El ejemplo brit¨¢nico
El Gobierno de Londres cont¨® siempre con el apoyo de la oposici¨®n, tanto cuando murieron terroristas en huelga de hambre como cuando fueron excarcelados m¨¢s de 500
La furibunda indignaci¨®n desatada en Espa?a por la concesi¨®n de la prisi¨®n atenuada a I?aki de Juana no tiene parang¨®n en el caso de Irlanda del Norte, por dos motivos. Primero: cuando 10 presos del Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA) se pusieron en huelga de hambre, no se impidi¨® que murieran en la c¨¢rcel. Segundo: a?os m¨¢s tarde, el Gobierno brit¨¢nico liber¨® a m¨¢s de 500 terroristas, la mayor¨ªa de ellos mucho antes de que hubiesen completado el cumplimiento de sus condenas. En ambos casos, el Gobierno en el poder en Londres cont¨® con el apoyo del principal partido de la oposici¨®n.
La huelga de hambre, representada en la figura de Bobby Sands -el primero que muri¨®-, se llev¨® a cabo en 1981, cuando el Partido Conservador de Margaret Thatcher estaba en el poder. Las liberaciones de presos se produjeron durante el Gobierno laborista de Tony Blair. El primer caso, con un Sands transformado en m¨¢rtir de la causa republicana irlandesa, condujo a un recrudecimiento del conflicto terrorista, que dur¨® 17 a?os m¨¢s; el segundo fue el pre¨¢mbulo de la paz duradera que existe hoy. Esta misma semana se han celebrado elecciones en Irlanda del Norte, en un clima de normalidad igual al que se vive cuando la gente vota en Londres o Edimburgo.
Es bastante probable que el Gobierno espa?ol, al hacer sus c¨¢lculos sobre c¨®mo responder a la huelga de hambre de De Juana, haya tenido en cuenta el ejemplo irland¨¦s. Que tiene puntos de diferencia con el vasco. La pol¨ªtica interna de Irlanda del Norte ha sido m¨¢s compleja y conflictiva que la de Euskadi; a su vez, la dimensi¨®n brit¨¢nica del asunto, vista desde Londres, ha sido menos complicada que la espa?ola, vista desde Madrid.
Los problemas intr¨ªnsecos de Irlanda del Norte han sido m¨¢s complejos debido principalmente a que all¨¢ han vivido, codo con codo y odi¨¢ndose, dos comunidades divididas por la religi¨®n y la discriminaci¨®n econ¨®mica y social. Durante 300 a?os, los protestantes han explotado a los cat¨®licos, que han respondido recurriendo a las armas. A finales de los a?os sesenta se desat¨® un conflicto que dur¨® 30 a?os y se cobr¨® casi 4.000 vidas.
Londres nunca mantuvo una actitud pasiva. Decenas de miles de soldados brit¨¢nicos fueron enviados a Irlanda del Norte durante este periodo. Y despu¨¦s, cuando se pudo, hubo un decidido empe?o negociador para llegar hasta el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que puso fin al conflicto, aunque no fue hasta el a?o pasado cuando el IRA entreg¨® sus armas. En todo momento se mantuvo el consenso entre los principales partidos en el Parlamento de Londres.
Si eso fue as¨ª, fue en parte porque para los brit¨¢nicos hab¨ªa, aparentemente, menos en juego en Irlanda del Norte que para los espa?oles en el Pa¨ªs Vasco. La cuesti¨®n de Irlanda del Norte no ha tenido peso electoral en Gran Breta?a; si se hubiera convocado un refer¨¦ndum entre los brit¨¢nicos durante los 30 a?os del conflicto, sobre si Irlanda del Norte deb¨ªa permanecer o no dentro del Reino Unido, la mayor¨ªa posiblemente hubiera dicho que no. No interesaba lo suficiente.
Hace 10 a?os, cuando presos irlandeses -tan sanguinarios como De Juana- empezaron a ser liberados, no hubo manifestaciones en las calles de Londres, a pesar de que muchos estaban cumpliendo condenas por asesinato en el momento de su liberaci¨®n. Ni siquiera sali¨® la gente a la calle cuando se liber¨® a presos que en los a?os setenta hab¨ªan puesto bombas en tres pubs ingleses -dos en la ciudad de Birmingham y una en el condado de Surrey- que mataron a 24 personas por completo ajenas al conflicto. Ni tampoco hubo manifestaciones hace dos a?os, cuando se produjo la prematura salida de la c¨¢rcel de Sean Kelly, el autor de la colocaci¨®n de una bomba en una pescader¨ªa de Belfast que mat¨® a nueve personas, entre ellas una mujer y dos ni?os. Hubo cr¨ªticas en los peri¨®dicos, y pol¨ªticos de la oposici¨®n conservadora que disintieron de su partido; pero la oposici¨®n como bloque no conden¨® la liberaci¨®n de Kelly, como tampoco se hab¨ªa opuesto de manera sistem¨¢tica a la negociaci¨®n con los terroristas, ni a las medidas que se llevaron a cabo para que el proceso de negociaci¨®n triunfara.
Donde s¨ª hubo un rechazo permanente a la liberaci¨®n de los presos y a la negociaci¨®n con el IRA y sus aliados del Sinn Fein fue dentro de la misma Irlanda del Norte. Mientras que en el interior del Pa¨ªs Vasco se observa un consenso bastante amplio a favor del proceso de paz, los partidos protestantes en Irlanda del Norte -representantes de la mayor¨ªa- permanecieron en contra durante gran parte del tiempo. El Partido Unionista Democr¨¢tico (DUP) del reverendo Ian Paisley, cuya posici¨®n es la que m¨¢s se asemeja a la del PP, se mostr¨® inflexible contra la negociaci¨®n desde el principio hasta el fin. Cada preso del IRA liberado representaba una traici¨®n a las v¨ªctimas, una rendici¨®n al terrorismo. Cuando Sean Kelly sali¨® de la c¨¢rcel, el partido de Paisley denunci¨® "el cinismo" del Gobierno de Londres.
No le ha dado tan mal resultado esa pol¨ªtica, como quiz¨¢ se haya percatado la direcci¨®n del PP. El partido de Ian Paisley, un ferviente anticat¨®lico, ha sacado todos los beneficios pol¨ªticos del proceso de paz, al que siempre se opuso sin apenas pagar precio alguno -m¨¢s all¨¢ de hacer el rid¨ªculo frente al resto de Reino Unido y la comunidad internacional-. Irlanda del Norte vive hoy en paz. El reverendo Paisley puede caminar por la calle sin temor a que le maten. Y su partido ha ganado en las elecciones de esta semana para una nueva asamblea legislativa, llev¨¢ndose la gran mayor¨ªa de los votos protestantes, seguido de cerca por el Sinn Fein, que arras¨® entre los cat¨®licos.
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