El rey de la tragicomedia
Ganador del Premio Nobel de Literatura y de dos premios nacionales en Estados Unidos, Saul Bellow escribi¨® tantas novelas cortas como largas. Carpe diem y Mueren m¨¢s por desamor son una muestra de su maestr¨ªa en ¨¦pocas diferentes. El escritor, de origen jud¨ªo, es uno de los que con mayor precisi¨®n explora la insuficiencia de lo contempor¨¢neo para dar salida al exuberante potencial de generosidad que habita en algunos seres.
CARPE DIEM
Saul Bellow
Pr¨®logo de Cynthia Ozick
Traducci¨®n de Benito G¨®mez Ib¨¢?ez
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2006
192 p¨¢ginas. 16 euros
MUEREN M?S POR DESAMOR
Saul Bellow
Pr¨®logo de Martin Amis
Traducci¨®n de Benito G¨®mez Ib¨¢?ez
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2007
473 p¨¢ginas. 23,40 euros
La excelencia de Saul Bellow (1915-2005) se puede describir de muchos modos. Citar¨¦ tres. El primero lo o¨ª en boca de alguien que desde entonces mereci¨® todo mi respeto: "Es Woody Allen multiplicado por cien". Muy cierto: sin ser en absoluto un novelista de consumo -m¨¢s bien lo contrario-, o ese tipo especial de autor que ha elevado a cotas superiores un subg¨¦nero, Bellow es, a su modo, el primer novelista pop, el rey de la tragicomedia. Una segunda definici¨®n de su obra, m¨¢s acorde con la imposible alquimia acad¨¦mica, es citar al autor como una combinaci¨®n evolucionada de Joyce y Hemingway, centrada en la ¨¦pica del hombre corriente donde se subliman los registros del lenguaje coloquial en todos los estratos sociales y categor¨ªas intelectuales. En otras palabras: el hombre que come, que r¨ªe, que folla y que intenta cubrir otras necesidades vulgares, pero tambi¨¦n el hombre que habla, se devana los sesos y se preocupa de todos los asuntos: del torbellino social que le acecha, del espejismo cultural que se disuelve en banalidad, del mundo moderno que le destruye. En otras palabras (segunda parte): el hombre que se angustia; sobre todo, el hombre que yerra (el jud¨ªo yerrante, para los amigos del retru¨¦cano) y seguir¨¢ equivoc¨¢ndose hasta verse sometido a un cerco que se estrecha hasta que le oprime y, al fin, y como por arte de magia, le traspasa como si no tuviera importancia nada de lo bueno, lo malo o aun lo peor que le suceda. Hay cierta metaf¨ªsica en calificar de irreal la implacable telara?a, tan detallada, tan palpable, de ese mundo moderno.
Los modos anteriores de descripci¨®n llevan a un tercero. Bellow es el autor que con mayor precisi¨®n y m¨¢s h¨¢bilmente explora la insuficiencia de lo contempor¨¢neo para dar salida al exuberante potencial de generosidad que habita en algunos seres, y la terrible y divertida paradoja que hay en ello. Siempre tragicomedia, servida en su nivel m¨¢s depurado, una prosa con la fuerza y el filo del acero que estas nuevas ediciones, con su cuidada traducci¨®n, nos brindan en su mejor forma.
En su art¨ªculo, El legado de Be
llow, J. M. Coetzee centra la plenitud narrativa de nuestro autor en lo que llama su "mediod¨ªa", las novelas que van desde Las aventuras de Augie March (1953) a El legado de Humboldt (1975). Lleva raz¨®n en parte. Sin embargo, se me antoja que a ese mediod¨ªa le sigue una larga tarde de verano y, a continuaci¨®n, en suave pendiente, una serena noche blanca. La clasificaci¨®n seg¨²n criterios temporales de logro es, al fin, insatisfactoria. De ah¨ª que prefiera dividir una obra tan magn¨ªfica en novelas cortas y largas, sobre todo porque en Carpe diem (1956-mediod¨ªa) y Mueren m¨¢s por desamor (1987-la tarde espl¨¦ndida) tenemos dos ejemplos id¨®neos de cada manera.
Las novelas cortas de Bellow se disponen sobre disciplinadas unidades de acci¨®n, tiempo y espacio, se ganan enseguida la atenci¨®n del lector, le transmiten la angustia de su protagonista y le sumergen con gran habilidad en la peripecia. Son directas, de construcci¨®n impecable y a la vista, y tienen, como es debido, un final prodigioso. As¨ª ocurre con las que considero sus dos mayores creaciones en este terreno: Un recuerdo que dejo (1991-la hora de la cena) y Carpe diem (1956-puro mediod¨ªa). En esta ¨²ltima, su protagonista, Tommy Wilhelm, sufre un particular viacrucis en el populoso Broadway una jornada cualquiera. Actor fracasado, vendedor fracasado, marido fracasado, un cuarent¨®n en crisis como la copa de un pino, Wilhelm vive pendiente de la taca?er¨ªa razonada de su padre, de la vengativa sensatez de su ex mujer y de los enredos burs¨¢tiles en los que le involucra el seudocham¨¢n que tarde o temprano aparece en las novelas de Bellow y sus admiradores esperamos con impaciencia. En este caso, el sin par doctor Tamkin. Nada sale como debe porque el estado de ¨¢nimo de Wilhelm le somete una y otra vez a la tiran¨ªa del error. Sin embargo, y como muy bien insin¨²a Cynthia Ozick en su pr¨®logo, ese calvario depresivo lleva a Wilhelm, al menos en la escena final, imborrable, a elevarse hacia un estado de conciencia superior, a rozar la verdadera comuni¨®n con la esencia humana.
Las novelas largas de Bellow
son el mismo arte, pero modelado de forma distinta. Casi siempre narradas en primera persona, son un tobog¨¢n de digresiones, opiniones, an¨¦cdotas laterales, el enga?oso caos que es la pesadilla de todo cr¨ªtico o lector acartonados. Sin embargo, esas novelas que b¨¢sicamente relatan el caos son, en su dise?o, todo lo contrario. Uno se monta en una novela de Bellow y ya no baja en un vaiv¨¦n que oscila entre las m¨¢s hilarantes escenas y aquella completa seriedad del golpe de ata¨²d en tierra. Las ideas no son Ideas, forman parte de una narraci¨®n que no aspira a transmitirnos edificaci¨®n o controversia, sino que se utilizan para ir desovillando la complejidad de lo que cuenta un narrador sutilmente enga?oso. As¨ª estas extensas historias son a¨²n m¨¢s depuradas que las cortas, porque no muestran su andamiaje y desean abarcar con precisi¨®n las infinitas vibraciones de, una vez m¨¢s, la vida moderna. Necesitan borrar pistas para lograr esa mayor amplitud, para ocupar la conciencia del lector en el tiempo de lectura.
Entre muchas otras, Mueren m¨¢s por desamor es la historia del desastre sentimental de un bot¨¢nico de renombre contada por un sobrino, profesor de literatura rusa, cuya incapacidad en ese terreno supera con creces la de su t¨ªo. M¨¢s que del estricto desamor (o del coraz¨®n roto al que hace referencia el t¨ªtulo original) la trama de la novela nos habla, como en aquella pel¨ªcula de Cassavetes, de "corrientes de amor" que de un modo u otro se tornan da?inas por buenas que sean sus intenciones. Corrientes de amor que acaban pareciendo un vertido de industria qu¨ªmica a todos aquellos, cada vez menos, que se ba?an en el r¨ªo de la inocencia del certero, aunque ineficaz, saber ilustrado, del Humanismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.