La serpiente
El miedo ha sido una constante en las ¨²ltimas dos semanas del juicio
El miedo es un motor poderoso y tambi¨¦n el mayor de los frenos. Es como un gran reptil que siempre ataca donde m¨¢s duele y que causa estragos devastadores. Durante el primer mes del juicio por los atentados del 11-M hemos presenciado c¨®mo ese monstruo fantasma se paseaba por la sala, pon¨ªa sus huevos, devoraba a los testigos o retroced¨ªa derrotado ante otros, como Nouzha, la ex mujer del procesado Mohannad Almallah Dabas, que no permiti¨® que la serpiente del miedo le estrangulara el alma.
Todo el mundo puede imaginarse f¨¢cilmente qu¨¦ pasa por la cabeza de un ciudadano normal cuando se ve en la tesitura de tener que declarar en un juicio de faltas contra un chorizo que le rob¨® la cartera en la calle. De repente, la cartera no era tan importante y el asaltado no quiere m¨¢s problemas, bastante susto pas¨®.
La vista contin¨²a avanzando sin que tras un mes haya aparecido el m¨¢s m¨ªnimo rastro de ETA
La ex esposa de Almallah Dabas, uno de los procesados, no permiti¨® que el temor le atenazara el alma
Ahora, p¨®nganse el lector en el lugar del testigo e imagine que el tipo contra el que tiene que declarar es un terrorista que pertenece a una organizaci¨®n que ha causado 191 muertos y m¨¢s de 1.900 heridos y de la que muchos de sus miembros siguen en libertad. ?Lo siente? No es miedo, es p¨¢nico, terror.
No es necesario que haya sido expresamente amenazado de muerte. Los suced¨¢neos de etarras del Pa¨ªs Vasco, cuando en plena kale borroka alguien les impide, por ejemplo, quemar un autob¨²s, nunca amenazan con "Te vamos a matar", sino con "Sabemos quien eres". Es mucho m¨¢s efectivo, porque la imaginaci¨®n del amenazado es capaz de situarle en la peor de las alternativas, que no tiene por qu¨¦ ser algo tan concreto como la muerte.
Para evitar ese efecto, el sistema se ha dotado de un instrumento que es la Ley de Protecci¨®n de Testigos. Cuando el juez otorga la condici¨®n de protegido a un testigo, dependiendo del peligro que corre y de la importancia de su colaboraci¨®n con la justicia, cambia de identidad, de domicilio, de coche, tiene escolta y recibe una subvenci¨®n para hacer frente a los gastos. En el momento de declarar en el juicio, lo hace en presencia del tribunal, pero una cortina protege su imagen de la vista del p¨²blico y de los acusados.
En principio, parecer¨ªa suficiente, pero no es as¨ª. No hay cortina que proteja, ni identidad que se ignore. Cuando el testigo es el cu?ado de uno de los procesados, su ex mujer, su compa?ero de trabajo o el im¨¢n de la mezquita.
Adem¨¢s, en esos casos, a la condici¨®n de testigo que declara contra un terrorista, al tratarse de una persona de su entorno, se a?ade la condici¨®n de traidor.
De forma que no debe extra?ar que el confidente Cartagena rectificase completamente en el juicio sus declaraciones sumariales, asegurase que hab¨ªa sido amenazado por varios polic¨ªas y proporcionase una historia absolutamente inveros¨ªmil, seg¨²n la cual vio a Serhane el Tunecino, jefe de la c¨¦lula autora de los atentados del 11-M, reunido con varios agentes de la Unidad Central de Inteligencia Exterior (UCIE) un a?o antes de la matanza. Nunca antes hab¨ªa contado eso a pesar de sus numerosas declaraciones en tres juzgados de la Audiencia Nacional.
Este confidente -que en 2004 condujo a la detenci¨®n de 32 islamistas que pretend¨ªan volar la Audiencia Nacional con un cami¨®n cargado de explosivos- se resist¨ªa a entrar en la sala del juicio del 11-M pensando que su imagen se iba a retransmitir en todas las televisiones del mundo, y luego, a pesar de decir que en el pasado tuvo miedo, pero que ya no lo ten¨ªa, testific¨® ¨²nicamente contra los terroristas muertos, pero no contra los acusados, que siguen vivos. Quiz¨¢ ese comportamiento tenga algo que ver con que su nombre, alias, una hermosa fotograf¨ªa de su rostro y algunos otros datos identificativos, como su condici¨®n de im¨¢n de la Mezquita de Villaverde (Madrid) y luego de la de Roquetas de Mar (Almer¨ªa), hubieran sido publicados en la portada de El Mundo, por lo que todos los denunciados y los amigos de los implicados en el 11-M que est¨¢n en libertad saben qui¨¦n es, aunque haya cambiado de identidad, de domicilio, siga llevando escolta y cobre una cantidad con cargo a los presupuestos del Estado.
S¨®lo los valientes son capaces de mantener su nivel de dignidad por encima de su nivel de miedo. As¨ª ocurri¨® con la mayor¨ªa de los testigos que vieron a terroristas en los trenes de la muerte, especialmente el testigo protegido A27, quien solicit¨® que no se emitiese su imagen y que cuando la fiscal le pregunt¨® si ten¨ªa miedo, reconoci¨® que estaba nervioso. Pero este importante testigo que viaj¨® en el tren que estall¨® en el Pozo se mantuvo firme y hasta replic¨® con un punto de desprecio hacia algunos de los abogados que trataban de insinuar que se hab¨ªa inventado lo que vio. Y lo que vio fue a Jamal Zougam colocando una bolsa de deportes bajo un asiento que luego dej¨® olvidada en el vag¨®n. Y su testimonio es muy importante porque identific¨® a Zougam antes de que su foto se hubiera publicado en la prensa o difundido por la televisi¨®n.
En otros testigos, el miedo provoca el mismo efecto que la oscuridad, que cuando m¨¢s grande es menos se ve. Varios magreb¨ªes del entorno de los acusados bordearon la amnesia cuando fueron preguntados por las reuniones de adoctrinamiento que la c¨¦lula islamista manten¨ªa en las riberas del R¨ªo Alberche o al ser interrogados por otros detalles que podr¨ªan servir para condenar a sus conocidos. Tras ampararse en la dificultad de expresarse en otro idioma, las respuestas que ofrecieron eran ejemplos de imprecisi¨®n y las veces que el fiscal o los abogados les apretaron concluyeron inevitablemente con el consabido "no lo recuerdo".
Menci¨®n aparte merece Nouzha, la ex mujer del procesado Mohannad Almallah Dabas.Nouzha tiene detr¨¢s una historia dif¨ªcil. Su ex marido la enga?¨®, la trajo de T¨¢nger y celebr¨® en Madrid una boda ficticia porque ¨¦l ya estaba casado, vivi¨® con ella unos meses en Coslada, la dej¨® embarazada de gemelos y cuando empezaba a ser un problema para ¨¦l, empez¨® a pegarla. Cuando Mohannad, que la hab¨ªa llevado al hospital Doce de Octubre se enter¨® de la muerte de uno de los beb¨¦s, seg¨²n cont¨® ella en el juicio, exclam¨®: "?Qu¨¦ bien, es un golpe para una mujer como el golpe que dieron a los americanos con el atentado del 11 de septiembre!". Luego la abandon¨® y volvi¨® con Turia, su primera mujer, con la que tiene cuatro hijos. Pero a pesar de ello, o quiz¨¢ por ello, Nouzha describi¨® detalladamente la amistad y los v¨ªnculos basados en el radicalismo islamista entre su ex marido y varios de los suicidas de Legan¨¦s, como Serhane el Tunecino o Jamal Ahmidan, y otros acusados como Jamal Zougam. Todo ello con la credibilidad que otorga el haber vencido al estigma del miedo.
Y puestos a dar la cara, Nouzha apuntill¨® a su ex marido al asegurar que le hab¨ªa o¨ªdo decir que no descansar¨ªa hasta derribar las Torres KIO, de Madrid, extremo que tambi¨¦n corrobor¨® su hermano, que igualmente declar¨® como testigo protegido. Por cierto, algo debe de pasar a los islamistas con sus mujeres ya que Rabei Osman, Mohamed El Egipcio, tambi¨¦n fue denunciado por su mujer, una tunecina a la que repudi¨® sin haberle pagado la dote, lo que le gener¨® incontables problemas.
Mientras tanto, el puzle de lo ocurrido el 11-M se va completando jornada a jornada -la configuraci¨®n del grupo de islamistas, la preparaci¨®n del atentado con el robo de la Goma 2 en Asturias y la colocaci¨®n de las bombas en los trenes- sin que en el mes que llevamos de juicio haya aparecido el m¨¢s m¨ªnimo rastro de ETA o de sus miembros, ni de la conspiraci¨®n mutante, esa supuesta oscura trama de intereses policiales y de servicios secretos que hipot¨¦ticamente ten¨ªan como objetivo desalojar al PP del poder. Un PP que precisamente era el que, desde ocho a?os antes y un mes despu¨¦s del 11-M, controlaba a la polic¨ªa y a los servicios secretos.
"Ahora s¨¦ qui¨¦n mat¨® a mi hijo"
El 13 de marzo fue el peor d¨ªa para Pilar Manj¨®n, presidenta de la Asociaci¨®n 11-M Afectados de Terrorismo, desde que comenz¨® el juicio. Ese d¨ªa, un testigo reconoci¨® a Jamal Zougam como la persona que coloc¨® una bomba bajo el asiento de uno de los trenes, justo en la plaza de al lado en la que ¨¦l dormitaba. ?ste se baj¨® en la estaci¨®n de Vic¨¢lvaro y, cuando se dirig¨ªa a su trabajo, escuch¨® una cadena de explosiones. "Ahora ya s¨¦ qui¨¦n mat¨® a mi hijo", dijo como pudo Pilar Manj¨®n.
El testigo reconoci¨® a Zougam, pero en el juicio dud¨® sobre d¨®nde estaban sentados ambos. Esta identificaci¨®n se produjo dos d¨ªas antes de que EL PA?S publicase la primera fotograf¨ªa del ahora procesado. Tras ¨¦ste declararon en el juicio otras tres personas, que se?alaron al mismo personaje.
Manj¨®n, visiblemente afectada, se congestion¨® de dolor ante la vista de los presentes que se encontraban en la sala y que quisieran mirarla. Al salir, y al d¨ªa siguiente, insist¨ªa: "Ahora ya s¨¦ qui¨¦n mat¨® a mi hijo". Su hijo se llamaba Daniel Paz Manj¨®n, era estudiante y fue asesinado en la estaci¨®n del Pozo del T¨ªo Raimundo cuando a¨²n no ten¨ªa 21 a?os.
La propia Manj¨®n y su asociaci¨®n han recibido justo antes del juicio una amenaza de contenido religioso que les augura "el exterminio". Un tal "Ad¨¢n, hijo y juez de Dios" les dedica ocho folios amenazantes, cargadas de referencias al Cor¨¢n y los Evangelios.
Pese a que ya ha recibido decenas de advertencias de que va a ser asesinada (tiene dos escoltas), de insultos por su postura ante el 11-M y de que desde la Cope se pide su expulsi¨®n de Madrid, esta ¨²ltima amenaza ha sido tomada m¨¢s en serio y ha sido puesta ante la Fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional.
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