Palabras que merecen ser salvadas del olvido
Agasajar
Oigo en la radio: "Los Reyes de Espa?a ser¨¢n agasajados por los tuaregs en el desierto de Argelia". Agasajados. Palabra casi en desuso, tan precaria como los tuaregs del desierto o los monarcas europeos. T¨¦rmino raro, casi hasta feo por su sonido casi impronunciable, pero muy bello por su significado. Parece sonar a ¨¢rabe. Pero la etimolog¨ªa dice que viene del germ¨¢nico "gasajo", "compa?ero". De ah¨ª su sentido de alegrar o divertir. Agasajado es tambi¨¦n gusto, placer, contento. Seg¨²n la RAE es, "tratar con atenci¨®n expresiva y cari?osa", a la que suman "muestras de afecto y consideraci¨®n". Tambi¨¦n hospedar y aposentar. Y, adem¨¢s de regalo, tiene este curioso sentido: "Refresco que se serv¨ªa por la tarde". Agasajemos, pues, a nuestros invitados. Y que nos agasajen.
Juan Antonio Gonz¨¢lez Iglesias, premio Loewe de Poes¨ªa 2007 por Eros es m¨¢s.
Cascarrias
Pregunt¨¦ a mi madre, que sin pasar por la universidad es una de las mejores fil¨®logas que conozco, por una palabra en desuso. Me habl¨® de cascarrias, palabra que utilizaba su madre, mi abuela, y que significaba suciedad en la ropa. Busqu¨¦ en el diccionario. Existe cazcarrias y significa: "Lodo que se coge en la parte de la ropa que va cerca del suelo". Intu¨ª que era una palabra en euskera (efectivamente: kazkarria. "Suciedad en la lana de las ovejas"). Entonces pens¨¦ que es una palabra totalmente recuperable, teniendo en cuenta que posiblemente estamos en el momento hist¨®rico en el que m¨¢s a ras de suelo lleva la gente joven los pantalones.
Unai Elorriaga, escritor espa?ol, autor de Un tranv¨ªa en SP.
Mansarda
Este galicismo, sin¨®nimo de buhardilla, procedente del apellido del arquitecto F. Mansard, no s¨®lo evoca luminosidad, sino tambi¨¦n sensualidad y gusto por la vida. No conoc¨ª este vocablo hasta que, a mis 19 a?os, lo encontr¨¦ en Casa de campo, de Donoso. Desde entonces, cada vez que recuerdo las palabras que me deslumbran y ya no se usan, en la cabeza resuena "mansarda".
Horacio Castellanos Moya, novelista salvadore?o, autor de Insensatez.
Atropar
Literalmente es reunir algo en montones o gavillas, por ejemplo, se "atropan las hojas" de los jardines o el heno. Propongo recuperarla como "cuarto de los atropos", es decir, "cuarto de los trastos", pero donde se guardan montones de retales o piezas en desuso. Ser¨ªa el trastero o el cuarto de los trevejos, de los corotos o de san Alejo.
?lvaro Pombo, escritor espa?ol, autor de Contra natura.
O¨ªr / Escuchar
M¨¢s que recuperar una palabra me conformo con que no se pierda definitivamente la distinci¨®n entre "o¨ªr" y "escuchar". Ya nadie oye, todo el mundo escucha. Lo cual podr¨ªa estar bien, si no fuera porque "escuchar" ya no significa prestar atenci¨®n a lo que se oye, sino simplemente percibir sonidos con el t¨ªmpano. As¨ª escucha, por ejemplo, Eduardo Zaplana. Si recuper¨¢ramos esta distinci¨®n, y con ella el antiguo significado del verbo "escuchar", igual nos volv¨ªamos m¨¢s comprensivos con los argumentos que expresan los dem¨¢s.
Antonio Orejudo, escritor espa?ol, autor de Ventajas de viajar en tren.
Bizarro
Desde un tiempo a esta parte, y asumiendo que muchos est¨¢n en absoluto en desacuerdo, que me obsesiono con ciertas palabras. Me han tildado de extranjerizante y, sobre todo, de gringo, que es casi lo peor que a uno le pueden decir en Am¨¦rica Latina. Me gustan palabras gringas que se entienden igual y que tengan que ver con el cine. La palabra que nomino existe, no est¨¢ en desuso, pero su significado s¨ª. Bizarro en castellano, o seg¨²n el diccionario, es valiente, gallardo. Todo el mundo ahora sabe que bizarro es raro, extra?o, frik. El nuevo bizarro viene del franc¨¦s, bizarre y que a su vez se fue a Estados Unidos, donde hacen o hicieron mucho cine bizarro. Un tipo bizarro puede ser bizarro a la espa?ola, es cierto, pero eso es estirar la cuerda un tanto. Me quedo con bizarro. Con esos libros llamados Santiago Bizarro o Lima Bizarro.
Alberto Fuguet, novelista chileno, autor de Tinta roja.
Holganza
Es la calidad de vida que vamos perdiendo, y que todo lector conoce. Si bien una vaga homofon¨ªa la asocia a la condici¨®n de holgaz¨¢n, "holganza" retiene, junto a la noci¨®n de reposo, la de una apacible alegr¨ªa que los griegos llamaban euthymia. De "holgado", su adjetivo, el diccionario de Julio Casares aclara: "D¨ªcese del que, sin ser rico, tiene para vivir con bienestar". Y el sabio Covarrubias explica que viene del verbo "folgar", de folis, fuelle, "puesto quien descansa va tomando aliento y respirando, y porque esto se hace con refrescar el aire, que entra y sale en el pecho por la extensi¨®n y contracci¨®n del pulm¨®n".
Alberto Manguel, escritor argentino, autor de La biblioteca de noche.
Pr¨ªstino
Se refiere a lo que perdura en el tiempo con vigor y tiene el brillo de lo aut¨¦ntico. Atribuye un resplandor especial. En estos tiempos de simulacros y falsificaciones, es una palabra que no encuentra f¨¢cilmente d¨®nde posarse. De manera que lo pr¨ªstino se oculta detr¨¢s de sin¨®nimos difusos: primitivo, antiguo, original. M¨¢s que un arca¨ªsmo es una palabra que debe esperar para ser usada. Esperemos.
Leonardo Valencia, escritor ecuatoriano, autor de El libro flotante de Caytran D?lphin.
Sino
Quiz¨¢s porque he vivido m¨¢s de la mitad de mi vida en un pa¨ªs en que el espa?ol no es la lengua principal, muchas veces utilizo palabras en desuso. Me vienen, de pronto, recuerdos de la infancia, y pronuncio palabras que les escuch¨¦ a mis abuelos, para luego encontrarme con el rostro extra?ado de mis interlocutores. Sino como sin¨®nimo de destino es una de esas palabras. Apareci¨® por primeravez en un diccionario espa?ol en 1803; por eso, quiz¨¢s, se la identifica con poemas rom¨¢nticos y novelas decimon¨®nicas. No s¨¦ d¨®nde la aprendieron mis abuelos, pero lo cierto es que quienes mejor uso hicieron de ella en Am¨¦rica Latina fueron los guionistas de telenovelas. Hasta hace unos veinte a?os, las mujeres en la pantalla se quejaban de tener que sufrir su sino. Hoy ya nadie se queja as¨ª. ?Ser¨¢ que ya no creemos en el destino, o lo dejamos todo al azar, a la pura y llana suerte?
Edmundo Paz Sold¨¢n, escritor boliviano, autor de El delirio de Turing.
Vagoroso
Seg¨²n el diccionario de la Real Academia es un adjetivo con dos acepciones: que vaga o que f¨¢cilmente y de continuo se mueve, y la segunda, tardo, perezoso o pausado. No s¨¦ cu¨¢ndo la le¨ª por primera vez, pero era una adolescente enamorada del castellano y me pareci¨® una palabra de orfebrer¨ªa, una de esas gemas que guarda la lengua en sus arcanos. La primera era la que m¨¢s me gustaba, y me llamaba la atenci¨®n que el adjetivo no fuera vagoroso, mucho m¨¢s rudo. Vagaroso es m¨¢s sutil, m¨¢s delet¨¦reo. No pude dejar de emplearla. En el poema 'Bit¨¢cora II', de Poes¨ªa reunida, escrib¨ª: "vagar // bogar // vagarosamente // en las velas m¨ªsticas // de tu cuerpo, // inconmensurable tela // Teca".
Es una palabra po¨¦tica, seg¨²n la Academia, lo cual quiz¨¢s la priva del comercio period¨ªstico y de la publicidad, del tr¨¢fico banal. Pero no estoy segura de que haya palabras po¨¦ticas o no po¨¦ticas; hay algunas que suenan mejor, y la poes¨ªa es m¨²sica, en primer lugar, reminiscencia. Por contra, suprimir¨ªa para siempre de la poes¨ªa las palabras primavera, mieses y flores.
Cristina Peri Rossi, poeta y narradora uruguaya, autora de Las estrategias del deseo
Picaflor
Siempre dese¨¦ ser un picaflor. Cuando de muchacho o¨ªa que calificaban a alguien de picaflor, por su suerte y actitud displicente hacia el amor, siempre sent¨ªa una profunda envidia por el aludido. Aun cuando no sab¨ªa exactamente lo deliciosa que puede resultar la condici¨®n de picaflor, la palabra misma, su resonancia misteriosa, me provocaba reacciones que iban m¨¢s all¨¢ del entendimiento para complacerme con su sonoridad. Lamentablemente nunca logr¨¦ ser un picaflor. M¨¢s lamentable es que ya no existan los picaflores y la palabra pueda perderse, tras ellos. Ahora vivimos en un mundo donde habitan los promiscuos (palabra sin ribetes rom¨¢nticos, que asocio de inmediato a cond¨®n, sida y otros horrores) y evidentemente no es lo mismo ser promiscuo que un admirable picaflor.
Leonardo Padura Fuentes,escritor cubano, autor de Pasado perfecto.
Incons¨²til
Es la piel de nuestro cuerpo, el uniforme de lo humano. Lo es el cielo, el mar, la c¨¢scara de la cereza, la membrana que envuelve el coraz¨®n. El ojo que te ve no es ojo porque t¨² lo veas, sino porque abarca el mundo, una cosa, en la incons¨²til esfera, salada transparencia de una l¨¢grima. Incons¨²til tiene la sonoridad de lo envolvente, casi uterino, y sin embargo el diccionario le niega evanescencia o sutilidad. Qu¨¦ pena. Imagina un mundo sin suturas, como una trama, pero sin principio, medio, fin. La t¨²nica tejida por la madre que no se puede desgarrar. El habit¨¢culo redondo y resbaladizo al que nunca se accedi¨®, del que no se puede salir.
Cristina Cerrada, escritora espa?ola, autora de Noct¨¢mbulos.
Adl¨¢tere
Esta palabra, en desuso por ser un arca¨ªsmo, tiene sin embargo un importante significado para la literatura. El adl¨¢tere de Don Quijote de La Mancha es Sancho, es decir, el compa?ero de aventuras, aquel que ayuda y sostiene con su compa?¨ªa al h¨¦roe y que en ocasiones, como en el caso del se?or Watson de Sherlock Holmes, es quien cuenta la historia y quien no pocas veces salva al h¨¦roe. La palabra describe una relaci¨®n de admiraci¨®n, de trabajo en com¨²n y, por qu¨¦ no, de profunda amistad. La novela de esp¨ªas, de origen anglosaj¨®n e individualista, acab¨® con el adl¨¢tere, y por eso James Bond trabaja solo, pero en la vida como en la literatura el adl¨¢tere es una figura entra?able que cualquiera de nosotros desear¨ªa tener.
Santiago Gamboa, escritor colombiano, autor de Perder es cuesti¨®n de m¨¦todo.
Adamar
Palabra culta que deriva del lat¨ªn. Al parecer quien m¨¢s la divulg¨® fue Miguel de Cervantes, emple¨¢ndola en el sentido de cortejar. Sin embargo, la conocemos ante todo a trav¨¦s de San Juan de la Cruz que la incrust¨® -y resulta inesperada- en la estrofa 32 de su C¨¢ntico espiritual. En sus comentarios la explic¨®: "Adamar es mucho amar; es m¨¢s que amar, es como amar duplicadamente". Pienso en las palabras del pintor Pablo Picasso cuando ense?¨® el cuadro a Gertrude Stein: "Ahora, a parecerse al retrato". Quiz¨¢ si recuperamos esa palabra amaremos m¨¢s. Pienso tambi¨¦n en la afirmaci¨®n del cineasta ruso Andr¨¦i Tarkovski: "S¨®lo el amor es capaz de resistir a esta destrucci¨®n universal".
Clara Jan¨¦s, poeta espa?ola, autora Paralajes y Los n¨²meros oscuros.
Alcuza
Hace poco la o¨ª por primera vez. Me la regal¨® un amigo. "P¨¢same la alcuza", dijo extendiendo su mano hacia lo que casi todo el mundo llama aceitera. En M¨¦xico no es com¨²n que el aceite de oliva sea crucial en la mesa. Es costumbre que haya chiles y aguacate. Pero por no s¨¦ que azar que habla de los ancestros espa?oles, italianos y ¨¢rabes, en mi casa el aceite de oliva es esencial. As¨ª que haberme ganado el privilegio de llamar alcuza a la jarrita en que lo guardo me ha dado una de esas alegr¨ªas sencillas con las que teje la vida sus secretos. (Del ¨¢rabe hisp. alk¨²za, ¨¦ste del ¨¢rabe cl¨¢s.k¨²zah, ¨¦ste del arameo k¨²z(¨¢), y ¨¦ste del persa
kuze).
?ngeles Mastretta, escritora mexicana, autora de Mal de amores.
Nefando
Se dice de quien ejerce el viejo oficio de prestar el ojete para lubricar un falo ajeno. Suerte de pecado que se traduce como uso y abuso de la amapola anal, corta churros, chiquit¨ªn o camino desviao en el caso de una woman. Blasfemia sodomal, nefasto, asqueroso, pero exquisito, una delicia vertebral que hace sucumbir al macho m¨¢s castizo cuando el se?or P. les golpea la puerta interior de la pr¨®stata con su cabeza leporina. Sacrilegio antinatura y aberraci¨®n carnal que cometen estos animales, dec¨ªan los cartas al rey escritas por los curas co?os de la conquista, masturb¨¢ndose en el confesionario.
Pedro Lemebel, escritor chileno, autor de Tengo miedo torero.
Suspender
Me gustar¨ªa mucho que el verbo suspender recuperase su vocaci¨®n de embeleso. Hoy significa interrumpir, colgar, diferir, fracasar: frenos o movimientos negativos. Pero en la literatura del XVII entendi¨®este verbo en su hermoso sentido cervantino: "Arrebatar el ¨¢nimo, y detenerlo con la admiraci¨®n de lo extra?o". Como huyendo de Napole¨®n, esta acepci¨®n desapareci¨® del diccionario en 1803. El antiguo suspender es pariente a¨¦reo del asombro. Una emoci¨®n superior al efectismo actual de la sorpresa, propia de una sociedad sensacionalista m¨¢s sensible al vendaval que al temblor. Ojal¨¢ el volador idioma, nuestra suspensa lengua, persiga su embeleso con los pies en la tierra y la mirada bien alta. "Admiraci¨®n de lo extra?o": al fin y al cabo, eso es nombrar.
Andr¨¦s Neuman, escritor argentino, autor de Bariloche.
Gentileza
Entiendo que cada palabra constituye un logro humano que se pone de manifiesto cuando la usamos. En consecuencia, el actual empobrecimiento del castellano menoscaba nuestro ser. Siento, por ejemplo, que una palabra tan bella por su sonido y color como azulete haya desaparecido, pero quiz¨¢ me duele m¨¢s que gentileza o cortes¨ªa pertenezcan al pasado. Designan actitudes que, en estos tiempos b¨¢rbaros en que vivimos, apenas tienen cabida.
Carmen Riera, escritora espa?ola, autora de En el ¨²ltimo azul.
Juzgamundos
Me gusta una palabra que yo al menos nunca he escuchado y que descubr¨ª en el venerable y maravilloso Diccionario de Autoridades, el primer diccionario compuesto por los acad¨¦micos de la Espa?ola en el siglo XVIII. Es juzgamundos. Todav¨ªa sobrevive en la ¨²ltima edici¨®n del DRAE, pero con una definici¨®n algo cambiada. Yo prefiero la inicial: "El murmurador o censor de las acciones de todos". Me pregunto si no ser¨ªa mejor denominar juzgamundos a los que ahora llamamos tertulianos de los programas de radio y televisi¨®n. En cualquier caso, que el destino nos libre de los juzgamundos, y m¨¢s a¨²n de convertirnos en uno de ellos.
Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron, acad¨¦mico, autor de El poder de la ciencia.
Escabel
Es un mueble m¨¢s necesario cada d¨ªa, sobre todo para los que usamos el ordenador y para una profesi¨®n tan argentina como la de psicoterapeuta. Se los llama con el nombre general inespec¨ªfico y confuso de "banquitos".Ana Mar¨ªa Shua, escritora argentina, autora de La f¨¢brica de terror.
Embeber
"Recoger en s¨ª alguna cosa liquida como la esponja embeve en s¨ª el agua o otro cualquier licor", dice el Tesoro de la lengua castellana y espa?ola de Sebasti¨¢n Covarrubias (un diccionario que se lee como una novela). La vida de Santa Teresa de Jes¨²s y San Juan de la Cruz est¨¢ llena de momentos en que ¨¦stos est¨¢n embebidos en dios, en que son absorbidos con dios, convertido en una sola cosa. Esa extra?a pasi¨®n que tiene sed, que ante todo bebe y se bebe a s¨ª mismo me hace hoy extra?amente falta.
Rafael Gumucio, escritor chileno, autor de P¨¢ginas coloniales.
Mamplora
Escojo para que no se olvide la palabra mamplora, nombre galante y nada agresivo con que se llamaba a los homosexuales hace tiempos, y sus variantes floridas de manflor, manflora, manflorita, manflor¨®n, que siempre he imaginado venir, mamplora y todas ellas, del franc¨¦s ma fleur, mi flor, aunque los sabios de la lengua afirman que viene de hermafrodita. Cualquiera sea su procedencia, manflora se queda lejos de la brutalidad despectiva que tienen marica, maric¨®n, joto, culero, hueco, argolla, coch¨®n, verdaderos estigmas sonoros de un ni?o.
Sergio Ram¨ªrez, escritor nicaraguense, autor de Catalina y Catalina.
Zangolotino
La ¨²nica vez que he o¨ªdo pronunciar esta palabra fue en una pel¨ªcula: Viaje a ninguna parte, de Fernando Fern¨¢n-G¨®mez. Se la dice Jos¨¦ Sacrist¨¢n a Gabino Diego, que en la ficci¨®n es su hijo adolescente, y que la encaja como un peso mosca dispuesto a morir de pie; no es exactamente un insulto, pero, si no recuerdo mal, Sacrist¨¢n la dice como un insulto (o como un insulto compasivo) y as¨ª la encaja Diego. Sin embargo, la Real Academia afirma que un zangolotino es s¨®lo un muchacho que quiere hacerse pasar por ni?o. Nadie usa ya la palabra (y menos con esa acepci¨®n); adem¨¢s, carece de sin¨®nimo. Pero no es cierto que las palabras creen la realidad, porque el mundo sigue estando lleno de zangolotinos (de hecho, no hay joven o adolescente que a lo largo del d¨ªa no sea un zangolotino), s¨®lo que no sabemos c¨®mo llamarlos. Padres y madres de adolescentes: el asesinato no es la soluci¨®n; la compasi¨®n, s¨ª: no son m¨¢s que unos zangolotinos.
Javier Cercas, escritor espa?ol, autor de novelas como Soldados de Salamina.
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