El techo de cristal
El pasado d¨ªa 8 de marzo se celebr¨® el D¨ªa Internacional de la Mujer Trabajadora y, como suele pasar en esos d¨ªas internacionales, nos llenamos de proyectos, luchas y deseos que si bien es cierto que en muchas ocasiones sirven para sacudir algunas conciencias, en otros casos la vor¨¢gine de buenas intenciones se acaba con la misma prontitud que llega la noche. Pese a todo hay grupos que no pierden la esperanza, convencidos de que conseguir que una sola persona alcance un pensamiento positivo respecto a estos temas, merece el esfuerzo de organizar manifestaciones, conferencias, o muestras como la que podemos ver estos d¨ªas y hasta el pr¨®ximo 16 de marzo en el Parlamento Andaluz. All¨ª Intered, una ONG que pretende impulsar el desarrollo y la solidaridad entre grupos sociales, pueblos y culturas, ha organizado una exposici¨®n que lleva como lema, Igualdad para el desarrollo: Si la mujer avanza la sociedad tambi¨¦n.
La exposici¨®n pretende hacer visibles las desigualdades de g¨¦nero y la necesidad de que desaparezcan para que el mundo avance. Se hace referencia, por ejemplo, a esa labor que a veces queda oculta, realizada en su mayor¨ªa por mujeres: el trabajo dom¨¦stico. Esta labor no est¨¢ considerada socialmente como un trabajo a pesar de que es parte fundamental del bienestar diario de las personas. Como dato curioso apuntar que si el trabajo dom¨¦stico se tuviera en cuenta como actividad productiva, se calcula que la riqueza mundial aumentar¨ªa entre un 35% y un 55 %. En Espa?a el 87 % de las mujeres que trabajan fuera de casa asumen ellas solas la totalidad de las responsabilidades dom¨¦sticas. Es ah¨ª d¨®nde comprendo lo de La importancia de llamarse Ernesto.
Seg¨²n los datos barajados por Intered, las mujeres realizan el 53 % de la carga total de trabajo en el mundo a pesar de que s¨®lo un tercio de ese trabajo es remunerado. En Espa?a, por ejemplo, la retribuci¨®n salarial de la mujer es un 30 % inferior a la de un hombre con responsabilidades similares.
Por si eso fuese poco, existe una desigualdad educativa ya que, de los 113 millones de menores que no van a la escuela, dos tercios son ni?as y las que van descubren que, de las personas que aparecen representadas en sus libros de texto, s¨®lo un 10 % son mujeres que en la mayor¨ªa de los casos cumplen el rol de madres, esposas o responsables del hogar. La educaci¨®n femenina desde la infancia es fundamental para el desarrollo de la sociedad. Ya se dice en ?frica que cuando se educa a un hombre se educa a una persona pero que cuando se educa a una mujer se educa a toda una familia.
En cuanto al tema de salud, parad¨®jicamente la principal causa de mortalidad entre las mujeres es la de dar vida ya que cada a?o mueren en el mundo 600.000 madres por problemas derivados del embarazo o el parto. Por no hablar de la violencia machista ejercida contra ellas que, seg¨²n las estad¨ªsticas, afecta a una de cada tres, o lo que es lo mismo, cerca del 35 % de la poblaci¨®n femenina ha sufrido, sufre o sufrir¨¢ a lo largo de su vida vejaciones de tipo psicol¨®gico, f¨ªsico o sexual.
En cuanto a la representaci¨®n pol¨ªtica femenina en los parlamentos de todo el mundo es s¨®lo un 13 %. Y si nos asombramos de que la mujer espa?ola no hubiera podido ejercer su derecho al voto hasta 1931, pues rasgu¨¦monos las vestiduras al conocer que en Liechtenstein no se consider¨® a la mujer como espabilada a la hora de decidir a sus representantes pol¨ªticos hasta 1984 (por no hablar de Kuwait... nada menos que en 2006).
Por ¨²ltimo destacar una parte de la exposici¨®n que creo deja muy claro hasta donde llega la realidad de nuestro techo de cristal. Unas siluetas de cart¨®n representan las desmedidas en tama?o entre hombres y mujeres dependiendo de sus actividades. Ha destacar que, dentro de los trabajos cualificados en la industria, construcci¨®n y mineral, la presencia de hombres es el 89,57 % mientras que mujeres hay un 10,43 %. Dentro de la direcci¨®n de los diarios, un 91,11 % de hombres, frente al 8,89 % de mujeres. Rectores de Universidades andaluzas hay un 90,91 % de hombres y un 9,09 % de mujeres, todo ello pese a que las estad¨ªsticas anuncian que un 59,36 % de la poblaci¨®n universitaria est¨¢ compuesta por mujeres.
As¨ª que, estoy dispuesta a pelearme (verbalmente, claro... siempre verbalmente), con todo aquel que me discuta que lo del techo de cristal es un pura invenci¨®n que busca evidenciar una diferencias que solo existen en la mente unas pocas malcriadas. Sabremos cuando realmente no estamos discriminadas el d¨ªa que no exista un Instituto de la Mujer, ni ONG's que se esfuercen en ayudar a las f¨¦minas del tercer mundo, cuando no aparezca una fecha en el calendario destacada como D¨ªa Internacional de la Mujer Trabajadora... no habr¨¢ discriminaci¨®n el d¨ªa que alguien como yo no tenga que escribir una cr¨®nica como ¨¦sta.
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