Poes¨ªa y cante
Marina Heredia present¨® en Madrid su nuevo disco, titulado La voz del agua. Un disco en el que compagina letras de famosos poetas con el cante flamenco. Alberti y Bergam¨ªn, por ejemplo, son de los que est¨¢n, con sendos poemas hermosamente musicados por Jos¨¦ Quevedo, El Bola. Nunca fui a Granada es el de Alberti, e Illo y Romero, el de Bergam¨ªn. Los dos llevan una m¨²sica bien flamenca, que la cantaora interpreta con entusiasmo y jondura.
No todo el disco es sobre poes¨ªa. Hay cantes que llevan letras normales, y otros no incluidos en ¨¦l que Marina canta con letras tradicionales del flamenco, como la sole¨¢ y la malague?a con fandangos del Albaic¨ªn. En general mezcla los estilos, introduciendo sobre palos perfectamente flamencos otros g¨¦neros que no pasan de ser aflamencados. Hay hasta un tango americano, el de las madres locas de Carlos Cano.
La voz del agua
Cante: Marina Heredia. Guitarras: El Bola y Luis Mariano. Percusi¨®n: Paquito Gonz¨¢lez. Piano: Fidel Cordero. Bajo y contrabajo: Popo. Viol¨ªn: Alexis Lefebre. Teatro Calder¨®n. Madrid, 13 de marzo.
Marina Heredia, a quien no o¨ªamos desde hace a?os, se nos presenta como una cantaora muy capaz y completa. Quiz¨¢ le falta poner un ¨¢tomo m¨¢s de emoci¨®n, con lo que ganar¨ªa muchos enteros en sus interpretaciones. Pero hay cosas que hace estupendamente bien. Por ejemplo, el cante final por ton¨¢s, realmente espl¨¦ndido, o el cante por sole¨¢, que bord¨® poni¨¦ndole rajo y flamencura. Es cantaora de voz fresca y poderosa, por lo que no se le puede regatear el elogio en este cap¨ªtulo de su quehacer profesional. Tanto es as¨ª que canta siempre poniendo la voz arriba, olvid¨¢ndose de los bajos habitualmente.
Otro dato a aportar sobre esta cantaora es su conocimiento de los cantes, que maneja con soltura pese a que la introducci¨®n del acompa?amiento por un grupo bastante nutrido de m¨²sicos la lleve a veces a flamenquizar ligeramente algunos palos, lo que no debe ser tomado en detrimento suyo. El grupo le hizo un acompa?amiento siempre eficaz, aunque donde m¨¢s nos gust¨® ella fue en la sobriedad del solo de las guitarras o, incluso, el piano.
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