Una mala historia que evita un p¨¦simo trance
La historia de lo ocurrido con De Juana Chaos es una mala historia. Como lo son ante la opini¨®n p¨²blica todas las historias que se mueven no en el terreno de las convicciones ¨¦ticas o de los argumentos jur¨ªdicos, sino en el de las responsabilidades pol¨ªticas. Son historias dif¨ªciles de explicar, faltas de hero¨ªsmo y de atractivo. Historias que causan confusi¨®n entre los ciudadanos porque son inc¨®modas de aceptar. Y sin embargo, son historias que sirven para evitar situaciones p¨¦simas, a las que habr¨ªa que hacer frente si no se las atajara con sensatez y con responsabilidad.
De Juana Chaos es un personaje que congrega, probablemente, m¨¢s aversi¨®n que ning¨²n otro en la sociedad espa?ola, un asesino al que parece que se le ha otorgado un trato innecesariamente considerado. Pero como se ha repetido hasta la saciedad, De Juana no estaba ahora en la c¨¢rcel por sus asesinatos, sino exclusivamente por un delito de amenazas y enaltecimiento del terrorismo, vertidos en dos art¨ªculos de prensa, con una condena de tres a?os, de la que, adem¨¢s, ya ha cumplido la mitad.
?ste es un elemento imprescindible de esta historia. Primero, porque hace que sea legal decidir que pase el resto de la pena en su casa. Segundo, porque si estuviera cumpliendo ahora la condena por el asesinato de 25 personas es casi seguro que el Gobierno no hubiera considerado que ten¨ªa la misma autoridad moral para su traslado fuera de la c¨¢rcel, al margen de cualquier argumento humanitario y de cualquier posibilidad legal.
Lo que hace tan confusa esta historia es que De Juana Chaos est¨¢ llevando a cabo una huelga de hambre para reclamar su puesta en libertad. Si se hubiera decidido su prisi¨®n atenuada en otras circunstancias, m¨¢s normales, es posible que todo el mundo lo hubiera aceptado con m¨¢s calma porque, en definitiva, se trata de un a?o por un delito de amenazas. Pero tambi¨¦n es posible que el Gobierno ni tan siquiera se lo hubiera planteado si no estuviera por medio, precisamente, esa huelga de hambre. Esa es la realidad y resulta absurdo esconderla.
La muerte de De Juana Chaos, en una huelga de hambre que no fue decidida por ETA sino por el propio interesado, hubiera acarreado, sin duda, un nuevo brote de extrema violencia en el Pa¨ªs Vasco, quiz¨¢s un atentado de la organizaci¨®n terrorista, en unos momentos en los que se supone que puede estar reexaminando su posici¨®n cara al futuro, por muy dif¨ªcil que lo haga creer la repugnante reacci¨®n de los abertzales que le recibieron ayer como un h¨¦roe. Por eso, es muy posible que el Gobierno haya reaccionado de acuerdo con la famosa disyuntiva entre la convicci¨®n y la responsabilidad. Cualquier Gobierno democr¨¢tico tiene autoridad moral para tomar una decisi¨®n semejante y para optar, siempre que sea compatible con el Estado de derecho, por lo que considera como un mal menor para el conjunto de la sociedad.
Y lo sensato, en cualquier pa¨ªs medianamente razonable, es que la oposici¨®n parlamentaria, ante una decisi¨®n tan dif¨ªcil, mantenga su discrepancia en t¨¦rminos discretos. No es de recibo que la oposici¨®n niegue, de cuajo y por sistema, cualquier autoridad moral al Gobierno elegido en las urnas. Si el PP rechaza la disyuntiva, dentro de la ley, entre convicci¨®n y responsabilidad pol¨ªtica, si niega que un Gobierno tiene autoridad para tomar este tipo de decisiones, estar¨¢ proclamando que, en su caso, har¨¢ prevalecer siempre una sobre la otra. Y dar¨¢ miedo, porque estar¨¢ presentando una alternativa intransigente e inclemente, dispuesta a hacer pagar a los ciudadanos su convicci¨®n de que se puede prescindir de la responsabilidad. ?Es ese su programa? ?Eso es lo que cabe esperar si regresa al Gobierno?
Conste tambi¨¦n que la responsabilidad pol¨ªtica de un Gobierno la encarna su presidente y no uno de sus ministros en particular. La intervenci¨®n, ayer, del ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, fue meritoria y argumentada. Pero llamaba la atenci¨®n su apelaci¨®n al "yo": "he decidido", "he pensado", "he valorado". Ser¨ªa francamente lamentable que alguien creyera que puede reducir todo este asunto a una simple decisi¨®n ministerial. solg@elpais.es
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