Costillas de cerdo en el centro de Bagdad
La zona donde viven los occidentales en la capital iraqu¨ª est¨¢ aislada del resto del pa¨ªs
Beicon para desayunar, perritos calientes para comer y costillas para cenar. En la Zona Verde, situada en el centro de Bagdad y donde viven 7.000 iraqu¨ªes, todas las cafeter¨ªas y restaurantes cuentan con carne de cerdo en sus men¨²s. "Muchos de los iraqu¨ªes que trabajaban en la Zona Verde recog¨ªan la comida de carros en los que tambi¨¦n hab¨ªa carne porcina", cuenta Rajiv Chandrasekaran, director adjunto de The Washington Post. "La comida es un buen ejemplo de la locura en la que se hab¨ªa convertido la Zona Verde. Pod¨ªas pasarte seis meses en Bagdad sin probar un plato local", recuerda desde Washington Chandrasekaran, que pas¨® m¨¢s de dos a?os en Irak.
Mientras en los hospitales faltaban analg¨¦sicos, se lanz¨® una campa?a antitabaco
Su nombre oficial es la Zona Internacional, pero todo el mundo la llama la Zona Verde. Es un ¨¢rea de 10 kil¨®metros cuadrados en la que no hay secuestros, ni coches bomba, pero s¨ª hamburgueser¨ªas, piscinas y hasta seis bares. "Es ideal para relajarte", dice Chandrasekaran. Uno puede comenzar el d¨ªa estudiando la Biblia, ir por la tarde a ver una pel¨ªcula, con palomitas gratis, en el cine que se hizo construir Sadam Husein y acabar la noche en la discoteca recibiendo clases de salsa sobre un suelo luminoso que imita al de Fiebre del s¨¢bado noche.
Chandrasekaran, autor del libro La vida imperial en la Ciudad de las Esmeraldas, recuerda alguna de las decisiones de James Haveman, enviado por la Casa Blanca en junio de 2003 para supervisar la reconstrucci¨®n del sistema sanitario iraqu¨ª: "Mientras en los hospitales faltaban analg¨¦sicos, lanz¨® una campa?a antitabaco. Todas sus medidas fueron una p¨¦rdida de tiempo".
Entre los palacios de Sadam y su complejo residencial las autoridades estadounidenses decidieron establecer el centro de mando y los ¨®rganos administrativos del pa¨ªs en la primavera de 2003. La Zona Verde es una ciudad dentro de la capital iraqu¨ª. La burbuja, como tambi¨¦n es conocida, est¨¢ totalmente aislada del resto de la ciudad: la Zona Roja. Sus m¨²ltiples controles de acceso y sus muros a prueba de explosiones lo convierten en el lugar m¨¢s seguro de la capital iraqu¨ª.
Dentro se desarrolla toda la actividad diplom¨¢tica, ya que la violencia cotidiana imposibilita cualquier reuni¨®n de trabajo en la Zona Roja. "Al principio ten¨ªamos dos o tres reuniones por semana fuera de la Zona Verde, pero luego se hizo imposible", cuenta Ana Gallo, jefa de la misi¨®n de la Uni¨®n Europea en Bagdad de 2004 a 2006. Poco a poco las embajadas han ido trasladando sus misiones a la Zona Verde. "Si las cosas estaban mal, t¨² no pod¨ªas ir a reunirte con los embajadores ni ellos pod¨ªan moverse de su oficina", recuerda Gallo.
Gallo, espa?ola de 38 a?os, pas¨® su estancia en Irak dentro del complejo brit¨¢nico, con el chaleco antibalas siempre cerca, en la Zona Verde. "Nuestro primer alojamiento fueron unas casas prefabricadas en un aparcamiento subterr¨¢neo. Despu¨¦s nos trasladamos a unos peque?os bungal¨®s que eran como una caja de cerillas, cubiertos con sacos terreros para evitar los ataques de mortero".
Su trabajo le obligaba a mantener muchas recepciones oficiales por las noches. "Pero los jueves siempre hab¨ªa una fiesta o una despedida en el bar que gestion¨¢bamos. Al que trajera una buena noticia le pag¨¢bamos las copas durante un mes", dice Gallo desde Jerusal¨¦n, donde se encuentra en su misi¨®n actual de la Comisi¨®n Europea.
Los iraqu¨ªes que viven en la Zona Verde pagan su precio por tanta seguridad. "Pasan horas hasta que pueden atravesar los controles de seguridad para volver a entrar", cuenta Chandrasekaran. Sobre el futuro de Irak, el antiguo corresponsal no se muestra muy optimista: "Los estadounidenses no se han dado cuenta de que no pueden controlar la situaci¨®n. Irak ser¨¢ estable cuando los muros de la Zona Verde ya no sean necesarios".
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