Turistas en el campo de batalla
Almansa escenificar¨¢ dentro de un mes el final de la guerra de Sucesi¨®n espa?ola
El 25 de abril de 1707 marca una fecha decisiva para la monarqu¨ªa espa?ola: el relevo de los Austrias por los Borbones. Un combate que se recrear¨¢, con trajes de ¨¦poca, en la villa de Albacete donde ocurri¨®.
Lo que se ventilaba all¨ª era un suceso de alcance europeo. Una de las mayores batallas de la guerra de Sucesi¨®n espa?ola (1701-1714) entre dos pretendientes al trono: el borb¨®n Felipe V y el archiduque Carlos de Austria. En el choque armado iban a participar 10 naciones y un total de unos 40.000 soldados; solamente uno de cada cinco era espa?ol. Ocurri¨® en Almansa el 25 de abril de 1707.
Dos bandos desiguales: el local o borb¨®nico, con unos 25.000 hombres, y el confederado o austracista, con 16.000 efectivos y algo peor que su inferioridad: una mala informaci¨®n. Al final de la refriega, el ej¨¦rcito borb¨®nico hab¨ªa sufrido unas 2.500 bajas; el ej¨¦rcito confederado perdi¨® las dos terceras partes de sus fuerzas y la batalla. Era el Lunes de Pascua de 1707, fr¨ªo y neblinoso, y a las cinco de la tarde todo hab¨ªa terminado.
Un episodio de la gran historia de Europa. La sucesi¨®n al trono de Espa?a se hab¨ªa convertido en una herencia tan suculenta como estrat¨¦gica. Carlos II, el ¨²ltimo de los Austrias espa?oles, hab¨ªa muerto sin descendencia. Dos pretendientes a la Corona enfrentaron a las cortes europeas: Felipe de Anjou, nieto del Rey Sol, ten¨ªa como aliados a Francia, dos pr¨ªncipes alemanes y casi toda Espa?a; la casa de Austria, por su lado, logr¨® articular en torno a su candidato, el archiduque Carlos, una Gran Alianza en la que participaban Austria, Inglaterra, Holanda, la mayor parte del imperio alem¨¢n y, m¨¢s tarde, Portugal y Saboya.
Comienzan los Borbones
El pr¨®ximo 25 de abril se cumplen 300 a?os de aquel episodio que dict¨® el fin de los Austrias espa?oles y el inicio de la era borb¨®nica (con Felipe V), as¨ª como de rencores y agravios territoriales resta?ados, pero no olvidados.
Pero la historia es ya historia. Y lo de hacer taquilla a costa de batallas no es cosa nueva: lo practican con provecho en Waterloo (B¨¦lgica) y en algunos lugares m¨¢s.
En Espa?a prende la moda: ya existe el Centro de Interpretaci¨®n de la Batalla de Arapiles (Salamanca), y desde abril del pasado a?o se ha dispuesto el Centro de Interpretaci¨®n de la Batalla de Almansa en la ermita barroca de San Blas, a la salida de la villa. All¨ª se brindan las explicaciones oportunas y luego se visita a pie (o en coche) el campo de batalla, que se ha conservado intacto, sin construcciones ni alteraciones (ser¨¢ adem¨¢s el primero se?alizado).
El programa de actos conmemorativos de la batalla est¨¢ contagiado, podr¨ªa decirse, por el ardor de la victoria, aunque sea extempor¨¢neo. Al centro de interpretaci¨®n y visitas al campo de batalla se suma una cascada de conferencias, ponencias, publicaciones, exposiciones y eventos varios, que van desde carreras o encuentros deportivos hasta jornadas gastron¨®micas, conciertos barrocos o verbenas populares. El grueso de la celebraci¨®n se condensa, claro est¨¢, en torno al 25 de abril, cuando tendr¨¢n lugar actos oficiales, desfiles militares, ofrendas florales, comidas de hermandad, mercados y ferias de ¨¦poca, fuegos de artificio y cosas por el estilo.
Centenares de figurantes
Lo m¨¢s llamativo tal vez sea la recreaci¨®n hist¨®rica de la batalla, con trajes de ¨¦poca y centenares de figurantes de Inglaterra, Irlanda, Francia, Holanda, Italia, Estados Unidos y Espa?a. Habr¨¢ una primera recreaci¨®n vespertina el s¨¢bado 28 de abril, y otra al d¨ªa siguiente, domingo, a las 13.30; algo nuevo entre nosotros.
Con todo ello, Almansa tambi¨¦n quiere resarcirse, y est¨¢ en su derecho: la localidad (situada en el extremo m¨¢s oriental de Albacete, y centro geogr¨¢fico entre la capital de su provincia y las de Valencia, Alicante y Murcia) entonces contaba con unos 800 vecinos y fue la que m¨¢s sufri¨®, ya que los ej¨¦rcitos saquearon sus v¨ªveres, requisaron sus pertenencias y destrozaron edificios y sembrados; muchos lugare?os murieron incluso a causa de infecciones y epidemias derivadas de la batalla. Valga la excusa, pues, para conocer esta ciudad (el t¨ªtulo de ciudad fue todo su premio), donde confluyen varios de los caminos que penetran desde la costa hacia la meseta. Una poblaci¨®n volcada en los servicios y la industria del calzado, ordenada y moderna, con un envidiable alarde de infraestructuras deportivas, las cuales, de paso, preservan el paisaje en torno a su castillo de almanaque.
El castillo y la incre¨ªble escenograf¨ªa que forman a sus pies la llamada Casa Grande y la fachada renaciente de Santa Mar¨ªa, junto a otras plazas y casonas, constituyen un n¨²cleo monumental breve, pero intenso; como lo son sus vinos de cuerpo con r¨®tulo protegido o su bien cuidada gastronom¨ªa manchega. Si Par¨ªs vali¨® una misa, Almansa bien vali¨® una batalla.
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