El Aljarafe se rebela
Cuando se construye una casita en un monte, acaba formando parte del paisaje. Cuando se construye un hotel, el paisaje acaba formando parte del hotel. Lo que antes era de todos, ahora es de unos cuantos. Esta sencilla premisa, que vale tambi¨¦n para playas y acantilados, parques, etc¨¦tera, deber¨ªa figurar en alguna ley que tuviera por eje el m¨¢s delicado y p¨²blico de todos los derechos: el derecho al paisaje. Por lo menos hasta que los ricos deciden privatizarlo, con la anuencia de mun¨ªcipes bobos, o blandos, o c¨®mplices. Se entiende as¨ª que el Algarrobico se haya ense?oreado de una de las cumbres m¨¢s famosas del enredo administrativo (y camino va de adue?arse ahora de quince millones de los contribuyentes). Que en el entorno protegido de Medina-Azahara existan 400 parcelas ilegales, esta vez de la mano del Ayuntamiento de C¨®rdoba (?t¨² tambi¨¦n, Rosa?). Que en los alrededores del Parque Natural de Sierra de las Nieves, el ayuntamiento de Ronda pretenda autorizar 800 chal¨¦s, dos hoteles de lujo y el consabido campo de golf. (De "golfos", dice la ocurrencia popular). O que alrededor del precioso jard¨ªn dise?ado por Forestier en 1928, en Castilleja de Guzm¨¢n, del Aljarafe sevillano, unos desalmados pretendan apropiarse de las suaves ondulaciones de un paisaje que ya debieron contemplar los habitantes de Tartessos.
Obs¨¦rvese que no estamos ante casos "normales", como esos 2.000 chal¨¦s ilegales de Almer¨ªa o las recalificaciones que el dadivoso alcalde de M¨¢laga est¨¢ dispuesto a conceder a diversas ¨®rdenes religiosas para que se embolsiquen hasta quince millones de euros. No, en todos los antes citados se produce un salto cualitativo en la ya aburrida serie de desmanes urban¨ªsticos, cual si las rapaces tuvieran que ascender un poco m¨¢s en sus oteros: el salto al espacio natural o cultural, ya sea en su interior, ya en el entorno inmediato. La causa es evidente: agotados los terrenos y los ediles f¨¢cilmente "comprables", ciertos promotores han iniciado la subida al monte que queda: los espacios y entornos protegidos. Sucede que al Aljarafe han emigrado muchos especuladores, literalmente expulsados de la ciudad de Sevilla (espero que los votantes lo tengan en cuenta en las pr¨®ximas elecciones municipales, y que no se olviden de Tablada), y con ellos aut¨¦nticos lobbies de arquitectos y urbanistas, la mar de progres algunos. Ductilidad profesional, se llama el fen¨®meno. Todo eso ha contribuido no poco a la congesti¨®n urban¨ªstica del Aljarafe y a un descenso alarmante de la calidad de vida. Y es lo que sin duda ha hecho tambi¨¦n saltar las ¨²ltimas alarmas de la Junta de Andaluc¨ªa y de la Fiscal¨ªa de Medio Ambiente, adem¨¢s de agotar la paciencia de simples ciudadanos. Esto ¨²ltimo es lo que ocurre con una plataforma muy activa (www.aljarafehabitable.es), dispuesta a defender, entre otras cosas, una de las ¨²ltimas atalayas que quedan sobre el paisaje hist¨®rico del Valle del Guadalquivir.
Merecer¨¢ la pena detenerse un poco sobre este elocuente caso. Se trata, el jard¨ªn de Forestier, de un declarado Bien de Inter¨¦s Cultural, adscrito a un colegio mayor dependiente de la Universidad de Sevilla. (Por cierto, si se animan a visitarlo, no dejen de asombrarse ante el escudo franquista, de grandes proporciones, que todav¨ªa recibe al visitante en el fachada principal y lo despide en la trasera del edificio; o sea, dos por falta de uno). Hace cosa de un a?o, la propia Consejera de Obras P¨²blicas, Concepci¨®n Guti¨¦rrez, fue a visitar esos jardines, advertida por la ciudadan¨ªa de un proyecto de urbanizaci¨®n sobre la zona de protecci¨®n, amparado por el propio Ayuntamiento, cuyo alcalde, curiosamente, hab¨ªa hecho campa?a electoral con una aguerrida defensa de esos espacios libres. Sobre la marcha, y cuando la responsable del urbanismo andaluz contempl¨® la maravillosa vista que proporciona el mirador del parque, dijo algo as¨ª como "aqu¨ª no quiero ver ni una sola casa". Y tambi¨¦n sobre la marcha, seg¨²n las diversas fuentes consultadas, un edil que formaba parte de la comitiva, se fue derecho a un ¨¢rbol y empez¨® a darse de cabezazos contra ¨¦l. El pasado 1 de noviembre, otra mujer, Ana Linares, Fiscal de Medio Ambiente, gir¨® visita al mismo enclave, as¨ª como a otro acosado por parecidos peligros, el dolmen de Montelirio, y, a requerimiento de la plataforma ciudadana, ha emitido un primer informe, de fecha 30 de enero, donde dice: "comprob¨¦ c¨®mo el da?o que se puede causar a ambos [Bienes de Inter¨¦s Cultural] puede resultar catastr¨®fico e irreparable", y da traslado de su advertencia a las distintas autoridades competentes.
Por otra parte, la Comisi¨®n Provincial de Urbanismo acaba de rechazar, en su reuni¨®n de febrero, un Plan General de Ordenaci¨®n Urbana (PGOU) similar, el de Castilleja del Campo. Seg¨²n se dice, junto con Hu¨¦rcal-Overa (Almer¨ªa) y Albolote (Granada) son las primeras "v¨ªctimas" del POTA, el flamante Plan de Ordenaci¨®n del Territorio Andaluz, que impide a todos los municipios proyectar incrementos de poblaci¨®n superiores al 30%. Con esos antecedentes, todo permite esperar que el PGOU de Castilleja de Guzm¨¢n tampoco salga adelante. Pero crucemos los dedos.
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