Bush baja al Sur
Las expectativas sobre el viaje que Bush acaba de iniciar por cinco pa¨ªses latinoamericanos son pocas. No puede ser de otra manera, porque la superpotencia, que se ocup¨® razonablemente de su patio trasero a trav¨¦s del programa Alianza para el Progreso con Kennedy y Johnson, hace a?os que lo ha olvidado. Tampoco el presidente de Estados Unidos goza de gran predicamento al sur de R¨ªo Grande, como lo muestran recientes sondeos de opini¨®n. Una impopularidad que se extiende a la percepci¨®n de la influencia estadounidense en la regi¨®n.
Bush ha tardado seis a?os en realizar el m¨¢s largo viaje de su mandato. Frente a sus promesas iniciales de atenci¨®n para Latinoam¨¦rica, alimentadas por su etapa como gobernador de Tejas, el presidente imperial ha estado desde septiembre de 2001 pr¨¢cticamente colonizado por la guerra contra el terrorismo. Es dif¨ªcil convencer ahora a los latinoamericanos de que EE UU se preocupa por la suerte de la gente corriente y de que promueve la justicia social. Washington ha tenido s¨®lo ojos y o¨ªdos en los ¨²ltimos a?os para su seguridad fronteriza, el libre comercio y la lucha contra el narcotr¨¢fico, y no para la pobreza del subcontinente, el respeto por los derechos humanos, la educaci¨®n o la salud de sus habitantes.
En realidad, el argumento m¨¢s relevante de la gira que ha comenzado en Brasil y finalizar¨¢ en Guatemala y M¨¦xico es contrarrestar la influencia creciente de las pol¨ªticas radicales de Hugo Ch¨¢vez, sobre todo en los pa¨ªses m¨¢s pobres. Washington es consciente de que est¨¢ perdiendo el control de una regi¨®n que viene considerando suya desde hace casi dos siglos. Y Bush viaja por Latinoam¨¦rica con el objetivo de recuperar el tiempo perdido e intentar mantener en el campo de EE UU a los moderados de uno u otro signo que todav¨ªa son la espina dorsal de la mayor¨ªa de los reg¨ªmenes del subcontinente.
Pero para ganarse la neutralidad de los moderados y evitar el radicalismo de los despose¨ªdos, Washington tendr¨¢ que invertir en Latinoam¨¦rica mucho m¨¢s tiempo, dedicaci¨®n y dinero que hasta la fecha. A estas alturas, Estados Unidos est¨¢ mal equipado para recobrar la confianza popular en sus intenciones e iniciativas sociales.
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