De homologaciones
Hace poco, defend¨ª mi tesis doctoral en la Universidad de Alcal¨¢, sacando un sobresaliente cum laude, por lo que puedo ahora solicitar el t¨ªtulo de doctor en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica. Ir¨®nicamente, ¨¦ste ser¨¢ v¨¢lido en todo el planeta salvo en el pa¨ªs de su expedici¨®n. El problema es que el Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia se niega una y otra vez a homologar mis estudios de licenciatura, cursados hace unos 20 a?os en la Universidad de Amsterdam, alegando "documentaci¨®n incompleta". In¨²til aducir que durante 15 a?os he ense?ado literatura espa?ola en universidades y otros centros educativos neerlandeses, que he publicado varios libros de historia literaria, y que he traducido al holand¨¦s a autores como Calder¨®n, Quevedo, Cervantes, Unamuno y Borges. Para el MEC, lo ¨²nico que cuenta son documentos oficiales que atestig¨¹en minuciosamente fechas de ex¨¢menes, cargas lectivas, notas, en fin, todos los pormenores de asignaturas cursadas hace dos d¨¦cadas, de los que ni yo ni nadie se acuerda y que no constan en ning¨²n sitio.
Para poder convalidar mi t¨ªtulo, he contemplado la posibilidad de volver a cursar estudios de licenciatura, esta vez en Espa?a, pero el MEC me avisa de que para ello tendr¨¦ que homologar primero mis estudios de instituto, realizados tambi¨¦n en Holanda: imposible por las mismas razones. Al parecer, el ¨²nico camino que me queda para obtener el derecho legal a retomar mi profesi¨®n pasa por empezar desde cero.
La culpa no es del Ministerio. Es de una legislaci¨®n disparatada que condena al desempleo perpetuo a innumerables cient¨ªficos y estudiosos en este pa¨ªs.- Erik Coenen. Madrid.
En julio de 2006 inici¨¦ los tr¨¢mites para homologar mi t¨ªtulo de licenciada en Matem¨¢ticas, obtenido en la Universidad Estatal de Minsk, capital de Bielorrusia. Hace unos pocos d¨ªas se me comunic¨® que tal convalidaci¨®n no era posible por diferir los programas oficiales de mi pa¨ªs y Espa?a. Se pon¨ªan como ejemplo asignaturas que s¨ª figuran en mi curr¨ªculo, lo que me hace concluir que en el departamento ministerial encargado de estas cuestiones se trabaja o sin respeto a la verdad o sin ser experto en la materia: entre la mendacidad y la chapucer¨ªa.
Tama?o rigorismo evaluativo dice muy poco en favor de este pa¨ªs -al que estoy ligada por un v¨ªnculo matrimonial-, que parece encontrarse m¨¢s seguro yugulando las expectativas de trabajo de extranjeros con un grado de cualificaci¨®n sustancioso. La cerraz¨®n oficial me condena a que se me asigne el rid¨ªculo r¨®tulo de "estudios primarios incompletos", a m¨ª, que adem¨¢s hablo seis idiomas y tengo la carrera de piano. El ombliguismo fatuo que evidencia esta oficina es una muestra de alicorta soberbia de campanario, rancia y casposa, impropia de un pa¨ªs moderno con una sociedad abierta.
El nivel educativo de Espa?a adolece de graves carencias y puede alcanzar, especialmente en sus tramos inferiores, insondables simas que deber¨ªan sonrojar a quienes gestionan la ense?anza. Comp¨¢rese con el rendimiento escolar de un modesto pero digno pa¨ªs como Bielorrusia, u otros procedentes de la extinta URSS, como Rusia o Ucrania. Garantizo, para quien tenga el coraje intelectual de embarcarse en esa empresa, que se pueden obtener turbadores resultados para Espa?a, muy proclive a la endogamia corporativista, la arrogancia pueblerina y el ensimismamiento cultural.
Que nadie se ofenda. Amo a este pa¨ªs, pero sus pr¨¢cticas consuetudinarias abundan en la impostura y la soberbia del ignorante. He dado clases en un colegio universitario de Minsk durante siete a?os y aqu¨ª ni siquiera me quieren homologar un t¨ªtulo que, dicho sea de paso, es de factura superior al equivalente espa?ol.
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