Ante el chantaje, el deber de informar
El Partido Popular ha hecho p¨²blico un comunicado en el que anuncia un boicot a los medios de comunicaci¨®n del Grupo Prisa si su presidente, Jes¨²s de Polanco, no rectifica unas afirmaciones realizadas ante la junta de accionistas. Ning¨²n ciudadano, ni tampoco ning¨²n medio de comunicaci¨®n, puede aceptar en democracia una exigencia formulada en t¨¦rminos de intimidaci¨®n, si no de abierto chantaje. Si, adem¨¢s, esa exigencia procede de una instancia cuyo papel p¨²blico e institucional es reconocido por la Constituci¨®n, como es un partido pol¨ªtico, el deber inexcusable de todo dem¨®crata es condenarlo.
Jes¨²s de Polanco hizo uso de su libertad de expresi¨®n como ciudadano, que no est¨¢ mermada por el hecho de ser el presidente del principal grupo de comunicaci¨®n iberoamericano. La respuesta del Partido Popular a sus palabras olvida, en cambio, que quienes se expresan desde los poderes p¨²blicos est¨¢n obligados no ya a respetar las libertades de los ciudadanos, sino a garantizarlas y a protegerlas, incluso cuando no sirvan o resulten contrarias a sus intereses. La aut¨¦ntica libertad que hay que defender es siempre la libertad de quienes piensan distinto. Lejos de pensar as¨ª, como corresponder¨ªa a una fuerza democr¨¢tica, el Partido Popular ha tratado de erigirse en juez del comportamiento democr¨¢tico para se?alar los l¨ªmites de la opini¨®n y de la cr¨ªtica, arrog¨¢ndose de forma partidista la facultad de dictaminar qu¨¦ declaraciones entran o no dentro de lo que denomina "el leg¨ªtimo posicionamiento editorial".
No es el ¨²nico aspecto del comunicado en el que se dejan entrever unas ideas cuando menos singulares acerca del sistema democr¨¢tico. El Partido Popular no es el propietario de los votos y menos todav¨ªa de la conciencia y de la libertad de los ciudadanos que le votaron en las ¨²ltimas elecciones generales. Es una maniobra del todo pretenciosa intentar trasladar, como hace el comunicado, las cr¨ªticas que suscitan los actuales dirigentes del Partido Popular a los 10 millones de personas que le dieron su voto en las ¨²ltimas elecciones; como si estos ciudadanos no tuvieran criterio propio para discernir y elegir sus propios medios de comunicaci¨®n. Y si representa parlamentariamente a los 10 millones de ciudadanos que le votaron, no es frente a los millones que representan otros partidos, seg¨²n parece deducirse del texto, sino como instrumento de participaci¨®n pol¨ªtica para contribuir a la formaci¨®n y a la manifestaci¨®n de la voluntad popular, seg¨²n reconoce la propia Constituci¨®n.
No es de recibo, por tanto, un comunicado como el que hizo p¨²blico ayer, dirigido contra un ciudadano y contra un grupo empresarial. Porque, lo crea o no el Partido Popular, tambi¨¦n los representa, y est¨¢ cometiendo un grave desafuero contra ellos cuando interfiere en su libertad de expresi¨®n y en la libertad de empresa. Su apelaci¨®n directa "a los accionistas, anunciantes y clientes", adem¨¢s, revela la escasa estima de los dirigentes de este partido a la libertad empresarial y constituye una intolerable interferencia en la actividad econ¨®mica de una empresa, impropia de una formaci¨®n que dice adscribirse a los principios del liberalismo.
No hay mejor manera de conocer lo que piensa un partido pol¨ªtico que analizar las razones por las que intenta explicar los comportamientos ajenos. El Grupo Prisa est¨¢ integrado por decenas de medios de comunicaci¨®n en Espa?a y fuera de Espa?a, a los que la junta de accionistas y el Consejo de Administraci¨®n, incluido su presidente, conceden lo que el Partido Popular no tolera en sus propias filas: libertad de opinar seg¨²n la l¨ªnea editorial que establece cada director, que es el que asume la responsabilidad de cuanto aparece en cada medio, seg¨²n la m¨¢s elemental de las normas que dicta la deontolog¨ªa period¨ªstica.
El intento de intimidar al Grupo Prisa y a sus profesionales, de someterlos a un chantaje, obedece a la estrategia de llevar la divisi¨®n entre espa?oles a todos los ¨¢mbitos, que el Partido Popular sigui¨® desde el poder y ahora con fuerza redoblada desde la oposici¨®n. Frente a esta estrategia, que ya ha logrado hacer mella en algunas instituciones b¨¢sicas del sistema democr¨¢tico, como los tribunales de justicia, y que amenaza con extenderse a las calles, el diario EL PA?S har¨¢ lo que el Partido Popular ya ha renunciado a hacer: cumplir con su deber. Un deber que consiste en seguir informando con objetividad y con criterio razonado sobre cuanto sucede a nuestro alrededor. Tambi¨¦n cuando se trate de noticias que afecten al Partido Popular, que seguir¨¢ recibiendo en estas p¨¢ginas el trato informativo que impone la vocaci¨®n de objetividad y de compromiso con la Constituci¨®n y los valores democr¨¢ticos a los que siempre ha sido fiel este peri¨®dico.
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