22 familias conviven con el campus de la Ciutadella de la Pompeu Fabra
La marcha de los vecinos condiciona la expansi¨®n de la universidad
Es un rinc¨®n singular en Barcelona. Donde empieza la calle de Wellington, justo frente al zoo, reina la calma. Apenas hay ruido, salvo la algarab¨ªa de los animales del otro lado de la tapia y el deslizamiento de los tranv¨ªas en una calle vedada a los coches. Disfrutan de esa calma los estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra y las 22 familias que todav¨ªa residen en las antiguas viviendas militares. La cohabitaci¨®n es obligada.
Carlota es una de esas residentes. Viuda de un teniente, es la ¨²nica que vive- junto con un hijo y un nieto- en el edificio del n¨²mero 24 de la calle de Wellington. Su piso tiene 300 metros cuadrados y, naturalmente, no se quiere ir de all¨ª. "Nos ense?aron unos pisos en la Sagrera. Ten¨ªas tres o cuatro habitaciones, pero no te pod¨ªas ni revolver y no cab¨ªan los muebles", afirma con rotundidad. Dice que los pisos de Wellington son tan grandes porque las familias de los militares sol¨ªan ser numerosas: "Una antigua vecina ten¨ªa 18 hijos".
Ella es una de las 22 familias que han preferido quedarse. Lleva 42 a?os viviendo en ese cas¨®n que tiene una trasera de esbeltas columnas de hierro. Pese a que est¨¢n muy deterioradas, se nota el se?or¨ªo de las fachadas de esas casas. Las que est¨¢n en la siguiente manzana, hacia el norte, no tienen tanto empaque: "Es que en estas escaleras [una de ellas es la suya] viv¨ªan los militares de m¨¢s graduaci¨®n". Hay telas met¨¢licas en los aleros del tejado y se ven algunas grietas. Siempre han vivido de alquiler. Primero pagaban al Ministerio de Defensa y luego a la Pompeu Fabra. Las viviendas son centenarias y se construyeron poco despu¨¦s que los cuarteles, en 1887, despu¨¦s de derribar la fortaleza.
La universidad adquiri¨® en 1992 el acuartelamiento de Jaume I y Roger de Ll¨²ria -transformadas en el campus de la Ciutadella- y las viviendas que dan a la calle de Wellington. Ocupaban dos manzanas y en ellas viv¨ªan a principios de la d¨¦cada de los noventa 124 familias de militares.
La universidad negoci¨® con los residentes diferentes f¨®rmulas para liberar los bloques y convertirlos en centros docentes. Indemnizaciones, ayudas econ¨®micas y realojos en r¨¦gimen de alquiler. Pero no todos aceptaron y los 22 que quedan parece que est¨¢n decididos a resistir. La Pompeu Fabra, no obstante, no tira la toalla y no desiste de llegar a acuerdos que permitan liberar el espacio.
El Campus Ciutadella, dedicado a ciencias sociales y humanidades, tiene 6.800 estudiantes y unos 700 profesores. "No hay un plan de etapas concreto de crecimiento porque no se sabe cu¨¢ndo se liberar¨¢n los espacios", explica el portavoz de la universidad. Est¨¢ proyectado un conjunto de tres edificios de los que uno est¨¢ en construcci¨®n, en la esquina con Ram¨®n Turr¨® y obra de Juan Navarro Baldeweg. Resultar¨¢ espectacular no s¨®lo por el contraste con los edificios de viviendas en pie, sino porque la fachada ser¨¢ de vidrio sostenida por una estructura de aluminio.
Otro edificio de las viviendas, el que ocupaba el n¨²mero 32, ya no existe y en el solar todav¨ªa hay cascotes y material del derribo. "?Te parece bonito como est¨¢?", se exclama Carlota. Se queja de que "por lo menos" pod¨ªan haberlo dejado en pie, y tambi¨¦n de que no quieren -se refiere a la universidad- pintar las fachadas y de que quitan los balcones a los pisos que se quedan vac¨ªos.
La Pompeu Fabra reconoce que ha tenido ¨¦pocas muy tormentosas con los vecinos. Y Carlota, que como otros ech¨® mano de abogados, tambi¨¦n. Es una relaci¨®n de vecindad compleja y de momento obligada.
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