Galileo se desinfla
La raz¨®n de ser de la Uni¨®n Europea se justifica cuando hay ¨¦xitos tangibles. El sistema de navegaci¨®n por sat¨¦lite bautizado con el nombre de Galileo es uno de ellos, un proyecto que, tras varios a?os de retraso, estaba previsto que fuera operativo en 2010. Las rivalidades en los contratos de concesiones entre los pa¨ªses que lo integran, entre ellos Espa?a, amenazan su lanzamiento, que probablemente no ser¨¢ antes de 2014. Con buen criterio, el comisario europeo de Transportes, el franc¨¦s Jacques Barrot, ha advertido del peligro a la presidencia alemana de la UE e instado a que ¨¦sta trate de resolver las divergencias en la reuni¨®n de ministros de Transporte este jueves en Bruselas.
En el punto de mira est¨¢ Espa?a, y m¨¢s en particular Hispasat, a quien algunas de las ocho compa?¨ªas que integran el consorcio acusan de pretender reabrir los compromisos suscritos sobre la distribuci¨®n de operaciones. Sea o no justa tal acusaci¨®n, lo que s¨ª es cierto es que ser¨ªa vergonzoso que un proyecto que tanto cost¨® alumbrar -y bien lo supo la fallecida Loyola de Palacio en sus tiempos de comisaria-, y que tanto representa para la capacidad de autonom¨ªa europea en el sector de las comunicaciones, fracase por rivalidades nacionales, entre otras la de la ubicaci¨®n de la sede del programa, a la que aspira Barcelona junto con otras 10 ciudades. Es el lado miserable de la Europa unida.
El comisario Barrot afirma que a¨²n hay tiempo para que Galileo no pinche. Pero para ello es vital que los grandes pa¨ªses del club comunitario, sobre todo Alemania y Reino Unido, pongan m¨¢s inter¨¦s en la consolidaci¨®n del programa -es decir, actualicen sus pagos- m¨¢s all¨¢ de que una u otra empresa quiera tener mayor protagonismo. El coste ha sido estimado en 3.800 millones de euros.
Llegar hasta aqu¨ª no ha sido f¨¢cil. La UE tuvo que vencer la resistencia de Estados Unidos para sacar adelante su proyecto de navegaci¨®n, mucho mejor que el GPS estadounidense. Washington lleg¨® hasta implicar a la OTAN, arguyendo que Galileo interferir¨ªa directamente en sus labores de espionaje. No est¨¢ claro que los americanos se queden de brazos cruzados. Ser¨ªa irresponsable dar carpetazo al programa, m¨¢s si cabe cuando uno de los sat¨¦lites de la constelaci¨®n de Galileo (uno de los dos de prueba) fue lanzado al espacio el a?o pasado. China, entretanto, se apresta ya a poner en marcha su propio programa, que podr¨ªa empezar a estar parcialmente operativo el a?o pr¨®ximo.
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