Una maltratada condenada por tr¨¢fico pide indulto para ver a su hijo
Sagrario Gonjar, de 29 a?os, est¨¢ en la c¨¢rcel de Picassent desde noviembre. No es una delincuente habitual. Pero cometi¨® un delito. En mayo de 2002, desesperada por la amenaza de embargo de su casa, al no poder afrontar las deudas que le dej¨® su ex pareja, condenado por amenazas y maltrato, acept¨® viajar a Curasao y traer coca¨ªna. Fue detenida en Barcelona y condenada a nueve a?os. Reconoce su error pero pide el indulto, y, si no, el tercer grado, para poder ver a su hijo, del que perdi¨® la custodia. El padre no autoriza que el peque?o visite a su madre. El ni?o s¨®lo oye su voz una vez al mes. Tiene ocho a?os.
Sagrario empez¨® a trabajar siendo adolescente. Conoci¨® al padre de su hijo con 16 a?os. La pareja decidi¨®, tras a?os de noviazgo y episodios que avanzaban lo que despu¨¦s vino, iniciar una convivencia. Para entonces, ¨¦l ya ten¨ªa problemas de adicci¨®n de los que a?os m¨¢s tarde tendr¨ªa que tratarse. Ah¨ª empez¨® la falta de dinero. Sagrario se qued¨® embarazada. Ya hab¨ªan sufrido agresiones varias. Compraron una casa con el aval de los padres de Sagrario. La oportunidad se convirti¨® para la joven en una trampa de peleas, maltrato, insultos y miedo. Sagrario decidi¨® marcharse para salvarse, a ella y al peque?o.
Las deudas empezaron a ahogarla. El embargo de la casa fue la fatal amenaza: no ten¨ªa dinero, si perd¨ªa la casa perder¨ªa a su hijo. Sagrario acept¨® viajar a Curasao y traer coca¨ªna a cambio de 6.000 euros. La pillaron al aterrizar en el aeropuerto de Barcelona con 1.700 gramos de coca¨ªna. Confes¨® y delat¨® a los traficantes. Mientras esperaba sentencia, empez¨® otra batalla en los juzgados a¨²n no saldada con su ex pareja. Perdi¨® la custodia del peque?o, est¨¢ por verse el recurso. Se incorpor¨® al mundo laboral e inici¨® una relaci¨®n con Javier Insa. El trabajo a¨²n hoy lo conserva, su jefe le guarda el puesto. Est¨¢ de ordenanza en el servicio de atenci¨®n m¨¦dica del m¨®dulo 12 desde que entr¨®. No ha tenido una sanci¨®n. Su comportamiento es ejemplar. Le puede el miedo de perder a su peque?o. Lamenta lo que hizo y cree que debe pagar por ello, pero siente que la condena por intentar salir del infierno, aunque de forma equivocada, la paga su hijo. Su novio y su familia piden firmas en favor de su libertad.
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