Jugar al Monopoly con el dinero iraqu¨ª
La mayor transferencia de dinero de la historia se llev¨® a cabo entre mayo de 2003 y junio de 2004, cuando la Reserva Federal de Nueva York envi¨® 12.000 millones de d¨®lares en billetes de diversas denominaciones a un Irak desgarrado por la guerra. En el transcurso de un a?o, una flota de aparatos DC-10 llev¨® de Nueva York a Bagdad 484 pal¨¦s, con un total de 363 toneladas de peso y 281 millones de billetes. No estamos ante el anuncio de un nuevo juego de mesa, sino el resumen de las actas del Comit¨¦ de la C¨¢mara de Representantes que, presidido por Henry Waxman, est¨¢ examinando la "reconstrucci¨®n" de Irak a las ¨®rdenes de Paul Bremer.
No disponemos de ninguna documentaci¨®n sobre estos fondos, que fueron distribuidos por la Autoridad Provisional de la Coalici¨®n. Da la impresi¨®n de que los gastaron como si hubieran sido dinero del Monopoly. A los contratistas se les pagaba en efectivo directamente desde las traseras de las camionetas; miles de "empleados fantasmas" -personas contratadas para trabajos ministeriales que no exist¨ªan- cobraban sus sueldos en fajos de billetes; de la b¨®veda de la APC desapareci¨® un mill¨®n de d¨®lares y no pareci¨® que le inquietara a nadie; se desembolsaron 500 millones en una partida denominada "TBD", es decir, "to be determined" ("a¨²n sin determinar"). Una firma de contabilidad poco conocida de San Diego estaba encargada de certificar la distribuci¨®n del dinero, pero nunca realiz¨® ninguna auditor¨ªa de los controles internos, tal como estipulaba su contrato.
El asesor financiero de Bremer, el almirante retirado David Oliver, parece sorprendido por la preocupaci¨®n del comit¨¦, como si los miles de millones evaporados hubieran sido verdaderamente dinero de juguete. Cuando un periodista de la BBC le pregunt¨® sobre las consecuencias de que hubieran desaparecido sin dejar rastro miles de millones de d¨®lares, ¨¦l respondi¨® que no importaba d¨®nde hab¨ªa ido a parar el dinero porque era dinero iraqu¨ª, no de los contribuyentes estadounidenses. Los 12.000 millones de d¨®lares proced¨ªan de los bienes iraqu¨ªes bloqueados tras la primera guerra del Golfo y del sobrante de los pagos del programa de Petr¨®leo por Alimentos de la ONU. No estaban incluidos en los 400.000 millones de d¨®lares gastados por Estados Unidos en Irak desde marzo de 2003.
El proceso para descongelar un dinero "pol¨ªtico" suele ser muy largo y exige cumplir varios requisitos legales. Hizo falta una batalla legal que dur¨® m¨¢s de diez a?os, a cargo de un grupo de exiliados cubanos, para que Bill Clinton liberase parte de los fondos cubanos congelados durante la revoluci¨®n de Castro en los a?os cincuenta. En las b¨®vedas de la Reserva Federal hay todav¨ªa dinero iran¨ª embargado de cuando Jomeini derroc¨® a Reza Pahlevi en 1978, parte del dinero sucio del general Noriega e incluso algunos bienes pertenecientes al dictador ugand¨¦s Idi Amin, recientemente fallecido. En cambio, los fondos iraqu¨ªes se liberaron milagrosamente en menos de dos meses. El proceso fue r¨¢pido y cont¨® con la aprobaci¨®n de Naciones Unidas, que ten¨ªa la responsabilidad t¨¦cnica de los excedentes del Petr¨®leo por Alimentos.
Todo ese dinero podr¨ªa haberse empleado en llevar agua y electricidad a millones de iraqu¨ªes; bien distribuido, habr¨ªa permitido dar a cada hombre, cada mujer y cada ni?o iraqu¨ª 15.000 d¨®lares. En vez de ello, se malgast¨® debido a la incompetencia de unos funcionarios nombrados por unos pol¨ªticos todav¨ªa m¨¢s incompetentes.
Es surrealista pensar que el Gobierno de Estados Unidos se apresur¨® a enviar cientos de toneladas de dinero a un pa¨ªs en el que su Ej¨¦rcito no era capaz de impedir que la gente saqueara los arsenales, los bancos, los museos y los hospitales. A un pa¨ªsque a¨²n no estaba pacificado. Como dice Waxman, "?Qui¨¦n en su sano juicio enviar¨ªa 363 toneladas de dinero a una zona de guerra?".
La guerra no es un juego de mesa; es una cosa muy seria. Y todav¨ªa m¨¢s surrealista es que no existiera ning¨²n plan sobre c¨®mo utilizar todos esos fondos. Bremer asegura que la APC necesitaba con urgencia el dinero porque el sistema bancario hab¨ªa desaparecido e Irak era una econom¨ªa que funcionaba con dinero en efectivo. Pero su Administraci¨®n no estaba equipada para trabajar en una econom¨ªa de dinero en efectivo, y la prueba es c¨®mo despilfarr¨® esos miles de millones. Las zonas de guerra siempre funcionan con dinero en efectivo. ?Qu¨¦ cre¨ªa Bremer? ?Que, despu¨¦s de la hist¨®rica proclamaci¨®n de "misi¨®n cumplida" de Bush, los cajeros autom¨¢ticos de Bagdad iban a empezar a funcionar de nuevo por arte de magia?
Adem¨¢s, el dinero hac¨ªa falta para inyectar d¨®lares en un pa¨ªs cuya divisa local, el dinar iraqu¨ª, estaba a punto de derrumbarse. ?sa es la otra explicaci¨®n que ofrece Bremer. Casi todas las divisas se derrumban despu¨¦s de los grandes conflictos. Tras la Segunda Guerra Mundial, la devaluaci¨®n se propag¨® por las divisas europeas como un virus, y los bancos centrales tuvieron que introducir dinero nuevo.
Pero inyectar dinero en efectivo porque s¨ª es m¨¢s da?ino que la propia devaluaci¨®n; puede ser muy peligroso porque las econom¨ªas de guerra est¨¢n dirigidas por milicias, bandas criminales, estraperlistas y especuladores. Y el dinero fluye de manera natural hacia ese tipo de gente. El almirante Oliver, el hombre que supuestamente deb¨ªa haber asesorado a Bremer sobre estos aspectos, se muestra tan poco preocupado como su antiguo jefe por la posibilidad de que el dinero que repartieron de modo tan irresponsable pueda haber financiado milicias ¨¦tnicas, bandas criminales y grupos rebeldes, adem¨¢s de los "contratistas" participantes en la reconstrucci¨®n. No se preocupan porque no se consideran responsables de esos fallos, puesto que ellos son estadounidenses y el dinero era iraqu¨ª; es decir, porque creen que deben responder ante el contribuyente de Estados Unidos y no ante el pueblo de Irak. Ni se les pasa por la cabeza que parte de ese dinero haya podido financiar emboscadas en las que quiz¨¢ murieron soldados estadounidenses. La guerra es un juego muy enga?oso.
Aunque el dinero era iraqu¨ª, existen pruebas de que la APC estaba deseando gastarlo por completo antes de que se nombrara al Gobierno provisional. Las actas del Comit¨¦ de la C¨¢mara muestran que a un funcionario le entregaron 2,75 millones de d¨®lares en efectivo con la orden de que los gastara en la semana anterior a que el Gobierno provisional se hiciera cargo del Fondo de Desarrollo para Irak, en el que deber¨ªa haberse mantenido ese dinero. El objetivo principal no era dar impulso inicial a la reconstrucci¨®n de Irak. Si lo hubiera sido, Estados Unidos habr¨ªa nombrado a personas competentes para dirigir la APC y los 12.000 millones de d¨®lares habr¨ªan financiado una especie de Plan Marshall en el que se habr¨ªa justificado hasta el ¨²ltimo centavo.
El objetivo real era otro: establecer un basti¨®n estadounidense en el coraz¨®n de Oriente Pr¨®ximo. Uno de los elementos de ese plan era que unos funcionarios incompetentes repartieran el dinero iraqu¨ª como si fuera "dinero de mentira", en vez de entregarlo al Gobierno provisional iraqu¨ª. Es evidente que el Gobierno de Bush nunca ha jugado al Monopoly, o conocer¨ªa las reglas fundamentales del juego: nunca despilfarres el dinero e invierte siempre con prudencia.
Loretta Napoleoni es economista italiana, autora de Insurgent Iraq: Al-Zarqawi and the New Generation y de Yihad: c¨®mo se financia el terrorismo en la nueva econom¨ªa (Urano).
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia.
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