Normalizaci¨®n de vascos
Dos premisas fatales, bien extendidas, explican nuestras tendencias depresivas. Primera: los vascos vivimos en anormalidad. La puntilla: tenemos que normalizarnos a la voz de ya. Como es dif¨ªcil discrepar de ambos lugares comunes, que repetimos desde hace treinta a?os, concluimos que somos unos tarados cong¨¦nitos y que ni nuestros pol¨ªticos nos curar¨¢n. ?Treinta a?os? Ocasi¨®n hubo en que el lehendakari, ducho en nuestros padecimientos nacionales, precis¨® que lo de la ausencia de normalidad nos viene de siglo y medio o as¨ª, y que el s¨ªntoma de tal rareza fue el advenimiento del nacionalismo, idea curiosa que forma parte del imaginario nacionalista.
Lo nuestro no es normal y hay que hacer algo: en esto hay consenso. Transcribo de los ¨²ltimos tiempos: "Imaz aboga por lograr un proceso de normalizaci¨®n pol¨ªtica"; seg¨²n Ibarretxe "la tregua" (?) servir¨ªa para "lograr una mesa que negocie un acuerdo para la normalizaci¨®n"; Patxi L¨®pez afirmaba en junio que "se dan las condiciones para abordar el proceso de normalizaci¨®n pol¨ªtica"; Mar¨ªa San Gil dec¨ªa en su campa?a electoral que buscar¨ªa "la normalizaci¨®n democr¨¢tica de Euskadi"; para Errazti "el n¨²cleo del debate sobre la normalizaci¨®n es la soberan¨ªa"; Arnaldo amenazaba en verano que "los socialistas tratan de desvirtuar el contenido de un futuro acuerdo para la normalizaci¨®n pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco"; y hasta Madrazo pontific¨® en la materia ("deber¨ªa haber dos consultas, una que abra y otra que cierre la normalizaci¨®n").
No s¨®lo los nuestros, tambi¨¦n los Grandes Jefes est¨¢n de acuerdo con que nuestra anomal¨ªa no puede ser. Zapatero ha fijado "cinco principios para la normalizaci¨®n de la vida pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco", coincidiendo bastante con su predecesor Aznar, para el que en 1998 "el proceso de normalizaci¨®n corresponde, en primer t¨¦rmino, a las instituciones y a todas las fuerzas pol¨ªticas vascas sin ning¨²n tipo de excepci¨®n". Todos los presidentes se parecen (mientras lo son).
Por una vez los mandos est¨¢n de acuerdo: somos anormales y tenemos que normalizarnos. No se feliciten por tal armon¨ªa. Esto de la normalizaci¨®n, en los t¨¦rminos que hoy se usa, constituye una majader¨ªa de tomo y lomo, de esas patochadas que hacen fortuna a fuerza de repetirlas a coro, una gansada de las que carga el diablo.
La idea de que tenemos que normalizarnos viene de la transici¨®n. El Consejo General Vasco hablaba de que "el ¨²nico cauce posible para la pacificaci¨®n y normalizaci¨®n del Pa¨ªs Vasco pasa por la participaci¨®n de nuestro pueblo en las consultas electorales". Dicho sea sin ¨¢nimo de avergonzar, el PSOE y el PNV (y otros) coincid¨ªan en 1978 en que "la consecuci¨®n de un Estatuto Nacional de Autonom¨ªa para Nabarra, Araba, Gipuzkoa y Biz-kaia es una soluci¨®n urgente que reclamamos como premisa imprescindible para la normalizaci¨®n de la vida pol¨ªtica de Euzkadi". Criaturas. Y el PNV aseguraba en v¨ªsperas del refer¨¦ndum de 1979 que el Estatuto "es la v¨ªa de normalizaci¨®n de la vida vasca y la restauraci¨®n de la convivencia". Siguieron luego innumerables llamamientos a normalizarnos. El nombre oficial del Pacto de Ajuria-Enea fue el de "Acuerdo de Normalizaci¨®n y Pacificaci¨®n" y desde Lizarra aqu¨ª todo son invocaciones a la normalizaci¨®n. Raro es el discurso de Ibarretxe en que no figure el palabro. En septiembre de 2001 hubo en el Parlamento un "pleno monogr¨¢fico sobre pacificaci¨®n, normalizaci¨®n pol¨ªtica y di¨¢logo" y, por si no lo sab¨ªan, esta legislatura es, seg¨²n augur¨® Ibarretxe (en funciones de profeta) la de la "Normalizaci¨®n, Paz y Reconciliaci¨®n". A la vista est¨¢.
No aspiramos a ser normales, sino a normalizarnos. No es lo mismo. Dice el Diccionario, con buen criterio, que normalizar es "hacer que una cosa sea normal". "Normal: d¨ªcese de lo que se halla en su natural estado". Hay otras acepciones, pero son las que tenemos en mente. Y lo nuestro no va por ah¨ª.
Lo normal es ser normal. Esta tautolog¨ªa no se aplica al Pa¨ªs Vasco. No ya porque aqu¨ª lo normal sea lo anormal, que lo es, sino porque cuando se habla de normalizar no se sugiere que nos dejar¨¢n correr por nuestros cauces naturales, sino que querr¨¢n normalizarnos por moldes prefijados. Por lo com¨²n nacionalistas, of course.
No siempre normalizaci¨®n ha tenido los significados actuales. En los a?os ochenta el PNV, que entonces lo usaba con frecuencia, sol¨ªa asegurar que la normalidad llegar¨ªa con el fin del terrorismo. "La normalizaci¨®n de nuestra convivencia y el destierro de la violencia resultan (...) indispensables", y eran como sin¨®nimos. Las cosas empezaron a cambiar hacia 1998, cuando normalizar dej¨® de querer decir que se terminase el terror. Comenz¨® a significar que ten¨ªa que llegar una nueva situaci¨®n pol¨ªtica. A partir entonces el nacionalismo afirma que normalizaci¨®n consiste en que triunfen sus tesis. Desde 2001, "el reconocimiento de ser para decidir" nos llevar¨¢ a "la normalizaci¨®n definitiva de la convivencia pol¨ªtica". A estas alturas normalizar no es llegar a ser normales sino nacionalistas: territorialidad, derecho a ser, derecho a decidir, esas cosas tan raras. Seremos normales cuando todos tengamos la identidad de este sufrido Pueblo con identidad. Pues vaya.
As¨ª llega el esperpento. Cuando se habla de "proceso de normalizaci¨®n" se dice que se va a negociar sobre nuestra normalidad futura. Quieren organizar una mesa ?para discutir qu¨¦ es ser normales! Los nacionalistas sostienen que s¨®lo seremos normales cuando se impongan sus criterios. ?Ser¨¢ as¨ª?, ?cu¨¢l es nuestro estado natural, el normal, el natural o el que nos normalicen? Negociada, tendremos la normalidad m¨¢s an¨®mala y rara del universo mundo. Era de esperar, pues aqu¨ª llevamos treinta a?os negociando qu¨¦ es el sentido com¨²n. Y sin ponernos de acuerdo.
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