Pornograf¨ªa
Encontr¨¦ una u?a en la habitaci¨®n de un hotel en Barcelona. Me pareci¨®, por el tama?o y el corte, que pertenec¨ªa al dedo me?ique de una mujer, pues estaba pintada de un rojo muy intenso. Di con ella en el congelador de la nevera, al sacar un hielo para el g¨¹isqui. Dada su perfecci¨®n, pens¨¦ que era postiza, y la guard¨¦ en el bolsillo como uno de esos fetiches que se acarician a escondidas. A veces, tratando de imaginar a su due?a, aparec¨ªa dentro de mi cabeza una mujer sofisticada que iba abandonando por los hoteles u?as, mechones de pelo, quiz¨¢ tambi¨¦n ojos de cristal. De vez en cuando sacaba la u?a del bolsillo y la observaba largamente. Me gustaba fantasear que era de verdad, aunque ello me creaba alg¨²n dilema, pues las u?as de verdad no se caen solas.
Un d¨ªa, al ir a pagar el caf¨¦, apareci¨® la u?a entre las monedas, y mi mujer pregunt¨® qu¨¦ rayos era aquello. No s¨¦, dije, d¨¦jame ver. C¨®mo que te deje ver, replic¨® ella, es una u?a postiza, ya me dir¨¢s de qui¨¦n. Le cont¨¦ entonces la verdad, que me la hab¨ªa encontrado en la nevera de un hotel, y ella dijo que qu¨¦ casualidad, porque parec¨ªa la misma que le hab¨ªa desaparecido de una de sus colecciones. La m¨¢s cara, pues era de porcelana. Comprend¨ª que cre¨ªa que se la hab¨ªa robado yo, pero no encontr¨¦ el modo de defenderme y qued¨¦ como un perverso, o como un idiota. Ella se guard¨® la u?a y no volvimos a hablar de un asunto que me dejaba en tan mal lugar.
A los pocos d¨ªas volv¨ª a Barcelona, y en el hotel me dieron por casualidad la misma habitaci¨®n. Estuve trabajando todo el d¨ªa y por la noche, antes de meterme en la cama, al ir a prepararme un g¨¹isqui, vi brillar algo al fondo del congelador. Era otra u?a, de la misma calidad, pero esta vez del dedo pulgar. Tras observarla detenidamente, prefer¨ª dejarla en su sitio y hacer como que no la hab¨ªa visto. En esto son¨® el tel¨¦fono. Era mi mujer pregunt¨¢ndome por la u?a del pulgar que acababa de echar en falta. ?No me la habr¨¢s cogido t¨² tambi¨¦n?, pregunt¨®. Iba a decirle que no, pero las evidencias me hicieron dudar y contest¨¦ que s¨ª, que la ten¨ªa en el congelador de la nevera de la habitaci¨®n. Se hizo un silencio y colg¨®. Yo encend¨ª la tele y me dorm¨ª viendo una peli pornogr¨¢fica.
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