Mubarak reforma la Constituci¨®n
El presidente de Egipto retira la referencia socialista y recalca que es una democracia
En el palacio de los faraones cambian los dioses, mientras los hermanos se agrupan fuera.
Aunque Hosni Mubarak, de 77 a?os de edad, ha sido reelegido hasta 2011, se cierne sobre ¨¦l una crisis sucesoria, la pesadilla de todo r¨¦gimen autoritario
Ocurra lo que ocurra en la transici¨®n posterior a Mubarak, estoy seguro de que el componente isl¨¢mico no se har¨¢ m¨¢s d¨¦bil, sino m¨¢s fuerte
Quiz¨¢ sea un proceso muy largo, pero llegar¨¢ un d¨ªa en que el islamismo se una tambi¨¦n a las filas de los dioses que han ca¨ªdo desde hace 5.000 a?os
Delante de la inmensa entrada de arenisca dorada al templo de Edfu se alza una impresionante estatua en granito de un halc¨®n, de unos cuatro metros de altura, que representa a Horus, uno de los principales dioses egipcios. Esculpida en su pecho se ve la peque?a figura de uno de los gobernantes griegos de Egipto en la ¨¦poca en la que se construy¨® el templo. Para apuntalar su legitimidad pol¨ªtica, el neofara¨®n extranjero no s¨®lo se envolvi¨® en la bandera, sino que adem¨¢s tall¨® su propia imagen en la piedra de un dios poderoso. Los dirigentes egipcios llevan 5.000 a?os jugando a este juego, y est¨¢n volviendo a hacerlo.
M¨¢s de tres milenios antes del nacimiento de Cristo, cuando los antiguos europeos a¨²n erraban por los bosques cubiertos de pieles y se comportaban como hooligans prol¨¦pticos, los faraones de la primera dinast¨ªa ya hab¨ªan construido un reino unificado en el valle del Nilo y recib¨ªan tratamiento de semidioses. Luego pasaron a presentarse como hijos e ¨ªntimos del dios sol Ra, de Isis y Osiris, y de su v¨¢stago divino, el dios halc¨®n Horus.
Los dioses eran muy ¨²tiles para conservar el poder, pero tambi¨¦n eran fungibles. A lo largo de los siglos, a medida que cambiaba la situaci¨®n pol¨ªtica hubo fusiones y adquisiciones empresariales entre ellos. La luminaria de Luxor, Am¨®n y el dios sol Ra se unieron para convertirse en Am¨®n-Ra, una nueva marca muy poderosa. Los sucesores ptolemaicos de Alejandro Magno promovieron a Serapis, una mezcla deliberada de dioses griegos y egipcios. En el templo grecorromano de Philae, se ve esculpida en las paredes del santuario la imagen de una madre y un hijo, pero el rostro de la madre est¨¢ borrado. En alg¨²n periodo cristiano se convirti¨® a Isis en Mar¨ªa, y al dios halc¨®n Horus, en Jes¨²s.
Despu¨¦s lleg¨® Al¨¢, por supuesto, con su mensajero Mahoma. Para el decimon¨®nico Mohamed Al¨ª Pach¨¢, nacido en Albania, la nueva divinidad fue la modernidad de estilo europeo. Para Napole¨®n y el gobernador brit¨¢nico de Egipto lord Cromer, fueron los dioses occidentales del progreso y la civilizaci¨®n, transmitidos por la bayoneta y el ca?¨®n Gatling. Para el presidente Nasser, el arquitecto del Egipto poscolonial, fue el panarabismo, pero tambi¨¦n el socialismo, con el a?adido del islam.
Ahora vuelven a cambiar de dioses en el palacio del fara¨®n. Veintis¨¦is a?os despu¨¦s de la subida al poder del presidente Mubarak se han propuesto varias enmiendas a la Constituci¨®n. El art¨ªculo 1, en vez de decir que "la Rep¨²blica ?rabe de Egipto es un Estado socialista democr¨¢tico, basado en la alianza de las fuerzas trabajadoras del pueblo", dir¨¢ sencillamente que "la Rep¨²blica ?rabe de Egipto es un Estado democr¨¢tico, basado en la ciudadan¨ªa...". Se elimina el socialismo, como el rostro de Isis en Philae. Van a suprimirse las referencias a ¨¦l en otros nueve art¨ªculos de la Constituci¨®n.
Pese a la oposici¨®n de los pol¨ªticos laicos y cristianos coptos, el art¨ªculo 2 seguir¨¢ diciendo que la sharia es "la principal fuente" de legislaci¨®n egipcia. Al mismo tiempo, con la prohibici¨®n de los partidos pol¨ªticos de base religiosa y los candidatos independientes en las elecciones presidenciales, el Partido Democr¨¢tico Nacional del actual presidente pretende mantener a su principal rival, los Hermanos Musulmanes -una organizaci¨®n ilegal, pero muy popular-, fuera de cualquier lucha futura por obtener legalmente el poder pol¨ªtico. Es decir, trata de adoptar el islam al mismo tiempo que combate el islamismo.
Desde la perspectiva de 5.000 a?os de historia egipcia, la pol¨ªtica es algo muy distinto de lo que se encuentra en los libros de educaci¨®n c¨ªvica. No consiste en instaurar este o aquel sistema pol¨ªtico l¨®gica y legalmente constituido, basado en esta o aquella ideolog¨ªa. Consiste en gobernantes que toman prestados dioses, ideolog¨ªas y sistemas legales, los manipulan y los fusionan, se adaptan a las fuerzas internas y externas, combinan la coacci¨®n y el clientelismo, y comparten parte del bot¨ªn cuando es preciso, pero siempre con el objetivo de aumentar al m¨¢ximo su propio poder y riqueza y conservarlos durante el mayor tiempo posible: ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos. Quienes se toman demasiado en serio la religi¨®n o la ideolog¨ªa legitimadora -sea el culto a Osiris o el socialismo- no se enteran de nada. Los dioses vienen y se van; lo que perdura a lo largo de milenios es la sed de riqueza y poder de los hombres y su vana b¨²squeda de la inmortalidad.
Crisis sucesoria
Todo esto nos lleva de nuevo al r¨¦gimen del presidente Hosni Mubarak, que tiene 78 a?os. Aunque ha sido reelegido hasta 2011, se cierne sobre ¨¦l una crisis sucesoria, la pesadilla de todos los reg¨ªmenes autoritarios. Un factor que sirvi¨® para que la gente saliera a la calle en el movimiento Kifaya (?Basta Ya!), durante la campa?a para las elecciones presidenciales de 2005, fue la perspectiva de que pod¨ªa estar preparando a su hijo Gamal para que le sucediera. "?A pesar de la polic¨ªa, no a la extensi¨®n, no a la sucesi¨®n!", proclam¨® el veterano activista de izquierdas Kamal Khalil. "Oh, Egipto", continu¨®, "todav¨ªa tienes un palacio, todav¨ªa tienes chabolas, di a ¨¦sos que viven en Orouba
[un bulevar en un barrio de magn¨ªficas mansiones, incluida la residencia del presidente] que vivimos 10 en cada habitaci¨®n".
El primer ministro
Por ahora, el presidente Mubarak se ha deshecho del movimiento Kifaya y, como contaba en mi art¨ªculo de la semana pasada, tambi¨¦n ha acabado con las breves presiones estadounidenses para que hubiera una democratizaci¨®n r¨¢pida. Los fundamentos de su poder -el ej¨¦rcito, la polic¨ªa y las fuerzas de seguridad- parecen tan s¨®lidos como los inmensos pilares del templo de Karnak. (Adem¨¢s prestan valiosos servicios al Pent¨¢gono, incluido el uso de instalaciones de sobrevuelo y el desagradable asunto de la rendici¨®n extraordinaria). Cuenta con un primer ministro muy impresionante, el doctor Ahmed Nazif, inform¨¢tico de formaci¨®n, que me ha explicado la campa?a de su Gobierno para integrar a Egipto en la econom¨ªa mundial. Est¨¢n reduciendo las barreras al comercio y las inversiones, y el a?o pasado lograron un crecimiento de m¨¢s del 5%. Gamal Mubarak, que posee un MBA y ha trabajado para el Bank of America, es uno de los impulsores de este nuevo programa de libre mercado del Gobierno. Pero los beneficios econ¨®micos no llegar¨¢n a los pobres -si es que llegan- hasta dentro de mucho, mientras que los costes van a notarse antes; por ejemplo, en la reducci¨®n de los subsidios estatales a la gasolina y el combustible dom¨¦stico.
Para muchos de los que viven, 10 por habitaci¨®n, en los barrios m¨¢s pobres de El Cairo, el gran mito sigue siendo el de los Hermanos Musulmanes, cuyo lema es de una sencillez brillante: "El islam es la soluci¨®n". Mientras est¨¦n prohibidos, los Hermanos no necesitan demostrar de qu¨¦ forma es la soluci¨®n, el islam. No puede pretenderse que elabore pol¨ªticas detalladas y concretas, ni mucho menos que las ponga en pr¨¢ctica. De hecho, el r¨¦gimen de Mubarak presta un gran servicio a los Hermanos con su persecuci¨®n continuada. Al intentar estrangular el islamismo, est¨¢ alimentando su crecimiento. Y los opositores con los que he hablado, tanto los cristianos coptos como los laicos de izquierdas, se sienten atrapados entre la espada y la pared (una pared verde, el color del islam). En muchas cuestiones culturales, como los derechos de la mujer, opinan que el r¨¦gimen de Mubarak es el mal menor.
Ocurra lo que ocurra en la transici¨®n posterior a Hosni Mubarak, en los pr¨®ximos 10 a?os -independientemente de que haya un presidente Mubarak II o con un candidato apoyado por el ej¨¦rcito o con otro distinto-, estoy seguro de una cosa: el componente isl¨¢mico de la mezcla divina que legitima la pol¨ªtica egipcia no se har¨¢ m¨¢s d¨¦bil, sino m¨¢s fuerte. Si eso les parece inquietante, s¨®lo puedo sugerir un magro consuelo: con el tiempo, pasar¨¢. Es posible que sea un proceso muy largo, pero llegar¨¢ un d¨ªa en el que tambi¨¦n el islamismo se una a las filas de los dioses que han ca¨ªdo desde hace 5.000 a?os.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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