La soledad tiene rostro
La obra del fot¨®grafo holand¨¦s Erwin Olaf no suele dejar indiferente a casi nadie. Genera grandes adhesiones y tambi¨¦n fuertes rechazos, estos ¨²ltimos debidos sobre todo a su manera directa y expl¨ªcita de abordar temas como el sexo, el deseo, la belleza y la violencia, una libertad y desinhibici¨®n que en su caso siempre han ido acompa?adas de una incisiva cr¨ªtica de la hipocres¨ªa social, los tab¨²es, la doble moral o el abuso consumista; en definitiva, todo aquello que la sociedad contempor¨¢nea todav¨ªa acostumbra a ocultar o enmascarar aun a sabiendas de que ocupa un espacio esencial, no s¨®lo en nuestras vidas, sino en la propia estructuraci¨®n de nuestra sociedad. Lo curioso es que esta posici¨®n, desarrollada en su trabajo art¨ªstico, coexista, en el caso de Erwin Olaf, con una destacada trayectoria como fot¨®grafo de publicidad.
Los protagonistas de estar historias incompletas est¨¢n aislados, encerrados en s¨ª mismos
"Tienen un muro invisible alrededor suyo, autoconstruido o impuesto por la sociedad"
Si algo caracteriza su trabajo es el paralelismo entre su obra art¨ªstica y los encargos profesionales en los campos m¨¢s diversos. De hecho, muchas personas habr¨¢n visto im¨¢genes suyas, en m¨²ltiples anuncios, sin saber que es ¨¦l quien las ha realizado. Basta enumerar algunas de las marcas o compa?¨ªas para las que ha ideado campa?as publicitarias para darse cuenta del destacado lugar que ocupa: Nokia, BMW, Nintendo, Microsoft, Virgin, Camel, Heineken, Diesel, Levi’s, Audi o Silk Cut, entre otras muchas. Dos de sus campa?as (Diesel y Heineken) han recibido el Le¨®n de Plata en el Festival de Publicidad de Cannes. Pero adem¨¢s, como un verdadero todoterreno de la imagen, ha realizado v¨ªdeos musicales, portadas de discos, carteles teatrales, v¨ªdeos para el Ballet Nacional de Holanda, una serie de nueve im¨¢genes titulada Bodyparts para los servicios de la discoteca Roxy en Amsterdam, o ha dise?ado, junto al prestigioso arquitecto Rem Koolhaas, unos lavabos p¨²blicos en Groningen. Entre sus ¨²ltimos trabajos destaca la realizaci¨®n, en 2005, del prestigioso calendario que cada a?o hace la marca de caf¨¦ Lavazza, y que ha sido encargado en otras ediciones a fot¨®grafos como Helmut Newton o David LaChapelle.
Existe, no obstante, una unidad de estilo que recorre su obra. La provocaci¨®n, la fantas¨ªa, el erotismo, la s¨¢tira y el humor est¨¢n presentes en todos sus trabajos, servidos por una producci¨®n visual muy sofisticada y una depurada ambientaci¨®n. Los referentes visuales que impregnan sus im¨¢genes tienen or¨ªgenes muy diversos, pero perfectamente ensamblados, desde la pornograf¨ªa a la moda, pasando por la historia de la pintura, la contracultura, el pop o el cine de autores como David Lynch y Brian de Palma.
Aunque en sus propuestas art¨ªsticas se ha inclinado en los ¨²ltimos a?os hacia el v¨ªdeo y la instalaci¨®n, el n¨²cleo de su trayectoria es esencialmente fotogr¨¢fico. Entr¨® muy pronto en contacto con la obra de Robert Mapplethorpe, cuya influencia se deja notar enormemente en algunos de sus primeros trabajos en blanco y negro, especialmente en una temprana serie de autorretratos y en la serie Squares. Poco despu¨¦s, con las im¨¢genes reunidas en Chessmen, an attempt to play the game (1988) y Ten tables (1993), ya comienza a desarrollar el universo exuberante, fant¨¢stico, y en cierta medida surrealista, que le caracteriza. En estos momentos de su carrera, con unas atm¨®sferas cercanas a las obras de Jan Saudek y Joel-Peter Witkin, sus fotograf¨ªas se centran en una sexualidad plagada de juegos de poder, dominaci¨®n y sumisi¨®n, explorando ya modelos de belleza y erotismo al margen de los c¨¢nones establecidos.
Un grupo de cuatro series posteriores, relativamente afines en sus intenciones y estilo, definir¨¢ el cuerpo central de la obra de Erwin Olaf. Se trata de Mind of their own (1995), un conjunto de retratos de ni?os con discapacidad mental que se convierte en una exaltaci¨®n de la belleza y de la fuerza de la mirada; Mature (1999), que tiene como protagonistas a mujeres de 60 a 90 a?os, maquilladas y vestidas para convertirse en ejemplos de belleza y erotismo, que sirven para poner en perspectiva la industria de los modelos fotogr¨¢ficos, “demasiado pasada de la raya y sobrevalorada”, en palabras de Olaf; Fashion victims (2000), en la que una serie de hombres y mujeres desnudos, que encarnan a la perfecci¨®n el ideal del sex-symbol, aparecen con la cabeza cubierta con bolsas de conocidas marcas, y que se convierte en un pronunciamiento contra el consumismo desmedido y la tiran¨ªa de la moda, y, por ¨²ltimo, Royal blood (2000), un grupo de retratos imaginarios de algunas v¨ªctimas violentas de la historia instantes despu¨¦s de su muerte, como Lady Di, Mar¨ªa Antonieta, Sissi o Julio C¨¦sar, que nos remiten al gusto por las tragedias y el melodrama en la sociedad actual. Viendo en su conjunto este grupo de trabajos, no es extra?o o¨ªr al propio Erwin Olaf declarar que su autor preferido es David LaChapelle o demostrar su admiraci¨®n por Helmut Newton y su sinceridad a menudo cruda y sin piedad.
A partir de este momento, su obra se carga de cierto pesimismo y negrura con las series Paradise (2001) y Separation (2003). La primera, que consiste en siniestras im¨¢genes de una fiesta nocturna con aire de pesadilla, transmite un sentimiento de locura perversa y decadencia. El erotismo se vuelve negro, y en absoluto l¨²dico o excitante, el poder sexual se convierte en el s¨ªmbolo del abuso. Separation, por su parte, es un trabajo que anuncia un cambio radical en su obra. Las im¨¢genes que lo componen muestran la relaci¨®n entre dos personajes con aire futurista, una madre y su hijo, en un ambiente cerrado y opresivo. Como el propio Olaf declara, estas fotos “est¨¢n en relaci¨®n directa con el hecho de decir adi¨®s y con el sufrimiento por las p¨¦rdidas en la vida. Es un adi¨®s simb¨®lico hecho despu¨¦s de la muerte de mi padre. He realizado y empleado esta serie como una especie de terapia”.
Inmediatamente despu¨¦s realiza, entre 2004 y 2005, las series Rain y Hope. ?stas muestran una madurez de nuevo cu?o en su obra, tanto en el estilo formal como en los temas que aborda. Se trata de dos trabajos absolutamente relacionados, que forman en la pr¨¢ctica una unidad, y que agrupan dos tipos de fotograf¨ªas: una serie de escenas m¨¢s o menos cotidianas, protagonizadas por personajes corrientes, situadas en un tiempo que remite vagamente a los a?os sesenta, en las que el tiempo y la acci¨®n aparecen detenidos; y un conjunto de retratos de los personajes que aparecen en esas mismas escenas.
La atm¨®sfera es introspectiva, habla de soledades e incomunicaciones, de pasividad e impotencia, de tiempo de espera. Los protagonistas de estas historias incompletas no mantienen ninguna relaci¨®n entre ellos, est¨¢n aislados o encerrados en s¨ª mismos. No parecen esperar nada extraordinario, quiz¨¢ otro momento exactamente igual al que acaban de vivir. La aparente estabilidad y felicidad que describe su entorno, o su propia pasividad, parecen ocultar un murmullo interior que habla de vidas solitarias, previsibles, o acaso de callada desesperaci¨®n y desencanto. No hay expectativas, tan s¨®lo una especie de serenidad pasiva, de tiempo detenido en interiores fr¨ªos, p¨¢lidos y depurados. Como se?ala el propio Olaf, “es cada uno quien tiene un muro invisible construido alrededor suyo, bien sea autoconstruido o impuesto por la sociedad”.
Inevitablemente, estas im¨¢genes remiten a una serie de referentes visuales tremendamente influyentes: el melodrama cl¨¢sico americano de Douglas Sirk o John Stahl o la pintura de Edward Hopper. De hecho, se podr¨ªa describir la atm¨®sfera de estas fotograf¨ªas, al igual que ocurr¨ªa en los cuadros de Hopper, como la manifestaci¨®n “de una atm¨®sfera desprovista de aire”. Pero el mismo Erwin Olaf da algunas pistas realmente esclarecedoras sobre el origen de estas im¨¢genes: “Todo empez¨® con los dibujos de Norman Rockwell. Me gusta ese tipo de sentimiento nost¨¢lgico. Originalmente, quer¨ªa hacer algo realmente feliz, despu¨¦s de la depresi¨®n de mi ¨²ltima serie, Separation. As¨ª que el punto de partida fue que todo el mundo iba a ser bello, y ped¨ª a los modelos que actuaran de forma divertida. Pero aquello, de alguna forma, empez¨® a ser terrible, me di cuenta de que era un mundo que se hab¨ªa desvanecido. Entonces simplifiqu¨¦ radicalmente las im¨¢genes. Ahora cada cual est¨¢ esperando exactamente nada, es el momento despu¨¦s de la felicidad. Ha sido tambi¨¦n un proceso dif¨ªcil, porque por primera vez he trabajado sin proponerme el uso del erotismo o ning¨²n chiste sexual”.
Sus palabras dejan clara la inflexi¨®n que este trabajo supone en sus planteamientos. Pero si algo conecta estas im¨¢genes con toda su obra anterior es su persistente af¨¢n por construir un comentario cr¨ªtico sobre la sociedad y los valores imperantes, en este caso, sobre la ambig¨¹edad de las apariencias, sobre la superficie tranquila y la tormenta interior silenciosa, sobre lo familiar y conocido que se vuelve ajeno y extra?o.
El n¨²mero cuatro de la revista ‘C International Photo Magazine’, editada por Ivory Press, recoge la obra de fot¨®grafos como Erwin Olaf, Allen Ginsberg, Sandy Skoglund, LaChapelle, Trent Parker, Jonas Bendiksen y la artista Marina Abramovic.
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