Ma?ana: los que no vamos
El viento huracanado que sopl¨® por toda nuestra comunidad este mi¨¦rcoles y, con fuerza menor, durante la ma?ana y el pomeriggio del jueves, no pudo con la escarapela gigante que el PP colg¨® en la fachada de su sede central madrile?a. Pero s¨ª despej¨®, me dice un conocido m¨ªo (cient¨ªfico proclive al socialismo), las nubes t¨®xicas emanadas desde el mismo edificio de la calle de G¨¦nova. Sostiene este qu¨ªmico de profesi¨®n que, llevadas por el viento hacia la costa, tales gases altamente t¨®xicos causaron los incendios de Castell¨®n, al prender la yesca que en esa zona (antiguo predio veraniego de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar) tiene siempre dispuesta, por si acaso, el cacique local Fabra, uno de tantos l¨ªderes del PP perseguidos por la justicia espa?ola. Probablemente mi amigo, aun siendo de ciencias, tambi¨¦n sea propenso a la exageraci¨®n connatural a las letras.
Escarapela. Al qu¨ªmico amigo del que estoy hablando le hizo gracia que yo llamase a eso que cuelga del chafl¨¢n de G¨¦nova con Zurbano "escarapela" y no "colgajo", "banderola" o "colcha", pero es que, as¨ª como ¨¦l se jacta de precisar los t¨¦rminos de la rama (algo relacionado con la qu¨ªmica experimental) en la que es experto, yo procuro ser atento con las palabras, y mi diccionario de cabecera, el Casares, define escarapela como "insignia o divisa compuesta de cintas que forman lazadas".
Ya que nos hemos puesto a hablar de la vida ¨ªntima de las palabras, por qu¨¦ no reflejar la similitud sonora que "escarapela" tiene con "carabela", o con "escarabajo". El PP, de un modo que a todos los ciudadanos -excepto a sus m¨¢s obcecados partidarios- nos resulta incomprensible e hiriente, est¨¢ haciendo un filibusterismo no s¨®lo parlamentario (los gritos de "?al abordaje!" que anteayer impidieron hablar al presidente del gobierno en el Senado) sino social. La carabela pirata al mando subalterno de Acebes y Zaplana ha estado estos d¨ªas pasados surcando las aguas de todo el pa¨ªs en busca de tripulaci¨®n, y me cuentan que hay muchos autocares armados en las provincias, prepar¨¢ndose para hacerse a la mar el s¨¢bado en direcci¨®n a Madrid. Creo que Acebes, con la soltura que tiene en la prestidigitaci¨®n de la verdad por la mentira, ya ha dicho que, si se ven obligados a dejar de usurpar la ense?a del lazo azul que les han robado a los dem¨®cratas vascos de Gesto por la Paz (y que yo mismo, entre millones de espa?oles, llev¨¦ en su d¨ªa), ha previsto poner en esa escuadra aerotransportada y en las pancartas de la manifestaci¨®n la bandera negra con la calavera: nunca les ha arredrado a estos dirigentes del PP el uso de los s¨ªmbolos de la muerte con fines sectarios.
Respecto al eco insecticida de la palabra "escarapela", no voy aqu¨ª a extenderme, por lo trillada que est¨¢, en la imagen de la labor de zapa que este directorio de un partido respetable (por ser el principal de la oposici¨®n, y por sus individualidades y votantes de buena fe) est¨¢ poni¨¦ndose como ¨²nica tarea pol¨ªtica, y que consiste en socavar todas las galer¨ªas subterr¨¢neas de la vida civil para que su rival se hunda, sin preocuparles que en ese desmoronamiento caigan tambi¨¦n los valores de la convivencia, el respeto mutuo y la defensa com¨²n contra los terroristas.
El s¨¢bado se ha convertido en el d¨ªa m¨¢s bronco y sucio de la semana madrile?a desde que los due?os de la Cope, las santas compa?as del se?or Alcaraz y el se?or Buesa y el PP lo han elegido como su d¨ªa de acampada o verbena, instaurando ya casi todas las semanas una jornada de poluci¨®n ambiental so capa de proteger a la familia, a los nascituros, a los morituri y al Cristo bendito, este ¨²ltimo atado (y bien atado) a la cruz gigante del Valle de los Ca¨ªdos, que tanto les molesta a los citados ver desaparecer como s¨ªmbolo de la criminalidad franquista. As¨ª que tambi¨¦n ma?ana veremos las banderas al viento, llevadas por una legi¨®n de manifestantes entre los que habr¨¢, no tengo duda, gente decente, ciudadanos genuinamente doloridos y algunas v¨ªctimas exacerbadas. Pero seremos muchos millones m¨¢s en toda Espa?a, quienes no salgamos a la calle. Personas sensatas, normales y decentes, como ¨¦sas a las que convocaba con estos mismos adjetivos Mariano Rajoy, no dispuestas a seguir la torcida consigna de la revancha pol¨ªtica.
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