Impactos del 11-M
Los 11 miembros de la agencia de fotograf¨ªa Magnum, una de las m¨¢s prestigiosas del mundo, salieron corriendo. Dejaron a medias su reuni¨®n mensual en la calle Veinticinco de Nueva York y se lanzaron a documentar los rostros de una ciudad envuelta en el caos, tras el impacto de dos aviones contra las Torres Gemelas del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. Hicieron lo mejor que sab¨ªan: fotos.
El 11 de marzo de 2004, a los fot¨®grafos del colectivo Nophoto, la muerte les paraliz¨®. A Eva Sala, la noticia del atentado le pill¨® en el gimnasio. Hac¨ªa m¨¢s de hora y media que tres bombas hab¨ªan explotado al entrar en Atocha matando a 29 personas. At¨®nita, se march¨® a casa de sus padres.
Mat¨ªas Costa estaba con una actriz porno en Girona. Hac¨ªa un seguimiento de su vida mientras ella rodaba su ¨²ltima pel¨ªcula en Espa?a. Nada m¨¢s conocer la noticia llam¨® corriendo a Juanma, su hermano peque?o, que estaba aquella ma?ana cerca de la calle de T¨¦llez, donde otros cuatro explosivos mataron a 59 personas. Tambi¨¦n quiso saber c¨®mo estaba su padre, vecino del barrio de Santa Eugenia. All¨ª, una deflagraci¨®n se llevaba la vida de 16 personas y her¨ªa a 50 m¨¢s. A la misma hora, las 7.38, dos bombas estallaban en El Pozo. Mor¨ªan 67 personas. “Varias revistas me lo pidieron, pero no fotografi¨¦ la noticia. Cre¨ª que no pod¨ªa aportar nada”, recuerda Costa.
El vac¨ªo que se percib¨ªa en el metro a primera hora de la ma?ana inquiet¨® a Juan Santos de camino al trabajo. Pero no lo fotografi¨®. Tampoco lo hizo Carlos Sanva. Cubr¨ªa la feria de odont¨®logos en Ifema, el parque empresarial que aquel 11 de marzo se llen¨® de muertos: 191 (171 murieron en el acto, y 20, en los hospitales de la capital). Sanva no hizo ni un retrato de aquel pabell¨®n repleto de familiares enmudecidos. “Quer¨ªa mantenerme lejos, porque lo que estaba viendo me superaba”.
Juan Valbuena recibi¨® en la cama la noticia. Su chica, que es m¨¦dico, le cont¨® que esperaban a los heridos: 1.500.
Tuvieron la oportunidad de ilustrar el atentado m¨¢s grave en la historia de Espa?a y, sin embargo, se comportaron como ciudadanos, no como fot¨®grafos. Necesitaron, como casi todos aquel d¨ªa, salir a la calle. Pero olvidaron sus Leica, Nikon, sus Holga y Yashica. “Fall¨¦ como fot¨®grafo”, reconoce Juan Valbuena. Decidieron transformar aquel sentimiento en algo productivo. En septiembre de ese mismo a?o formaron Nophoto, para realizar su primer proyecto colectivo sobre el 11-M. “Para algunos, si no est¨¢s en el momento de la noticia, no puedes hacer un reportaje. Nosotros creemos que se puede aportar algo nuevo tras la reflexi¨®n”, explica Valbuena.
El colectivo, ganador del premio revelaci¨®n Photoespa?a 2006, no se conforma con el clic. Reflexiona sobre los contenidos desde que se toma la imagen hasta que llega al p¨²blico, es decir: la foto no es s¨®lo foto. No se trata ¨²nicamente de congelar un instante la vida. As¨ª naci¨® Cercan¨ªas, una aproximaci¨®n al atentado que hoy nos arrastra la memoria como un espectro indestructible. Y necesario, a veces.
Negativo de los rostros
Fot¨®grafo: Juan Santos. T¨ªtulo: ‘Sombras de nosotros mismos’. Idea: reflexionar sobre por qu¨¦ la gente exhibe s¨ªmbolos en la calle propios de un cementerio. Realizaci¨®n: fotografiar el altar en que se convirti¨® la estaci¨®n de trenes de Atocha.
?Qu¨¦ dolor nos hace sacar altares a la calle? Juan Santos llevaba meses reflexionando sobre paisajes intervenidos por s¨ªmbolos. Iconos como las cruces que en un punto kilom¨¦trico cambian nuestra percepci¨®n sobre un lugar. Atocha se convirti¨® para Santos en un territorio donde los ciudadanos hicieron part¨ªcipes a los dem¨¢s de su pena. Desde el interior del lucernario de la estaci¨®n, un espacio circular acristalado, Santos vio a contraluz los mensajes de despedida, de deseo de paz, donde asomaban rostros pegados contra el vidrio sin que nada se oyera. Desde el muro, que es el cristal, y con la distancia que otorga, los capt¨®. “Lo hice por pudor, necesitaba poner un parapeto que me ayudaba a expresar la idea de par¨¢lisis y vulnerabilidad que para m¨ª fue el 11-M”. La fotograf¨ªa parece tomada desde un nicho donde los hombres se asoman, en realidad, a un espejo que es la muerte. Como un duro cristal vivo que los refleja.
Todos mudos
Fot¨®grafo: Mat¨ªas Costa. T¨ªtulo: ‘En silencio’. Idea: recoger el silencio. Realizaci¨®n: retratar los s¨ªmbolos de una ciudad acallada.
“Volv¨ªa de Barcelona. Me desgarr¨® el silencio. Sin un acuerdo previo, la gente hab¨ªa llegado a una misma manera de encarar un lamento. Eso me provocaba una emoci¨®n m¨¢s all¨¢ de la sensaci¨®n de dolor, de miedo... Horror”. Mat¨ªas Costa quiso recoger ese sigilo y encontr¨® su expresi¨®n en la quietud de las velas, en los signos que reproduc¨ªan personas de papel. “Evit¨¦ retratar a la gente de manera directa. Pens¨¦ que las velas y las notas ten¨ªan una connotaci¨®n de permanencia que ellos borraban. Buscaba una imagen atemporal, para ofrecer una lectura universal de las muestras de dolor y cari?o”.
Su m¨¢quina con nombre de mujer, Holga, produc¨ªa im¨¢genes m¨¢s parecidas a un ensue?o que a algo real. Como lo vivieron muchos familiares. “Es un homenaje a los que se quedaron sin sus padres, madres, hermanos, amigos... Mi admiraci¨®n y respeto por aquel silencio”. Gemebundo. Como el retrato de un grito callado en un panel apoyado en la pared.
El sue?o de los h¨¦roes
Fot¨®grafo: Juan Valbuena. T¨ªtulo: ‘Negro Alba’. Idea: buscar las visiones que los viajeros tienen en el vag¨®n entre sue?o y sue?o. Realizaci¨®n: cada mes de marzo y noviembre, Valbuena regresa a los trenes que van de Madrid a Alcal¨¢ de Henares a las 7.45.
Trabajadores. “Lo dijeron los telediarios... A esas horas y en esa l¨ªnea: trabajadores, inmigrantes, muchos de ellos ilegales. Quer¨ªa verles la cara”, dice Juan Valbuena. Cada marzo y cada noviembre, la luz se parece a la de aquella ma?ana. Y ¨¦l vuelve a los trenes. A las 7.45. “Para verles coger el mismo tren por mucho miedo que tengan”. Con ellos ha recorrido el camino entre la cama y el trabajo, tr¨¢nsito mortal el 11 de marzo de 2004. “Me interesaba plasmar las visiones entre sue?o y sue?o, el sentimiento de irrealidad que hay en ese espacio”. Hombres que con la cara tapada buscan intimidad, mujeres que abren un ojo frente al vidrio mojado. Obreros, estudiantes, asalariados, oficinistas... Trabajadores que, al alba, Valbuena ha pasado por el filtro de su m¨¢quina. “Necesitaba hacerlo como revancha, por haber fallado como fot¨®grafo aquel d¨ªa”.
Men¨² de hospital con mariposa
Fot¨®grafo: Eva Sala. T¨ªtulo: ‘Notas manuscritas’. Idea: captar el gesto solidario de los cocineros del hospital Gregorio Mara?¨®n con los heridos del atentado del 11-M. Realizaci¨®n: recrear las bandejas con las que los enfermos recibieron notas de afecto.
Un movimiento solidario se inici¨® en los pucheros del hospital Gregorio Mara?¨®n y desarm¨® a Eva Sala. Los trabajadores de la cocina personalizaron con detalles cada una de las fr¨ªas bandejas hospitalarias. Las g¨¦lidas etiquetas identificativas mudaron en c¨¢lidas notas. El ni?o de la bufanda com¨ªa jud¨ªas y tortilla, pero, adem¨¢s, se llevaba dibujada una mariposa, pegatinas de colores y caramelos de fresa. La chica del libro ten¨ªa una flor de papel que reposaba en su plato, y un mensaje de ¨¢nimo: ?El pr¨®ximo flan ya en casa! Sala intent¨® sin ¨¦xito que el hospital le diera un permiso para fotografiar algo que sonaba casi a cuento. As¨ª que rob¨® una bandeja, se enter¨® de los men¨²s, las historias, y lo reprodujo. “Quer¨ªa que la gente conociera una iniciativa particular de esperanza en un momento en que todo parec¨ªa derrumbarse”.
Emociones heridas
Fot¨®grafo: Carlos Sanva. T¨ªtulo: ‘11-3-04’. Idea: identificar las heridas del atentado por las calles de Madrid. Realizaci¨®n: cambiar el fechador de la c¨¢mara y grabar todo aquello que est¨¢ roto.
No s¨®lo hubo 191 personas muertas y 1.500 heridos, la ciudad entera se desgaj¨®. “Pienso en c¨®mo queda una ciudad herida y en c¨®mo paseando por las calles puedo ser capaz de encontrar im¨¢genes que lo simbolicen”. Con la responsabilidad autoimpuesta de observar el mundo que le rodea, Sanva busc¨® en la basura, en las esquinas, por la Gran V¨ªa... Cambi¨® la fecha de su c¨¢mara compacta: 11-3-2004. Una ficci¨®n que le concede un valor a la estampa. La moto tapada cobra el sentido de un veh¨ªculo que tal vez no vuelva a arrancar; una pintada anuncia c¨®mo una madre quiz¨¢ acaricia a su hijo. Del bons¨¢i de tronco est¨¦ril brota esa esperanza, siempre verde. “Identifico im¨¢genes con resonancias del dolor que queda en la gente, del miedo, de todas esas cosas rotas. Busco la marca, a veces imperceptible, del atentado en mi ciudad”.
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