Contra la amenaza interior
EL PA?S entrega ma?ana 'Men in black', con Will Smith, y el domingo, 'El patriota', con Mel Gibson, por 5,95 euros cada una
Hombres de negro. Tipos sin escr¨²pulos. Investigadores ultrasecretos gubernamentales que, seg¨²n la tradici¨®n folcl¨®rica ufol¨®gica, se encargan de hacer desaparecer cualquier prueba sobre la existencia de extraterrestres. No dejan ni rastro de los ovnis. Siempre de traje negro, opacas gafas de sol, con coches oscuros, a ser posible Cadillac, de modales educados aunque contundentes, estos guardianes amedrentan y confunden a los testigos de extra?os acontecimientos. Tambi¨¦n, por supuesto, est¨¢n involucrados en cualquier teor¨ªa conspirativa: cambian o eliminan las pruebas para que no salgan a la luz los aut¨¦nticos organizadores de accidentes, asesinatos y atentados. Tras innumerables pruebas irrefutables de su existencia en tebeos y series de televisi¨®n, les lleg¨® el turno de protagonizar una pel¨ªcula.
Men in black fusiona por igual ingredientes de Cazafantasmas y de Arma letal: buddy movies (pel¨ªculas de colegas) con mucho de ciencia-ficci¨®n. En 1997, a?o de su estreno, Will Smith ya estaba encumbrado, gracias a Independence day y a Polic¨ªas rebeldes, en la categor¨ªa de actores A: sueldos estratosf¨¦ricos, capacidad de elegir director y primera opci¨®n sobre guiones atractivos. Y, sin embargo, ¨¦ste no pas¨® por su representante. Las posibles combinaciones manejadas en Hollywood fueron: Chris O'Donnell y Clint Eastwood, David Schwimmer (Ross en Friends) y Clint Eastwood dirigidos por Quentin Tarantino... Todos lo fueron rechazando hasta que los personajes de los agentes J y K recayeron en Will Smith y Tommy Lee Jones. Sabia elecci¨®n. A priori no pegan ni con cola -uno de los mandamientos de las buddy movies-, en pantalla provocan chispas con sus discusiones y su humor -otra de las prescripciones de esta clase de filmes-. J y K nos ense?an un Nueva York oculto, en el que conviven todo tipo de razas alien¨ªgenas (como apunta el libro Gu¨ªa del autoestopista gal¨¢ctico, conducir un taxi en la Gran Manzana es una buena manera de ganarse la vida para un extraterrestre). Son hombres de negro y vigilan que no existan conflictos entre tanto bicho extra?o. Bajo la batuta de Barry Sonnenfeld (ex director de fotograf¨ªa de los hermanos Coen), Men in black deviene en un espect¨¢culo hilarante con referencias a todo tipo de filmes de ciencia-ficci¨®n y un homenaje a la est¨¦tica retrofuturista.
Eso, el s¨¢bado. El domingo toca luchar junto a Mel Gibson en El patriota. Cuando a un granjero de Carolina del Sur le tocan las narices, uno s¨®lo puede esperar lo peor. En este caso, los tocadores son los soldados ingleses en la Guerra de Independencia estadounidense. Gibson hizo suyo un gui¨®n que llevaba a?os dando vueltas por los grandes estudios, y que hab¨ªa sufrido 17 reescrituras. Harrison Ford lo hab¨ªa rechazado porque crey¨® que el libreto hab¨ªa degenerado de drama hist¨®rico a thriller vengativo. A Gibson le import¨® m¨¢s aumentar los hijos de su personaje, de seis a siete, porque ¨¦l tiene siete; radicalizar al antagonista, el coronel Tavington, hasta hilarantes grados de crueldad, e indirectamente eliminar posibles rivales interpretativos: su sueldo, 25 millones de d¨®lares, impidi¨® que el estudio pudiera pagar a Kevin Spacey y en su lugar contrataron a Jason Isaacs como Tavington. Heath Ledger estaba empezando en Hollywood. ?l y Jake Gyllenhaal disputaron hasta el ¨²ltimo minuto el personaje de hijo mayor de Gibson, el chaval que enciende la mecha de la venganza. Gan¨® el rubio. A?os despu¨¦s coincidieron en Brokeback Mountain. El patriota es un espect¨¢culo al m¨¢s puro estilo Hollywood: acci¨®n a raudales, aventuras para disfrutar, mucho manierismo en la direcci¨®n, obra de Roland Emmerich. Y una defensa a ultranza de la familia, que para ella va destinada El patriota.
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