El juez que no quiso que De Juana muriera entre rejas
De s¨®lidas convicciones religiosas, Jos¨¦ Luis Castro fue el primer juez que autoriz¨® a un preso a salir de permiso con un 'parche antidroga'. Tambi¨¦n ha suavizado la vida carcelaria de Mario Conde, Rold¨¢n y Galindo
El juez Jos¨¦ Luis Castro es la ¨²nica persona que pudo impedir la decisi¨®n del Gobierno de suavizar el r¨¦gimen carcelario del etarra I?aki de Juana Chaos. Pero no lo hizo porque entiende que la decisi¨®n "se ajusta a derecho" y, adem¨¢s, es una medida "humanitaria", explican fuentes de su entorno. La vida del sanguinario etarra peligraba y Castro tiene a gala que a ¨¦l jam¨¢s se le ha muerto un interno entre rejas, sea quien sea. Permitir que De Juana cumpla en su casa de San Sebasti¨¢n el a?o y medio que le resta de la condena de tres a?os que le impuso el Tribunal Supremo no es la decisi¨®n m¨¢s dif¨ªcil que ha tomado, pero s¨ª la de mayor contestaci¨®n social. El juez de Vigilancia Penitenciaria de los 3.342 presos condenados por la Audiencia Nacional huye del protagonismo medi¨¢tico. ?l es quien, en ¨²ltima instancia, decide si se progresa de grado a un terrorista (casi un tercio de sus internos), a un mafioso o a uno de los grandes narcos que tienen entre barrotes sus colegas.
Castro acaba de denegar la libertad condicional a un etarra porque no ha resarcido a sus v¨ªctimas
Es amante del cine alem¨¢n, de la literatura neorrealista italiana y disfruta con Unamuno
En los dos a?os que lleva al frente del juzgado de Vigilancia ha suavizado el r¨¦gimen penitenciario, por ejemplo, del ex banquero Mario Conde, de Luis Rold¨¢n o del general de la Guardia Civil Enrique Rodr¨ªguez Galindo. Pero no ha recibido "ni una sola propuesta" del Gobierno para que flexibilice la vida carcelaria de ning¨²n etarra. Lo que s¨ª ha hecho, por ejemplo, es denegar al etarra Andr¨¦s Michelena, en libertad condicional desde 2001, la posibilidad de que se presente los d¨ªas 1 y 15 ante la Ertzaintza en Renter¨ªa, como le ped¨ªa el recluso alegando que est¨¢ m¨¢s cerca de su casa. Castro le ha comunicado por escrito que no porque fue en ese municipio guipuzcoano donde atent¨® contra un polic¨ªa municipal. "Ser¨ªa un escarnio para la familia de la v¨ªctima", argumenta el juez. Hace s¨®lo unos d¨ªas, el 27 de febrero, tambi¨¦n deneg¨® la libertad condicional a otro recluso vinculado a ETA. Vicente Sagredo Rivas quer¨ªa la libertad condicional, pero el juez la ha rechazado porque no ve en ¨¦l "una m¨ªnima voluntad de resarcir a sus v¨ªctimas". Uno de los requisitos de la Ley Penitenciaria para acceder al tercer grado o la libertad condicional es que el interno satisfaga econ¨®micamente a sus v¨ªctimas. Para este juez, disponer o no de dinero no puede ser un factor discriminatorio. A Castro le basta con que haya "voluntad manifiesta" de pagar. Sagredo mostr¨® al juez su n¨®mina (988 euros), que, con horas extra, se convierte en unos 1.300 euros al mes. El juez ha rechazado darle la libertad condicional porque ni siquiera "de forma simb¨®lica" ha intentado este interno resarcir a sus v¨ªctimas. Y eso que la indemnizaci¨®n es baja y Sagredo vive con su madre.
Castro tiene dos hijos, est¨¢ casado y naci¨® en A Coru?a hace 42 a?os. Su vida como juez ha estado casi siempre ligada a la vigilancia penitenciaria. No responde estereotipo de juez rudo y esquivo. Al contrario, sus colegas le definen "como una persona afable, trabajadora y buena gente". Es de los que, al menos un d¨ªa por semana, atiende en su despacho las peticiones de las madres de los internos cuando no est¨¢ visitando a los presos en las c¨¢rceles.
Es, adem¨¢s, una persona de convicciones religiosas, lo que envuelve sus palabras de un halo de praxis con tintes de utop¨ªa. Jos¨¦ Luis Castro suele apelar a Dios con frecuencia en sus charlas con amigos. Le encanta leer. "Le gusta la literatura neorrealista italiana y le entusiasman el cine alem¨¢n y el fado portugu¨¦s". Tambi¨¦n sublima las letras de Cort¨¢zar, Borges y Unamuno. Para ¨¦l son los m¨¢s grandes.
El dominico Francisco Villacorta, del convento de San Gregorio de Valladolid, conoce bien a Jos¨¦ Luis Castro: "Recuerdo que acud¨ªa regularmente a visitar a los presos hospitalizados en el Cl¨ªnico. Fue ¨¦l quien impuso que los internos tuvieran el mismo horario de visitas que los enfermos normales del hospital". Seg¨²n Villacorta, ya entonces ten¨ªa una obsesi¨®n: que no se le muriese ning¨²n preso dentro de la c¨¢rcel. Una preocupaci¨®n que le viene de sus primeros a?os como juez. En los noventa, los patios de las c¨¢rceles estaban llenos de personas esquel¨¦ticas y de ojos perdidos que deambulaban ag¨®nicas de una esquina a otra castigadas por el sida que diezm¨® las prisiones. Muchos murieron.
En 1997 dedic¨® varios fines de semana, provisto de una libreta y un bol¨ªgrafo, a visitar varios supermercados de Zamora y Salamanca y anotar los precios de productos alimenticios b¨¢sicos (aceite, jab¨®n, agua, at¨²n, leche, galletas...). A su mesa hab¨ªan llegado 150 cartas de internos del penal de Topas quej¨¢ndose de precios abusivos en el economato. El fiscal le advirti¨® de que ese asunto no era competencia del juez de vigilancia. Pero Castro no le hizo caso y ¨¦l mismo, con ayuda de algunos funcionarios, indag¨® las quejas. Y comprob¨® que los presos ten¨ªan raz¨®n: la misma marca de leche o el mismo tipo de at¨²n, por ejemplo, eran bastante m¨¢s caros en la c¨¢rcel que en la calle. Consciente de los paup¨¦rrimos bolsillos de los presos, redact¨® un auto, muy fundamentado, ordenando al director de la c¨¢rcel que los precios del economato se ajustasen en el futuro "a los que fijan los grandes almacenes de Salamanca y Zamora".
Castro es miembro de la asociaci¨®n progresista y minoritaria en la carrera judicial Jueces para la Democracia. Como experto en Derecho Penitenciario, particip¨® en la redacci¨®n de las normas cuyo incumplimiento en el caso De Juana se le echa en cara desde el PP. Es decir, que se ha permitido a este etarra cumplir en su casa la condena restante a pesar de que ni se ha arrepentido de sus 25 muertes ni ha tratado de resarcir a las v¨ªctimas. Ambos requisitos son necesarios para acceder a la libertad condicional o al tercer grado, pero no para acceder al segundo grado (que es el otorgado a De Juana) con aplicaci¨®n del art¨ªculo 100.2 del Reglamento Penitenciario. Si el Gobierno hubiese pedido a Castro el tercer grado o la libertad condicional de De Juana, Castro "la habr¨ªa denegado, porque el terrorista incumple esos requisitos", afirman las citadas fuentes.
D¨ªas antes de autorizar el traslado de De Juana a un hospital de San Sebasti¨¢n, Castro se present¨® en el hospital Doce de Octubre de Madrid (donde el etarra era alimentado por la fuerza tras 110 d¨ªas en huelga de hambre) y habl¨® con los tres m¨¦dicos que le atienden, ajenos a Instituciones Penitenciarias. Los tres le dijeron que la posibilidad "de una muerte s¨²bita" rondaba la vida del preso. Araceli, funcionaria del juzgado de Vigilancia 3 de la plaza de Castilla de Madrid, anterior destino de Jos¨¦ Luis Castro, afirma: "Recuerdo que este juez resolv¨ªa en el mismo d¨ªa, incluso desbordados de trabajo, las propuestas que llegaban al juzgado sobre internos que ped¨ªan la libertad condicional por enfermedad. A veces ven¨ªa incluso por las tardes al juzgado para firmar un auto dando la libertad condicional a un preso ag¨®nico".
Castro es tambi¨¦n el primer juez de Espa?a que autoriz¨® a un preso a salir de permiso de la c¨¢rcel con un parche antidroga adosado al brazo. Si el interno consum¨ªa droga, el parche, que no pod¨ªa retirarse, le delataba segando sus futuros permisos. Ahora, lleva d¨ªas preocupado por la tormenta pol¨ªtica que ha levantado su decisi¨®n, pero sigue convencido de que es una medida legal y humana. Al caso le viene al pelo un viejo probervio jur¨ªdico: Dura lex, sed lex.
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