Europa significa libertad y solidaridad
Hace 50 a?os se gest¨® un nuevo cap¨ªtulo de la historia europea. Al celebrar el 50? aniversario de los Tratados de Roma, podemos mirar hacia atr¨¢s y ver logros sin precedentes. Y tenemos que esperar con inter¨¦s los nuevos retos. Europa ha sido un motor de mejoras durante los ¨²ltimos 50 a?os. Este aniversario es la ocasi¨®n de poner al d¨ªa nuestro proyecto com¨²n, que adquiere pleno sentido en la era de la globalizaci¨®n.
Los argumentos a favor de Europa siguen siendo convincentes. Podr¨ªa explicar las razones subyacentes al enfoque com¨²n de la pol¨ªtica de energ¨ªa y tambi¨¦n podr¨ªa exponer por qu¨¦ necesitamos que el mercado ¨²nico a¨²ne el crecimiento econ¨®mico con la justicia social. O bien podr¨ªa defender la necesidad de construir una Uni¨®n Europea fuerte y eficiente, capaz de conformar la globalizaci¨®n con los valores e intereses europeos.
Pero en esta ocasi¨®n quiero ante todo centrarme en los valores que mejor definen la Uni¨®n Europea y su historia: la libertad y la solidaridad.
A lo largo de estos 50 a?os, la Uni¨®n Europea ha servido de inspiraci¨®n y constituido un impulso hacia la libertad y la solidaridad. Perm¨ªtanme ilustrar esto con dos momentos decisivos en mi vida.
El primero fue la Revoluci¨®n Portuguesa de 1974. A la saz¨®n yo ten¨ªa 18 a?os. Como la mayor¨ªa de los j¨®venes en Portugal, quer¨ªa liberarme de la dictadura que negaba a mis compatriotas aquello de lo que ya gozaban los dem¨¢s europeos occidentales. No pod¨ªamos leer los libros ni escribir los art¨ªculos que quer¨ªamos. La actividad pol¨ªtica estaba controlada por las fuerzas de seguridad. Viv¨ªamos en una sociedad cerrada y atrasada. La Revoluci¨®n lo cambi¨® todo. Gracias a la solidaridad de las democracias occidentales, gracias a la perspectiva de llegar a ser miembro de la familia europea, la libertad triunf¨® en mi pa¨ªs y, al mismo tiempo, en Espa?a y Grecia.
La segunda experiencia fue el cambio que se produjo en toda la Europa Central y Oriental en las d¨¦cadas de 1980 y 1990, a partir de la determinaci¨®n mostrada en la lucha por la libertad en Budapest en 1956 y en Praga en 1968. Este cambio empez¨® en Polonia y culmin¨® con la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn y el Tel¨®n de Acero en 1989. Tambi¨¦n en este caso el objetivo era la libertad, y Europa la fuente de inspiraci¨®n. Y tambi¨¦n en este caso la solidaridad result¨® esencial.
A trav¨¦s de esas experiencias llegu¨¦ a entender que Europa significa libertad y solidaridad. Y no s¨®lo para algunos, sino para todos los europeos. Lo que se inici¨® en los seis Estados miembros fundadores en el decenio de 1950 se ha extendido durante los ¨²ltimos 50 a?os al norte y al sur, al este y al oeste de nuestro continente.
Me precio de ser el presidente de la Comisi¨®n Europea en el momento de la gran ampliaci¨®n de 2004-2007. Esta ampliaci¨®n ha demostrado una vez m¨¢s que la perspectiva de la integraci¨®n europea alienta y consolida la libertad mediante la solidaridad. Hoy, en esta gran Europa abierta los ciudadanos tienen la libertad de expresar lo que piensan y de vivir y viajar por donde quieren.
Uno de los grandes logros de la Uni¨®n Europea ha sido la aparici¨®n de un aut¨¦ntico esp¨ªritu europeo que convive con las identidades nacionales, regionales y locales. La integraci¨®n europea no ha acabado con la diversidad, sino que la ha reforzado. Al haber construido un orden jur¨ªdico, pol¨ªtico y econ¨®mico com¨²n sobre la piedra angular de los Tratados de Roma, podemos vivir nuestras diferencias como fuente de enriquecimiento mutuo.
Durante siglos, los Estados europeos guerreaban entre s¨ª. Ahora vivimos en paz. No en la paz de un equilibrio precario entre poderes y amenazas. Hoy en d¨ªa gozamos de la paz en libertad y con solidaridad.
Se trata, ciertamente, de una experiencia ¨²nica en la historia. Nuestras generaciones tienen el privilegio de vivir en la realidad los sue?os de nuestros antepasados. Pero no debemos darla por sentada. Hay que alimentarla con esmero.
Con este esp¨ªritu de renovaci¨®n, libertad y solidaridad, los jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros, el presidente del Parlamento Europeo y yo mismo, como presidente de la Comisi¨®n, nos reuniremos el domingo 25 de marzo, precisamente 50 a?os despu¨¦s de la firma de los Tratados de Roma. La Declaraci¨®n de Berl¨ªn no ser¨¢ un acto de nostalgia, sino un acto de compromiso. Nos comprometemos a preservar y promover Europa como el mejor lugar del mundo para vivir, una sociedad abierta y una econom¨ªa abierta, en un esfuerzo com¨²n para lograr la cohesi¨®n econ¨®mica y social. Para lograr una Europa de resultados, para garantizar que nuestras instituciones sean democr¨¢ticas, eficaces y responsables, y para fomentar nuestros valores y asumir nuestras responsabilidades en el mundo. Nos comprometemos a situar a Europa en el lugar que le corresponde, es decir, al servicio de sus ciudadanos.
Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso es presidente de la Comisi¨®n Europea
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