Otras fallas son posibles
Un pu?ado de comisiones y movimientos alternativos desaf¨ªa la rigidez est¨¦tica y protocolaria de la fiesta
No tienen fallera mayor ni apenas estructura jer¨¢rquica. Huyen de la rigidez del protocolo, de los gastos fastuosos y del barroquismo est¨¦tico. Tratan de sacudirse la caspa y el conservadurismo que, seg¨²n denuncian, se ha adue?ado de las fallas desde hace d¨¦cadas. Utilizan el valenciano normativo con total normalidad y se esfuerzan por recuperar el sentido cr¨ªtico de la fiesta. Manejan poco presupuesto, pero lo compensan con esfuerzo e imaginaci¨®n. Y no se sienten menos falleras que el resto. Simplemente distintas. Son las fallas alternativas.
En el distrito de Extramurs de Valencia hay una falla que se siente como una isla en medio de un oc¨¦ano. Naci¨® hace 99 a?os como cualquier otra comisi¨®n que ocupa su tiempo dedicando versos folcl¨®ricos a sus reinas y agasajando con flores a la Virgen de los Desamparados. Hasta que, llegada la transici¨®n democr¨¢tica, un grupo de j¨®venes se adue?¨® del tim¨®n de la nave y decidi¨® que todo eso ten¨ªa que cambiar. Que la falla Arrancapins ser¨ªa distinta. Y vaya si lo consiguieron.
En la comisi¨®n de Arrancapins el monumento lo elaboran los propios falleros y se satiriza al poder con menos miramientos que el resto
"A corto plazo las fallas alternativas est¨¢n condenadas a la marginalidad porque el mundo fallero esta blindado contra estas propuestas"
Desde que Arrancapins emprendi¨® esta revoluci¨®n interna, sus miembros nunca han participado en la ofrenda. Los cargos de fallera mayor y fallera mayor infantil se suprimieron en 1991 porque a los responsables de la comisi¨®n les parec¨ªan machistas. Cuando despunta el alba, sus falleros no se dedican a turbar la tranquilidad del barrio, ya que entienden que la masclet¨¤ s¨®lo sirve para irritar a los vecinos. "Es una comisi¨®n alternativa en todos los sentidos", explica Gil-Manuel Hern¨¤ndez, socio de Arrancapins, soci¨®logo de la Universitat de Val¨¨ncia y experto en fallas.
El sello alternativo de Arrancapins tambi¨¦n se plasma en su monumento. De primeras, porque lo elaboran los propios falleros. Pero tambi¨¦n porque satiriza al poder con menos miramientos que el resto. "El objetivo es dar mucha ca?a", advierte Hern¨¤ndez, orgulloso de que su falla, junto con la que monta el Ayuntamiento, sea "la ¨²nica que no compite por ning¨²n premio". Arrancapins desprecia los galardones, pero tambi¨¦n los galones. Hay un presidente, pero las decisiones las toma una asamblea. El presupuesto anual ronda los 10.000 euros, a a?os luz de los 650.000 que Nou Campanar se ha gastado s¨®lo en la falla grande.
La apuesta por una filosof¨ªa "progresista, laica y no sexista, que huye de la caspa y del conservadurismo", seg¨²n destaca Hern¨¤ndez, est¨¢ consolidada. Pero el camino no ha sido f¨¢cil, porque es inevitable que una falla tan especial despierte recelos. "Para el mundo fallero somos unos bichos raros. Y los sectores progresistas nos estigmatizan por ser falleros", se queja el soci¨®logo, que defiende la implicaci¨®n de Arrancapins en la normalizaci¨®n del valenciano, "la ¨²nica lengua" que la comisi¨®n utiliza en sus actos, en el monumento y en el llibret.
Como las fallas no son exclusivas de la ciudad de Valencia, otros municipios tienen su Arrancapins particular. Un ejemplo est¨¢ en Sueca, donde las fallas cada vez tienen m¨¢s dif¨ªcil encontrar a alguien que quiera ocupar el cargo de fallera mayor, un honor que obliga a rascarse el bolsillo. A la falla Via del Materal no se le ha planteado este dilema, porque nunca ha querido tener reinas. "Aqu¨ª todos somos iguales", proclama su presidente, Salvador S¨¢nchez. El origen de la falla se remonta a principios de los 80, cuando 12 amigos decidieron crear una agrupaci¨®n inspirada en sus ideales "izquierdistas y valencianistas". Uno de ellos fue Anicet Lamolda, que a¨²n recuerda los obst¨¢culos que les puso la Junta Local Fallera de la ¨¦poca: "Al principio no nos admiti¨® como falla por no tener fallera mayor. El primer a?o en todos los actos nos obligaron a desfilar despu¨¦s de las brigadas de limpieza. Como si estuvi¨¦ramos expulsados".
Pasados los a?os, el Materal es una falla totalmente integrada en las fiestas. Uno de sus miembros lleg¨® a presidir la JLF que hace a?os les marginaba. Y todo ello sin renunciar a sus se?as de identidad: el estandarte de la comisi¨®n es el Pen¨® de la Conquesta, y la barriada siempre se decora con banderas cuatribarradas sin franja azul. Adem¨¢s de impartir cursos de valenciano, la falla ha marcado tendencias en el ¨¢mbito de la indumentaria. "Nunca hemos querido ir vestidos de cucaracha", se?ala Lamolda en referencia al traje negro predominante hasta hace unos a?os. El Materal fue la primera falla de la ciudad en lucir prendas de sarag¨¹ell o torrent¨ª, y el resto de comisiones las ha ido adoptando progresivamente.
Via del Materal tiene un alma gemela que vive a s¨®lo cinco kil¨®metros, aunque es unos a?os m¨¢s joven. Se llama El Raconet, naci¨® en 1992 y en su casal se re¨²nen profesores de tabal y dol?aina, maestros de valenciano y miembros de grupos de danzas tradicionales. Es una falla at¨ªpica, "y eso hace da?o", seg¨²n aclara su presidente, Carles Prats. "La JLF va a por nosotros, a cargarse todo lo que defendemos. Y ha empezado prohibiendo que las fallas usen cuatribarradas". Tambi¨¦n les exig¨ªan tener fallera mayor, un cargo que El Raconet se resiste a implantar. Otra peculiaridad es que sus falleras no llevan banda: "Dejamos de comprarlas porque no se las pon¨ªan. As¨ª nos ahorramos un dineral".
A pesar de sus roces con el resto de agrupaciones, El Raconet no se siente una falla radical. Pero su idiosincrasia ha despertado odios entre los sectores arrimados a sectores ultras, que llegaron a ensuciar la puerta del casal con pintadas. "Las posturas se est¨¢n radicalizando. Hay muchos que nos apoyan y otros nos aborrecen. Ya no existen matices entre el blanco y el negro", afirma Prats.
En opini¨®n del soci¨®logo Gil-Manuel Hern¨¤ndez, autor del estudio Falles i franquisme a Val¨¨ncia, todas estas comisiones canalizan el rechazo a los aspectos "m¨¢s casposos y rancios" de la fiesta, "una estructura ideol¨®gica heredada del franquismo que cuesta mucho de cambiar". No todas las fallas se ajustan a este patr¨®n, "y algunas, sobre todo en el barrio del Carmen, apuestan por una est¨¦tica diferente y contratan a artistas m¨¢s comprometidos, aunque mantengan unan estructura de falla convencional". Pero la mayor¨ªa, seg¨²n Hern¨¤ndez, sigue anclada a postulados conservadores. "A corto plazo, las fallas alternativas est¨¢n condenadas a la marginalidad, porque el mundo fallero est¨¢ blindado contra este tipo de propuestas. Pero muchos falleros est¨¢n a favor del cambio, y casos como el de Arrancapins son necesarios para demostrar que hay otra manera de entender las Fallas".
Alf contra la pureza fallera
Para disfrutar de las Fallas no hace falta recurrir a la programaci¨®n oficial. Desde hace algunos a?os, colectivos sin ninguna relaci¨®n con la JCF montan su propia fiesta bajo unos preceptos opuestos a los convencionales. El centro social Terra de Benimaclet, lugar de reuni¨®n de j¨®venes vinculados a movimientos alternativos, comenz¨® a celebrar hace cinco a?os unas fallas "totalmente populares", seg¨²n explica uno de sus responsables, Natxo Calatayud. "El problema de las fallas es que durante el franquismo y la transici¨®n fueron instrumentalizadas por la derecha y el blaverismo, perdieron su sentido cr¨ªtico y se pusieron al servicio del poder". En el Terra apuestan por lo contrario. El monumento del a?o pasado satirizaba la Copa del Am¨¦rica. El que arder¨¢ ma?ana arremete contra la especulaci¨®n urban¨ªstica y conmemora la batalla de Almansa.
Lejos del Cap i casal, en Carcaixent, un grupo de j¨®venes inaugur¨® el cambio de siglo promoviendo una de las iniciativas m¨¢s at¨ªpicas del universo fallero. L'Esclat es, m¨¢s que una falla, una asociaci¨®n cultural. Pero planta un monumento y edita un llibret que se mofa de la coentor de las comisiones locales. En una de estas publicaciones, L'Esclat exaltaba a Alf, el extraterrestre de la teleserie de los a?os 80, como fallera mayor con su correspondiente banda y peineta. Sus miembros celebran una despert¨¤ ecol¨®gica, haciendo sonar ollas contra sus tapas. Y sus actividades despiertan tantas simpat¨ªas como odios. "Nos molesta que nos vean como una antifalla", lamenta Pau ?lvarez, uno de los fundadores de l'Esclat: "Promovemos una fiesta m¨¢s popular, pero no tenemos nada en contra de los falleros. La mayor¨ªa no son gente casposa ni conservadora, aunque hay una elite de pureza fallera que se siente agredida por nosotros".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.