Una peque?a luz al final del t¨²nel
La conferencia regional de seguridad celebrada ayer en Bagdad, como preparaci¨®n a la que tendr¨¢ lugar en el mes de abril en el ¨¢mbito ministerial, constituye el primer paso sensato en los ¨²ltimos dos a?os para tratar de revertir el proceso de degradaci¨®n pol¨ªtica y militar en el que se halla sumido Irak. Su aceptaci¨®n por EE UU, e incluso su promoci¨®n -ya que es m¨¢s que improbable que el primer ministro iraqu¨ª Al Maliki haya tomado la iniciativa de convocar esta conferencia sin la aprobaci¨®n de Washington-, marca un giro importante en la pol¨ªtica norteamericana hacia las v¨ªas diplom¨¢ticas y pol¨ªticas ante la evidencia de que no existe una soluci¨®n militar para el problema iraqu¨ª, reconocida incluso por el general Petraeus, m¨¢ximo responsable sobre el terreno de la coalici¨®n militar que ocupa Irak desde el a?o 2003.
Por primera vez desde noviembre de 2004, representantes de EE UU e Ir¨¢n se han sentado a la misma mesa, lo que es una excelente noticia en un momento en el que la tensi¨®n entre ambos pa¨ªses ha aumentado hasta l¨ªmites peligrosos. Este tipo de reuniones multilaterales pueden aprovecharse para establecer contactos bilaterales discretos, bloqueados hasta ahora entre ambos pa¨ªses por el rechazo iran¨ª a la condici¨®n previa de suspender el enriquecimiento de uranio, que podr¨ªan dar paso en el futuro a un di¨¢logo directo en l¨ªnea con las recomendaciones del informe Baker-Hamilton y, a trav¨¦s de ¨¦l, a la desactivaci¨®n de un conflicto potencial que podr¨ªa a?adirse al de Irak y tener consecuencias incalculables.
Los intereses de los participantes en la conferencia son, en cualquier caso, muy distintos. EE UU y el Reino Unido pretenden obtener de los vecinos de Irak, especialmente de Ir¨¢n y Siria, garant¨ªas para limitar el contrabando de armas, cerrar los campos de entrenamiento y controlar la infiltraci¨®n de combatientes. Por su parte, a los pa¨ªses ¨¢rabes e Ir¨¢n les interesa conseguir un calendario de retirada de las fuerzas de la coalici¨®n, aunque no todos est¨¦n de acuerdo en las condiciones y el ritmo de esa retirada. Cabe por tanto la posibilidad de que esta iniciativa se salde con un fracaso como fue el caso de su predecesora, que tuvo lugar en Sharm-el-Sheij auspiciada por Egipto, el 23 de noviembre de 2004. No obstante, las circunstancias actuales permiten albergar cierta esperanza de que podamos estar asistiendo al principio de una soluci¨®n.
En estos dos ¨²ltimos a?os EE UU y el Reino Unido han pasado de creer en la posibilidad de un Irak relativamente estable y prooccidental a intentar buscar una salida m¨¢s o menos digna que no deje a la zona en una situaci¨®n peor de la que estaba antes de la intervenci¨®n. Entre los vecinos de Irak, por su parte, se ha extendido el temor a que el enfrentamiento entre sun¨ªes y chi¨ªes se propague de forma incontrolada por la regi¨®n, pues todos tienen importantes minor¨ªas de uno u otro signo. Incluso el r¨¦gimen iran¨ª, beneficiado indirectamente por la implicaci¨®n del aparato militar estadounidense en Irak, ha mostrado su voluntad de desactivar el enfrentamiento sectario en la visita que hizo el pasado d¨ªa 3 de marzo el presidente iran¨ª Ahmadineyad al rey Abdul¨¢ de Arabia Saud¨ª.
Hay signos, por tanto, de que actualmente se dan las condiciones para que todos los actores implicados busquen sinceramente un camino para la paz, que s¨®lo puede llegar a trav¨¦s de un acuerdo pol¨ªtico interno entre todos los grupos ¨¦tnicos y religiosos iraqu¨ªes, avalado por los pa¨ªses ¨¢rabes y por Ir¨¢n, del mismo modo que los acuerdos de Taif pusieron fin a la guerra civil libanesa en octubre de 1989. El proyecto de ley sobre el reparto de los beneficios del petr¨®leo aprobado recientemente por el Gobierno de Bagdad podr¨ªa ser una pieza fundamental para la reconciliaci¨®n, si es sancionada por el dividido Parlamento iraqu¨ª en mayo. En el marco de este hipot¨¦tico acuerdo, Washington deber¨ªa por su parte renunciar definitivamente a mantener bases permanentes en Irak y anunciar un plan de retirada total de sus tropas que se implementar¨ªa progresivamente a medida que las sucesivas etapas de la hoja de ruta para la paz entraran en vigor.
Si se desaprovecha esta oportunidad la situaci¨®n s¨®lo puede empeorar. EE UU puede verse obligado a retirarse por razones de pol¨ªtica interna, dejando a Irak sumido en el caos y a la regi¨®n en un peligro de enfrentamiento total que tendr¨ªa graves repercusiones en el resto del mundo.
Jos¨¦ Enrique de Ayala, general de brigada en la reserva, fue segundo jefe de la divisi¨®n Centro-Sur en Irak.
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