El temor a las minor¨ªas crece en las zonas rurales
Las ¨¢reas m¨¢s conservadoras de Quebec ven con mayor desconfianza las medidas para integrar a los grupos ¨¦tnicos y religiosos
"Yo hablo frangl¨¦s [suma de franc¨¦s e ingl¨¦s], soy quebequ¨¦s", canta en la televisi¨®n, a ritmo de rap, un joven al¨®fono (de origen inmigrante) empe?ado en proclamar su afecto entusiasta por este pa¨ªs. Montreal, la capital industrial y financiera de Quebec, ofrece en sus calles un paisaje humano bastante diverso: ucranios, chinos, negros, hispanos, italianos... que parecen sentirse bien en su piel dentro de esta gran urbe de m¨¢s de 3,5 millones de habitantes.
Gran parte del 10% de los al¨®fonos conviven aqu¨ª con los franc¨®fonos y tambi¨¦n con ese 9% de angl¨®fonos resistentes a la ofensiva ling¨¹¨ªstica del Estatuto de la Lengua Francesa que en 1977 consagr¨® este idioma como la ¨²nica lengua oficial de Quebec. Al igual que el resto de Canad¨¢, Quebec es un ejemplo de aceptaci¨®n y, quiz¨¢, tambi¨¦n de integraci¨®n, uno de los estandartes mundiales de la ciudadan¨ªa abierta, tenida por mod¨¦lica, a la que aspiran a pertenecer los millones de inmigrantes que llaman a las puertas de este pa¨ªs.
?Es razonable que un chico sij acuda a la escuela con un pu?al en la cintura?
Y, sin embargo, la palabra clave de estas elecciones, la que, por lo visto, explica el fulgurante ascenso del candidato populista Mario Dumont, es lo que se llama "les accommodements raisonables", algo as¨ª como los ajustes razonables necesarios dirigidos a evitar toda forma de discriminaci¨®n por la edad, el sexo, la minusval¨ªa, la orientaci¨®n sexual, la raza o la religi¨®n.
Son medidas de integraci¨®n y de respeto a la diferencia que obligan al Estado, a las empresas y a los particulares a modificar normas, pr¨¢cticas o pol¨ªticas convencionales para considerar las necesidades propias de estos colectivos minoritarios. Aunque m¨¢s de la mitad de las intervenciones en este terreno conciernen, de hecho, a personas con minusval¨ªas, la impresi¨®n extendida en la sociedad es que ¨¦ste es un asunto de las minor¨ªas ¨¦tnicas y culturales, un problema que ha llegado con la inmigraci¨®n.
Y por mucho que se proclame que los acomodamientos razonables no deben cuestionar en ning¨²n caso la cohesi¨®n de la sociedad o el buen funcionamiento de una empresa o instituci¨®n, el malestar soterrado ha ido creciendo a la sombra de los equ¨ªvocos y de actitudes que a una parte de la poblaci¨®n le resultan incomprensibles. Lo que ha suscitado la pol¨¦mica o el esc¨¢ndalo son unos pocos casos, aireados ampliamente por los medios de comunicaci¨®n, relacionados con las religiones no cristianas.
?Es razonable que un chico sij acuda a la escuela con un pu?al en la cintura? Hay entendidos en materia de integraci¨®n que opinan que s¨ª. ?Se deber¨ªan tapiar las ventanas de los gimnasios para que las chicas musulmanas no est¨¦n a la vista? ?Habr¨ªa que regular por turnos el uso separado de hombres y mujeres en las piscinas? Las respuestas var¨ªan de un municipio a otro, de un responsable a otro.
En Quebec, el entrenador de un equipo de f¨²tbol ha rechazado a una ni?a que quer¨ªa jugar con el velo puesto, pero en Ontario, sin embargo, hay una joven en la misma situaci¨®n que juega sin problemas. Tambi¨¦n en Ontario se acept¨® que tribunales inspirados en la sharia, la ley isl¨¢mica en su interpretaci¨®n m¨¢s estricta, intervinieran en determinados conflictos familiares y otros asuntos civiles, hasta que los abusos en la utilizaci¨®n de estos tribunales aconsejaron a los profesionales de la justicia dar marcha atr¨¢s en la iniciativa. ?Es razonable que la poblaci¨®n jud¨ªa sea exenta los s¨¢bados de cumplir con la norma que obliga a cambiar el coche de acera cada dos d¨ªas para permitir el trabajo de los quitanieves?
La se?al de alarma provino de un peque?o municipio de 1.100 personas, H¨¦rouxville, en el que probablemente no han visto m¨¢s musulmanes que los de la televisi¨®n. El alcalde, sin embargo, ha reclamado la derogaci¨®n inmediata de estas medidas de acomodamiento con un confuso discurso anti¨¢rabe y jud¨ªo, justificado en la defensa de la identidad. De repente, los quebequeses progresistas comprenden que no todo es Montreal, que hay un mundo rural, conservador, que se siente amenazado en su cultura y forma de vida. Los analistas ya han descubierto por qu¨¦ Mario Dumont ha multiplicado su intenci¨®n de voto en apenas cuatro semanas.
Jean Charest - Partido Liberal: Firme defensor de la unidad con Canad¨¢
El primer ministro Charest (Sherbrooke, Quebec 1958), dejo la abogac¨ªa a mediados de los a?os ochenta para pasarse a la pol¨ªtica. Casado y padre de tres hijos, abandon¨® el liderazgo del Partido Conservador Progresista de Canad¨¢ para trasladarse a Quebec y asumir el mando del Partido Liberal Quebequ¨¦s.
Se present¨® en las elecciones de 1998, en las que pese a ser el m¨¢s votado no pudo gobernar, como el hombre que evitar¨ªa la secesi¨®n quebequesa adem¨¢s de prometer que no habr¨ªa m¨¢s referendos. Se impuso en las elecciones de 2003, acabando con los nueve a?os de Gobierno del Partido Quebequ¨¦s.
Mario Dumont - Acci¨®n Democr¨¢tica: Populismo contra las concesiones a los inmigrantes
El l¨ªder del partido de la Acci¨®n Democr¨¢tica de Quebec (ADQ), Mario Dumont (Cacouna, Quebec 1970), espera mejorar notablemente los pobres resultados de las elecciones de 2003 en las que s¨®lo obtuvo cuatro esca?os de los 125 en liza. Licenciado en Econom¨ªa, Dumont, dej¨® el Partido Liberal para crear en 1992 la ADQ y convertirse en su l¨ªder dos a?os m¨¢s tarde.
Su partido aboga por una mayor autonom¨ªa pol¨ªtica y financiera pero sin separarse de Canad¨¢. Durante la campa?a, Dumont ha mantenido un mensaje populista afirmando que las concesiones a los inmigrantes han llegado demasiado lejos.
Andr¨¦ Boisclair - Partido Quebequ¨¦s: Un secesionista cuestionado en su propio partido
Andr¨¦ Boisclair (Montreal, Quebec 1966), gan¨® el pasado noviembre las elecciones internas del Partido Quebequ¨¦s (PQ) con s¨®lo el 53% de apoyo. Con 23 a?os se convirti¨® en el miembro m¨¢s joven elegido para la Asamblea Nacional de Quebec.
Partidario de la secesi¨®n, tras ser nombrado l¨ªder del PQ, se comprometi¨® a convocar un nuevo referendo en menos de dos a?os en caso de ganar las elecciones. Pase a no tener licenciatura universitaria obtuvo un m¨¢ster en Harvard en 2004. Boisclair es el primer l¨ªder de un partido importante en Norteam¨¦rica que ha hecho p¨²blica su homosexualidad.
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