De camino hacia un sue?o
Dec¨ªa Gerardo Diego que lo que un d¨ªa intuimos o so?amos es la sola verdad. Durante siglos, las mujeres hemos sido relegadas a la invisibilidad p¨²blica, limitadas al espacio dom¨¦stico y privadas de toda autonom¨ªa. Frecuentemente exaltadas como objeto puramente est¨¦tico, y m¨¢s a menudo simplemente ignoradas como verdaderos sujetos, las mujeres hemos sido durante demasiado tiempo las grandes olvidadas de la historia, de una historia que tambi¨¦n nosotras hac¨ªamos pero que no se nos permit¨ªa escribir y en cuyo relato no aparec¨ªamos. Durante casi toda nuestra historia, para muchas mujeres la igualdad no pasaba de ser eso, una verdad encerrada en un sue?o hermoso, tan hermoso que val¨ªa la pena luchar por ¨¦l.
Hace ya casi un siglo que se conmemora esa lucha de las mujeres por la igualdad celebrando, en este mes de marzo, el D¨ªa Internacional de la Mujer, y justo es reconocer que en estos casi cien a?os hemos avanzado mucho. Las mujeres hemos obtenido los derechos pol¨ªticos y sociales que nos corresponden por naturaleza, nos hemos incorporado al mercado laboral, hemos logrado que se reconozca legalmente nuestro derecho a la igualdad. Tambi¨¦n hemos visto extenderse la convicci¨®n de que el futuro pasa por el reconocimiento pleno de los derechos de las mujeres.
Desde la Convenci¨®n sobre la Eliminaci¨®n de Todas las Formas de Discriminaci¨®n Contra la Mujer, aprobada en 1979 por la Asamblea General de Naciones Unidas y ratificada por Espa?a en 1983, hasta las conferencias de Nairobi en 1985, El Cairo en 1994, Beijing en 1995, o el propio Tratado de Amsterdam que convirti¨® la igualdad en un principio fundamental de la UE, son incontables las cumbres, encuentros y acuerdos internacionales que dan prueba del enorme avance en el reconocimiento del derecho a la igualdad. Todo ello ha generado un nivel de autonom¨ªa y un grado de libertad como nunca antes hab¨ªamos disfrutado.
Y sin embargo, pese a ese enorme avance, la desigualdad y la discriminaci¨®n persisten de un modo inaceptable. En nuestro propio pa¨ªs, las mujeres seguimos enfrent¨¢ndonos a tasas de desempleo superiores a las de los hombres, salarios m¨¢s bajos, escasa presencia en los puestos de responsabilidad, mayor precariedad laboral. Seguimos soportando la carga principal de conciliar actividad profesional y familiar y sufriendo la infamia de la violencia de g¨¦nero.
Nos encontramos as¨ª ante la evidencia de que no basta con proclamar la igualdad para que ¨¦sta se convierta en realidad. Sin embargo, tambi¨¦n es una evidencia que la discriminaci¨®n y la desigualdad no son algo natural, sino que son el producto de situaciones y estructuras sociales, de normas y pautas de comportamiento, profundamente injustas, son el fruto de la acci¨®n humana y por tanto est¨¢ en nuestra mano ponerles remedio.
Hace unos d¨ªas nuestro pa¨ªs ha acogido el Segundo Encuentro de Mujeres Espa?olas y Africanas, y hab¨ªa un denominador com¨²n en todas y cada una de las intervenciones: para que la igualdad sea una realidad no basta con que figure en las Constituciones, "hay que actuar" -se o¨ªa una y otra vez-, hay que tomar medidas, hay que usar las herramientas que nos proporciona la pol¨ªtica.
En Espa?a contamos hoy con un Gobierno que ha hecho de esa convicci¨®n, la de que hay que trabajar por la igualdad, una de las premisas de su acci¨®n pol¨ªtica. Resulta significativo que la primera ley de este Gobierno fuese la Ley Integral contra la Violencia de G¨¦nero, y desde entonces hemos avanzado mucho.
Hacer balance de las iniciativas adoptadas en esta legislatura excede con mucho el espacio de este art¨ªculo, ya que van desde medidas para favorecer el acceso y la estabilidad en el empleo femenino, hasta el aumento de fondos destinados a formaci¨®n e investigaci¨®n, el acceso a las nuevas tecnolog¨ªas o la important¨ªsima Ley de Dependencia, con la que hemos profundizado enormemente en nuestro compromiso con la plasmaci¨®n real del derecho a la igualdad.
Ayer, con la aprobaci¨®n en el Congreso de la Ley Org¨¢nica para la Igualdad Efectiva de Hombres y Mujeres, nuestro pa¨ªs ha
dado un paso hist¨®rico en ese compromiso. El propio enunciado de la ley ya se?ala su vocaci¨®n de hacer realidad el derecho a la igualdad consagrado por el art¨ªculo 14 de nuestra Constituci¨®n.
Se trata, por tanto, de una ley ambiciosa que tiene una intenci¨®n eminentemente pr¨¢ctica: busca crear las condiciones materiales para la realizaci¨®n efectiva de la igualdad de g¨¦nero proyectando ese principio de igualdad sobre toda la sociedad, incidiendo especialmente en los ¨¢mbitos educativo, sanitario, art¨ªstico y cultural, la sociedad de la informaci¨®n, el desarrollo rural, la vivienda, el deporte, la ordenaci¨®n del territorio o la cooperaci¨®n internacional para el desarrollo, as¨ª como haciendo de la igualdad un principio esencial en la formulaci¨®n de pol¨ªticas, la actuaci¨®n de todos los poderes p¨²blicos y la interpretaci¨®n de las normas.
Y en ese compromiso con el logro de la igualdad real, la propia norma establece instrumentos adecuados. Una de sus grandes innovaciones es el denominado principio de presencia equilibrada. Este principio, que implica que la presencia de hombres o mujeres no supere el 60% ni sea inferior al 40%, es esencial en el logro de que el derecho a la igualdad encuentre una plasmaci¨®n efectiva. Se garantiza as¨ª la igualdad en los ¨®rganos directivos de la Administraci¨®n General del Estado y en las candidaturas pol¨ªticas. Se asegura as¨ª una representaci¨®n equilibrada de ambos sexos en los ¨®rganos y cargos de responsabilidad, del mismo modo que en el Parlamento.
Tambi¨¦n en el ¨¢mbito laboral supone esta ley un gran avance. Como resultado del di¨¢logo con los interlocutores sociales, la norma dedica una atenci¨®n especial a la lucha contra toda forma de discriminaci¨®n de g¨¦nero, contra el acoso y contra la desigualdad en el ¨¢mbito de las relaciones laborales, promoviendo la presencia equilibrada en los consejos de administraci¨®n de las empresas, estableciendo el deber de las empresas de m¨¢s de 250 trabajadores de negociar planes de igualdad y fomentando su implantaci¨®n en las peque?as y medianas empresas.
Son poderosas herramientas que nos permitir¨¢n actuar inmediatamente contra toda forma de discriminaci¨®n y que en un corto plazo contribuir¨¢n de un modo fundamental a convertir el derecho a la igualdad en una realidad cotidiana y al progreso de nuestro pa¨ªs, ya que la equidad de g¨¦nero es una exigencia de principio, es una exigencia ¨¦tica de justicia, pero tambi¨¦n es una pol¨ªtica inteligente y rentable desde el punto de vista econ¨®mico y social.
Hay quienes han dicho que esta norma es intervencionista y quienes consideran que es innecesaria, ya que "dando tiempo al tiempo" alcanzaremos la igualdad real. Creo sinceramente que cometen una enorme injusticia. ?Cu¨¢nto tiempo m¨¢s habr¨ªa que esperar?, ?cu¨¢ntas generaciones m¨¢s de mujeres sufrir¨ªan discriminaci¨®n, desigualdad y violencia? Cuando se habla de derechos fundamentales no caben puntos suspensivos. Las mujeres ya hemos esperado bastante, hemos esperado demasiado, llevamos siglos esperando. La igualdad de las mujeres hay que construirla, podemos construirla, desde aqu¨ª y desde ahora. Tenemos las herramientas y la voluntad para ello.
Sin embargo, somos conscientes de que eliminar los prejuicios, las costumbres y las injusticias hist¨®ricas requiere cambios profundos en pautas de pensamiento que en muchos casos se encuentran arraigadas en estructuras sociales profundamente desiguales. Por ello, esta ley contempla actuaciones decididas en ¨¢mbitos como la educaci¨®n, la creaci¨®n art¨ªstica e intelectual, o los medios de comunicaci¨®n. Haciendo del principio de igualdad un elemento central en los curr¨ªculos y en todas las etapas educativas, eliminando contenidos sexistas, promoviendo la paridad en los ¨®rganos consultivos, cient¨ªficos y de decisi¨®n, fomentando una imagen igualitaria en los medios de comunicaci¨®n, avanzamos en el cambio de esas pautas de comportamiento, de esa estructura profunda que es el vivero de la discriminaci¨®n y la violencia contra las mujeres.
Actuando as¨ª estamos extendiendo derechos, ampliando los espacios de libertad e igualdad de los hombres y mujeres de nuestro pa¨ªs. Por todo ello, ¨¦sta es una ley hist¨®rica que sit¨²a a nuestro pa¨ªs en la vanguardia mundial de la lucha contra la discriminaci¨®n de g¨¦nero y nos convierte en un referente internacional en la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s justa, en la que hombres y mujeres puedan desarrollarse plena y libremente.
Clara Campoamor, defendiendo el voto para las mujeres, dijo que se enorgullec¨ªa "con la idea de que sea mi Espa?a la que alce esa bandera de liberaci¨®n de la mujer". Hoy, 75 a?os m¨¢s tarde, podemos decirlo de nuevo. Hoy Espa?a vuelve a alzar la bandera de la igualdad ante el mundo entero. Creo que podemos sentirnos orgullosas y orgullosos de ello.
Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega es vicepresidenta primera del Gobierno.
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