manera casi definitiva a Jack Lang. Y los dos marcaron el oficio, para bien o para mal.
Pero si los pol¨ªticos apenas hablan de cultura, los "cultureros" s¨ª hablan de pol¨ªtica. Y lo hacen sirvi¨¦ndose de medios de comunicaci¨®n populares, como lo es el c¨®mic. Un periodista -Philippe Cohen-, un guionista -Richard Malka- y un dibujante -Riss- se han asociado para hacer La face karch¨¦e de Sarkozy, la mejor biograf¨ªa hasta ahora publicada del candidato de la UMP. El libro describe muy bien la t¨¦cnica utilizada por el personaje para ir conquistando m¨¢s y m¨¢s poder, sus traiciones, sus habilidades, su cinismo y, de pasada, desmonta ciertos mitos, como el de la infancia dif¨ªcil y pobre del caballero. S¨¦go, Fran?ois, papa et moi son 224 p¨¢ginas en blanco y negro hechas por Olivier Faure, jefe de Gabinete de Fran?ois Hollande, primer secretario del PS. La calidad del dibujo es discutible pero no la precisi¨®n con que se cuenta el c¨®mo S¨¦gol¨¨ne Royal logr¨® hacerse proclamar candidata socialista cuando, en principio, lo ten¨ªa todo en contra. Adem¨¢s, Faure nos propone un retrato indirecto de las ¨¦lites socialistas, de sus casas de veraneo y sus ferraris. Casi, casi una novela.
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