El parto es m¨ªo
Nosotras parimos, nosotras decidimos. La vieja consigna feminista cobra nueva vigencia. Due?as del poder de concebir, muchas exigen ahora el derecho a parir como quieran, m¨¢s all¨¢ de la asistencia uniforme, impersonal y medicalizada de los hospitales. As¨ª se pare en Espa?a.
No es un grito ni un gemido ni un aullido. El lamento de una mujer en las ¨²ltimas contracciones del parto no se parece a nada. Sale de las entra?as. Acaba como empieza. Intenso, profundo, sostenido. Como si no pudiese doler menos ni m¨¢s. Como si fuera la vida en ello. Pilar Rubio lleva 40 minutos mugiendo de esa manera cada 90, 60, 30 segundos.
"?Que en Holanda paren en casa? Pues mal hecho" (presidente de los ginec¨®logos)
Son las mujeres del 'baby-boom' las que piden hoy parir a la carta
Est¨¢ en un cuarto en penumbra, sentada en un taburete semicircular que la mantiene en cuclillas a 40 cent¨ªmetros del suelo y echada sobre su marido, al que estruja las manos en cada empuj¨®n. Enfrente, agachado a su altura, Antonio, el matr¨®n. Un aura de inminencia lo impregna todo. "?Empuja, fuerte y seguido, como si estuvieras en el v¨¢ter, que ya la tenemos!". Otro bramido sobrecogedor y ocurre. La coronilla morena que asomaba entre las piernas se escurre a las manos de Antonio y surge de repente el cuerpo de la peque?a Pilar.
-?Ay, mi ni?a!
El suspiro exhausto y feliz de la madre segundos antes de que la hija rompa a llorar sobre su pecho certifica los hechos. El nacimiento de una ciudadana espa?ola en el hospital p¨²blico La Inmaculada, en Hu¨¦rcal-Overa (Almer¨ªa), a las ocho menos diez de la tarde del 15 de febrero de 2007. Uno de los casi medio mill¨®n de partos que habr¨¢ este a?o en Espa?a. Pero el de las dos Pilares ha sido un parto particular.
Desde que empez¨® a "tener molestias" en su casa de Vera hasta que ha visto la cara a su beb¨¦, el cuerpo de Pilar ha hecho solo el trabajo. Todo el trabajo. Ha ido a recoger a su hijo Jos¨¦ al colegio. Ha comido unas patatas con salchichas. Ha fregado los platos. Ha dejado al cr¨ªo con los abuelos y ha enfilado con su marido a Hu¨¦rcal-Overa con contracciones cada cinco minutos. Al ingresar, con seis cent¨ªmetros de dilataci¨®n, las patatas se rebelan en v¨®mito. Ser¨¢ la ¨²nica incidencia en las tres horas escasas que tarda Pilar en parir sin m¨¢s soporte t¨¦cnico que las manos y la voz de Antonio Navarro. Un parto con dolor, ya se ha o¨ªdo. Pero sin casi nada m¨¢s. Un parto fisiol¨®gico. Natural. Normal. ?Y eso qu¨¦ tiene de particular? ?Acaso no lo son todos?
El pasado 13 de agosto, Rosa Montero publicaba su columna en esta revista bajo el t¨ªtulo El desastre de parir. Se trataba de una reflexi¨®n a prop¨®sito del libro La revoluci¨®n del nacimiento (Granica, 2006), de Isabel Fern¨¢ndez del Castillo. El ensayo ilustra -y deplora- el cat¨¢logo de actuaciones m¨¦dicas con las que se aborda protocolariamente la asistencia al parto en Espa?a. Un rosario de actuaciones rutinarias -rasurado genital y aplicaci¨®n de un enema a la madre; monitorizaci¨®n inmovilizante de parturienta y feto durante la dilataci¨®n; perfusi¨®n de oxitocina para acelerar las contracciones; la obligaci¨®n de parir tumbada boca arriba, o la realizaci¨®n sistem¨¢tica de un corte en el perin¨¦- que, seg¨²n la doctrina de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, no s¨®lo son innecesarias de forma general, sino que pueden provocar m¨¢s sufrimiento que seguridad a madre e hijo.
La embarazada, sosten¨ªa Montero citando a Del Castillo, no est¨¢ enferma. Su cuerpo sabe parir. El creciente n¨²mero de ces¨¢reas -as¨ª acaba el 35% de los partos en cl¨ªnicas privadas y el 21,5% en las p¨²blicas- en Espa?a ser¨ªa el colof¨®n del "c¨ªrculo vicioso" de "estr¨¦s y dolor" que provoca la aplicaci¨®n indiscriminada de unos protocolos basados en una "visi¨®n patol¨®gica, intervencionista y jer¨¢rquica del parto".
La respuesta de los lectores fue fulminante. M¨¢s de 200 correos electr¨®nicos y cartas inundaron la redacci¨®n. Madres traumatizadas por la asistencia "intervencionista y deshumanizada" a su parto. M¨¦dicos y sanitarios ofendidos reivindicando su trabajo "por la seguridad de madres e hijos". Pero tambi¨¦n madres satisfechas con la atenci¨®n "t¨¦cnica y humana" a su alumbramiento. Y profesionales -muchas matronas, alg¨²n ginec¨®logo- que, trabajando dentro del sistema, abogaban por un cambio. Montero hab¨ªa tocado una llaga.
Que tengas una hora corta, se desea a las embarazadas aludiendo a los rigores del parto. Un proceso fisiol¨®gico que se inicia con una serie de contracciones in crescendo hasta provocar 10 cent¨ªmetros de dilataci¨®n en el cuello del ¨²tero y culmina con el alumbramiento del feto y la placenta. El trayecto de 12 cent¨ªmetros desde el claustro materno al exterior es el viaje m¨¢s arriesgado de la vida. Un periplo de mucho m¨¢s de una hora. Seis, doce, quince horas son tiempos habituales entre dilataci¨®n y expulsi¨®n. El dolor, los nervios, incluso el miedo, son consustanciales a la aventura de parir. Pero tambi¨¦n la ilusi¨®n, la alegr¨ªa, incluso la euforia. La experiencia es tan intensa que en muchas cenas de cuarentones ellos acaban contando sus milis y ellas sus partos. Y cada una lo cuenta como le fue.
La web de la Asociaci¨®n El Parto es Nuestro -www.elpartoesnuestro.es- rebosa de relatos de este tipo. "La p¨¢gina naci¨® en 2002, cuando varias mujeres traumatizadas por una triste experiencia de parto nos encontramos en Internet y decidimos intentar cambiar las cosas", dice Francisca Fern¨¢ndez, de 39 a?os, abogada y fundadora. Francisca es madre de una ni?a de cuatro a?os nacida en un hospital p¨²blico, "el de M¨®stoles, donde pisotearon mis derechos y los de mi hija", y de dos gemelos que pari¨® en su casa, asistida por una matrona, en un parto "natural y gozoso" elegido -y pagado- por ella tras evaluar las alternativas.
Fern¨¢ndez y sus compa?eras abogan porque eso, la libre elecci¨®n sobre la forma de traer a sus hijos al mundo, sea "un derecho, y no un bien de mercado o una loter¨ªa, seg¨²n el equipo que te toque". "Reivindicamos una mejor atenci¨®n al parto, un trato m¨¢s humano y respetuoso, que nosotras y nuestros hijos seamos los protagonistas. Que las mujeres tengan informaci¨®n y puedan decidir c¨®mo quieren parir, dejando de ser objeto pasivo de intervenciones rutinarias. En definitiva, que se respeten las recomendaciones de la OMS".
Fern¨¢ndez se refiere al documento Tecnolog¨ªa apropiada para el parto, contenido en la Declaraci¨®n de Fortaleza y publicado en Lancet en 1985. En ¨¦l, la OMS aboga por un modelo de atenci¨®n al parto sin m¨¢s ayuda t¨¦cnica que la precisa en cada caso. Y concluye: "Algunos pa¨ªses con la menor mortalidad perinatal tienen menos de un 10% de ces¨¢reas. No puede justificarse que ninguno tenga m¨¢s de un 10%-15%".
El profesor Jos¨¦ Manuel Bajo Arenas es, como presidente de la Sociedad Espa?ola de Ginecolog¨ªa y Obstetricia (SEGO), el encargado de legislar los aspectos m¨¦dicos de la atenci¨®n al parto en Espa?a. Es un hombre vehemente. No admite tirones de orejas. Ni siquiera de la OMS. "La culpa de que se hagan esas ces¨¢reas es de la demanda. En un doble sentido. Los obstetras somos, despu¨¦s de los pl¨¢sticos, los m¨¦dicos que m¨¢s demandas recibimos. Los padres no aceptan que un mal resultado pueda no ser culpa del m¨¦dico. Entonces, pocos se arriesgan a partear un parto duro -unas nalgas, un f¨®rceps- por abajo y van a la ces¨¢rea. Pero es que hay otra demanda. Se habla mucho de las que quieren parto natural, pero no de las que, cada vez m¨¢s, vienen pidiendo una ces¨¢rea. Porque no quieren parir, porque es r¨¢pida y segura. Por lo que sea, pero la piden. La Ley de Autonom¨ªa del Paciente las ampara, y si un ginec¨®logo no se la hace, se van a otro. Ah¨ª tiene usted las causas de las ces¨¢reas. Y vamos a m¨¢s. En Estados Unidos est¨¢n en el 50%, y nosotros llegaremos. La obstetricia se acaba".
La calidad de la atenci¨®n al parto se mide, seg¨²n Bajo Arenas, en seguridad. "Desde que se estandariz¨® el parto hospitalario se ha mejorado espectacularmente. Se ha pasado del 30 por mil de mortalidad perinatal en los a?os sesenta al siete por mil actual. Y de las dos mujeres cada 100 que mor¨ªan pariendo en casa a principios del siglo XX, a una sola muerte por cada 17.000 partos que se atienden ahora en el hospital. En ?frica hoy muere una mujer por cada 90 partos".
Eso, respecto a la cuenta de resultados. En cuanto a los procedimientos, Bajo remite a las Recomendaciones para la organizaci¨®n de un servicio de obstetricia y ginecolog¨ªa, un documento editado por la SEGO bajo su mandato. "Hemos adoptado las recomendaciones de la OMS que nos parecen razonables. Decimos que el rasurado y el enema no son necesarios, que la estimulaci¨®n con oxitocina no debe ser sistem¨¢tica. Que se deje caminar a la mujer en la dilataci¨®n, que la postura de parto sea libre y que no se haga episiotom¨ªa rutinariamente. M¨ªrelo usted: no voy a defenderme de cosas que no son ciertas". La ¨²ltima revisi¨®n del manual, en 2005, recoge efectivamente los cambios. Pero ?se aplican en los paritorios? "Nuestro documento es taxativo, pero no me puedo hacer responsable de lo que cada uno haga en su hospital. Eso es como decir que est¨¢ prohibido robar, y hay gente que roba".
El tono de Bajo Arenas revela cierto mar de fondo ins¨®lito en una instituci¨®n supuestamente sosegada como una sociedad cient¨ªfica. "S¨ª", admite, "nos sentimos atacados por quienes dicen que la asistencia al parto en Espa?a es deplorable. Estad¨ªsticamente, entre un 20% y un 30% de los embarazos son de riesgo, pero eso no quiere decir que el otro 70% u 80% no los puedan tener. Nunca se puede saber a priori cu¨¢ndo un parto va a ser normal. Un parto es una situaci¨®n de riesgo potencialmente mortal para la madre y el ni?o, y quien no sepa eso es que no ha visto parir en su vida. Todos se pueden complicar, y hay que tener los instrumentos adecuados al alcance. Medios t¨¦cnicos. Un quir¨®fano. Se trata de preservar la vida materna y la del ni?o, y eso s¨®lo se logra en un hospital".
Es entonces, cuando se le menciona el caso de otros pa¨ªses -como Holanda- con excelentes indicadores de morbimortalidad y que promueven y sufragan la asistencia domiciliaria al parto normal a cargo de matronas especializadas, cuando el profesor estalla:
-Ya estamos con eso. Los holandeses lo hacen. ?Pues mal hecho! Aqu¨ª es inviable. Una mujer en riesgo trasladada de urgencia en medio de un atasco es una temeridad inasumible.
El debate se ha venido larvando durante a?os y empieza a desbordar el ¨¢mbito de los paritorios o los hogares. No hay alarma social. No hay manifestaciones ni grandes titulares -"la mayor¨ªa de las mujeres no protesta, se conforma con tener a sus ni?os sanos y se calla el mal trago", dice Francisca Fern¨¢ndez-, pero algo se mueve en las maternidades espa?olas. Y la presi¨®n de grupos de mujeres como El Parto es Nuestro es s¨®lo una de las partes implicadas.
El Observatorio de Salud de la Mujer, dependiente del Ministerio de Sanidad, ha tomado cartas en el asunto. Su directora, Concha Colomer, cree que la atenci¨®n al parto "es buena respecto a los indicadores habituales de morbimortalidad, pero se puede mejorar". ?C¨®mo? "Humaniz¨¢ndola. Disminuyendo pr¨¢cticas no necesarias y favoreciendo la participaci¨®n de la mujer". Consciente de que los cambios "no se pueden imponer", Colomer ha impulsado un proceso de debate e ideas para promover una "red de buenas pr¨¢cticas" que "prediquen con el ejemplo y demuestren que se puede mejorar la calidad humana de la atenci¨®n sin que los ¨ªndices se resientan". "Hasta hoy ha primado la seguridad, ahora aspiramos a la calidad".
La Federaci¨®n de Asociaciones de Matronas de Espa?a (FAME) agrupa a muchas de las 6.000 profesionales -tituladas despu¨¦s de tres a?os de Enfermer¨ªa y dos de especializaci¨®n- cualificadas para asistir partos normales. Ellas son las que bregan con las parturientas en los paritorios p¨²blicos. No tanto en los privados, donde las embarazadas exigen -y pagan- la presencia de un ginec¨®logo en su parto. Su presidenta, Dolors Costa, confirma "la movida".
"Las matronas estamos muy concienciadas. Nuestra tendencia es favorecer el parto fisiol¨®gico. Dejarlo progresar sin prisas y s¨®lo intervenir con otros medios en caso necesario". La FAME, algunas de cuyas integrantes aplican sus convicciones -"hacemos partos naturales si la mujer lo pide, en el turno de noche, cuando no est¨¢n los jefes de servicio", dicen algunas-, ha pasado a la acci¨®n. Va a publicar un protocolo para la asistencia natural al parto normal. Ser¨¢ su "contribuci¨®n" a una "deseable adaptaci¨®n de los hospitales para albergar un espacio de parto natural donde las mujeres que lo deseen puedan sentirse como en casa, y dar a luz de forma fisiol¨®gica, pero con la infraestructura hospitalaria al lado".
Algo as¨ª como lo que ocurre en el hospital de Hu¨¦rcal-Overa, donde la reci¨¦n parida Pilar Rubio trata de que su hija se le enganche a la teta. Fueron las matronas las que, ya en 1987, "ense?aron" al nuevo jefe de obstetricia, Longinos Aceituno, que se "pod¨ªa parir con igual seguridad" dejando a la mujer "su tiempo y su espacio" que con todo el arsenal t¨¦cnico y farmacol¨®gico que el doctor hab¨ªa aprendido en la residencia.
Desde entonces, en Hu¨¦rcal-Overa se pare como lo ha hecho Pilar. En la cama, en la silla o en el potro obst¨¦trico, dependiendo de la evoluci¨®n y las preferencias de la embarazada. Con oxitocina, epidural, paritorio y quir¨®fano a mano. Pero s¨®lo si la mujer lo pide o lo precisa. Coordinador del Proceso de Embarazo, Parto y Puerperio del Servicio Andaluz de Salud, Aceituno recorre los hospitales de su comunidad y es el primero en constatar la reticencia de sus colegas a los cambios. "Yo he podido introducirlos porque soy el jefe, pero en muchos sitios prima la inercia. Por varias razones. Est¨¢ el miedo a las demandas, claro. Lo primero que hace un juez es tirar de protocolo, y si t¨² no pones un enema y hay una infecci¨®n, por ejemplo, te va a preguntar por qu¨¦ no lo pusiste". Una mezcla de inseguridad ante las dificultades e inquietud ante una posible p¨¦rdida de influencia -y poder- de los obstetras a favor de las matronas en los hospitales podr¨ªa explicar el no de los m¨¢s reacios.
Consuelo Catal¨¤ se "congratula" de estas iniciativas "y otras", como el hospital Cl¨ªnico de Barcelona, o el de Santa Caterina, en Girona, o la casa de partos que acaba de aprobar el Gobierno balear en Palma, pero cree que "no bastan".
Catal¨¤, buena conocedora de los ambientes sanitarios -es enfermera, y su marido, Enrique Lebrero, es obstetra y dirige la cl¨ªnica Acuario, en Alicante, especializada en parto natural-, es diputada socialista en las Cortes Valencianas. Lleva 20 a?os "luchando por los derechos de la madre y el ni?o en el nacimiento", y cree que ¨¦ste es el momento de cambiar el sistema. "Algunas comunidades han legislado sobre la oferta de parto natural, pero luego no se concretan si no se implican los profesionales. Hay que dejar claro que no se trata de una guerra gremial. Ni de obligar a nadie a parir de una forma determinada. No hay que renunciar a nada. Ni a la epidural, ni a la t¨¦cnica, ni al quir¨®fano, si hace falta. Se trata de crear unidades de parto natural en los hospitales, de informar a las mujeres sobre las distintas alternativas y dejarlas que decidan. La oferta generar¨ªa la demanda".
Catal¨¤, como Costa, como Lebrero, es realista. Y consciente de que lo de "parto natural" puede sonar a tortura china a una generaci¨®n habituada a pedir la epidural antes de ver la marca roja en el Predictor. "Lo que no saben, porque no se les dice, es que mucho del dolor de un parto medicalizado lo provocan los protocolos innecesarios. La oxitocina acelera artificialmente las contracciones. La monitorizaci¨®n constante impide dilatar movi¨¦ndose. Y con los nervios y el estr¨¦s piden la epidural a gritos. Pero un parto natural, con tu pareja, a tu ritmo, con s¨®lo la ayuda que t¨² demandes, puede ser una vivencia maravillosa. Intensa y salvaje. Como un orgasmo. S¨ª", dice Lebrero, "el parto es sexy".
En Espa?a, hace poco m¨¢s de medio siglo, s¨®lo par¨ªan en el hospital las pobres de solemnidad. "La hospitalizaci¨®n empez¨® por las madres solteras, para las que se crearon unas maternidades a finales del siglo XIX. Pero la gente par¨ªa en casa, atendida por una matrona. Las ricas pagaban a un toc¨®logo que las atend¨ªa a domicilio. No fue hasta entrados los a?os cincuenta cuando se generaliz¨® la atenci¨®n hospitalaria". Jos¨¦ Antonio Usandizaga, de 78 a?os, es autor del primer volumen de la Historia de la ginecolog¨ªa y obstetricia espa?ola (SEGO). Bajo su direcci¨®n como jefe del servicio de obstetricia del hospital La Paz nacieron m¨¢s de medio mill¨®n de madrile?os. El baby-boom. Entre 70 y 80 partos diarios, con d¨ªas de 100. El doctor Usandizaga recuerda la monitorizaci¨®n fetal y la aplicaci¨®n de oxitocina para regular el parto como grandes hitos t¨¦cnicos de su ¨¦poca. Los que "permitieron tener muy controlados a la parturienta y al feto, detectar precozmente el sufrimiento fetal y aumentar espectacularmente la seguridad". La aplicaci¨®n sistem¨¢tica de esas t¨¦cnicas se vivi¨® ?Usandizaga se jubil¨® en 1998? como una "gran tranquilidad para m¨¦dicos y mujeres".
As¨ª nacieron las embarazadas de ahora. Las que quieren decidir c¨®mo parir. Algo ocurri¨® en alg¨²n momento entre 1990 y 2000. El INE llevaba a?os constatando la ca¨ªda de la natalidad. Las mujeres ten¨ªan menos hijos, m¨¢s tarde. Y ya se sabe que lo raro vende. El embarazo, un estado transitorio cuyas consecuencias en la imagen muchas trataban de minimizar, cuando no de ocultar, se convirti¨® en tendencia. Las firmas premam¨¢ empezaron a contratar a modelos embarazadas. Mujeres reales con tripas de verdad. La barriga era bella. La industria pas¨® de camuflar el vientre gestante bajo informes t¨²nicas a exhibirlo con ajustados modelos que pregonaban al mundo: s¨ª, estoy pre?ada.
Quiz¨¢ sea cosa de la edad. Las prim¨ªparas no son ya veintea?eras inexpertas, como muchas de sus madres. Son mujeres hechas y derechas. Treinta?eras, incluso cuarentonas. Universitarias, trabajadoras. Independientes, con ideas propias. Due?as del poder de concebir cu¨¢ndo y c¨®mo quieren que empiezan a reivindicar parir como desean.
Como Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n e Ic¨ªar Bolla¨ªn, que coincidieron en sus respectivos segundos partos en Acuario. Aitana, para sentirse "como mujer, con capacidad de dar a luz, due?a de mi parto, sin intromisiones, sin estr¨¦s a?adido, haciendo lo que me ped¨ªa el cuerpo, y no atada a un potro antinatura. Y s¨ª con dolor. Pero un dolor natural que est¨¢s preparada para soportar. Transitar por ese dolor, vivirlo conscientemente, es un privilegio, y me ha hecho m¨¢s fuerte". Ic¨ªar, para vivir un parto "suyo" despu¨¦s de un primero "frustrante" en el hospital de La Concepci¨®n de Madrid.
Pero tambi¨¦n como Remedios Calero, que acaba de parir a Sof¨ªa en la cl¨ªnica privada Bel¨¦n de Madrid y est¨¢ "encantada" con su parto programado: "As¨ª he podido venir tranquila y dejarlo todo organizado". O como Ana Ur¨ªas, feliz con sus gemelos tras una ces¨¢rea en La Paz: "No quiero protagonismo, lo importante es la seguridad". O como Conchi, que ha pagado 1.900 euros a una matrona para tener a Dar¨ªo en su casa. O como Paz Vega, que ha hecho casting de ginec¨®logos antes de decidirse por la cl¨ªnica Ruber Internacional. La misma donde vino al mundo, mediante ces¨¢rea, Leonor de Borb¨®n Ortiz, heredera del heredero de la Corona, y donde nacer¨¢ pronto su hermana peque?a.
Mientras tanto, media hora despu¨¦s de parir, a Pilar Rubio le han tra¨ªdo la cena. Sopa, merluza y flan. Huelen bien. Pero ah¨ª se quedan: "A¨²n me estoy acordando de las patatas con salchichas".
El parto de Pilar y Pilar
Pilar Rubio, 36 a?os, oficinista. Pari¨® a su segunda hija, Pilar, en posici¨®n vertical. Algo hab¨ªa visto en la tele. Una silla para parir en cuclillas, y no con las piernas por alto, como vino al mundo su hijo Jos¨¦, hace seis a?os. Pero Pilar nunca pens¨® en parir sentada. Lleg¨® al hospital tranquila. Cumplida de tres d¨ªas. Mentalizada para estar horas dilatando, como con el mayor. Por eso hab¨ªa pedido la epidural. Para ahorrarse "los peores dolores". Pero no hubo tiempo. Ingres¨® con seis cent¨ªmetros. La traca de contracciones iba a ser intensa. Su rostro desencajado lo testifica. Dilat¨® caminando hasta que quiso tumbarse. Y empujar. Fuerte, como queriendo "hacer caca", le dec¨ªa Antonio, el matr¨®n. Fue entonces cuando Manuela, la otra matrona, se lo dijo: "?Quieres probar a sentarte?". La famosa silla. "Lo que yo quer¨ªa era acabar, y ellos me daban confianza. As¨ª que me sent¨¦, me ech¨¦ sobre mi marido y me dej¨¦ llevar, empujando". Un parto fisiol¨®gico. Minimalista. Sin rasurado, sin enema, sin oxitocina, sin monitorizaci¨®n constante, sin epidural, sin episiotom¨ªa. S¨®lo Pilar haciendo su trabajo, y Antonio y Manuela ayud¨¢ndola. Y la ni?a, claro: Pilar Ruiz Rubio, 3,550 kilos, 52 cent¨ªmetros. 9,9 en el test Apgar. Los Jos¨¦s, padre e hijo, le dan "un 10".
Longinos, el converso
Longinos Aceituno, jefe del servicio de Ginecolog¨ªa. Hospital de Hu¨¦rcal-Overa (Almer¨ªa).Cuando lleg¨® a Almer¨ªa, en 1987, Aceituno era un ginec¨®logo tradicional. Aplicaba los protocolos "que hab¨ªa aprendido en la residencia". Pero all¨ª top¨® con un equipo de matronas que le "abri¨® los ojos" a otras posibilidades. No poner enemas, ni rasurar, ni administrar oxitocina porque s¨ª. Dejar a la mujer dilatar y parir a su ritmo, pero con un paritorio y un quir¨®fano a dos zancadas, por si acaso. Y se convirti¨®. "Ellas me ense?aron que no s¨®lo era posible, sino seguro". Desde entonces, las matronas mandan en el paritorio. "No son ni mis ayudantes ni mis enfermeras. Son las responsables del parto normal, ya lo dice la OMS. Merecen autonom¨ªa y respeto. Los m¨¦dicos, para las complicaciones". Las cifras -14% de ces¨¢reas frente al 25% nacional; 30% frente a 70% de episiotom¨ªas- avalan el sistema que Aceituno propone como coordinador del Proceso Andaluz de Embarazo, Parto y Puerperio. ?l es el primero en detectar "la reticencia" de sus colegas al cambio. Mientras, un 5% de sus embarazadas peregrinan de toda Espa?a hasta aqu¨ª para parir de forma natural.
Seg¨²n el horario previsto
Remedios Calero, 35 a?os. Tuvo a Sof¨ªa, su tercera hija, en la cl¨ªnica Bel¨¦n de Madrid.Reme sab¨ªa que hoy era el d¨ªa. La semana pasada, el doctor Yordi la cit¨® -"si no me pon¨ªa mala antes"- para inducirle el parto un d¨ªa despu¨¦s de salir de cuentas. Remedios conf¨ªa "absolutamente" en el m¨¦dico que ha "tra¨ªdo al mundo" a sus tres hijos y a cuatro sobrinos. As¨ª que esta ma?ana ha dejado "organizados" a Gonzalo, de nueve a?os, y Mar¨ªa, de tres, y ha venido desde Oca?a (Toledo, a 65 kil¨®metros) con sus padres, su marido y la canastilla. "Para m¨ª, esto es ideal. Imag¨ªnate venir de parto y con atasco. As¨ª estoy tranquila". En tres horas ten¨ªa a Sof¨ªa, este rollizo beb¨¦ de pelo negro que pugna por agarrarle el pecho. "Fue todo muy r¨¢pido y muy bien. Llegu¨¦ con m¨¢s de dos cent¨ªmetros. Me colocaron la v¨ªa y arreciaron las contracciones. Me puse nerviosa, soy cobarde ante el dolor, pero enseguida lleg¨® la epidural, y luego, en el paritorio, ha salido en tres empujones, sin puntos ni nada". "Las que quieren dar a luz en casa est¨¢n locas. Parir es precioso, pero la t¨¦cnica est¨¢ para ayudar. No me molesta el rasurado, ni el enema, ni la v¨ªa, ni estar monitorizada. Me he sentido magn¨ªficamente atendida y protagonista de mi parto. ?Acaso no he parido yo?".
Sin prisas, pero sin pausa
Mirruan Yordi. Ginec¨®logo de la cl¨ªnica privada Bel¨¦n de Madrid. Unos 20 partos al mes. Hoy est¨¢ de guardia. A las diez viene Reme. "No programo partos, pero en este caso era mejor: estaba a punto, vive lejos y tiene p¨¢nico al viaje. Ha ido de f¨¢bula". Lleva 20 a?os ayudando a parir. Y tiene las ideas muy claras. En el paritorio manda ¨¦l. "Cuando me presentan un plan de parto, les digo: 'B¨²scate otro. No eres t¨² la ¨²nica protagonista, hay un ni?o'. Las sueles convencer. Parir en casa me parece una aberraci¨®n. Est¨¢n carg¨¢ndose la seguridad por la que lucharon sus madres. Una urgencia, un sufrimiento fetal, una bradicardia, se puede presentar hasta en el parto m¨¢s normal. Lo del enema y el rasurado es higiene, y no sobra". El doctor Yordi se ofende personalmente cuando se acusa a los m¨¦dicos de practicar ces¨¢reas por inter¨¦s. "Cobramos lo mismo: 210 euros. Y no se hacen tantas. Se tendr¨ªan que hacer m¨¢s. Hay dramas ¨Clesiones, par¨¢lisis cerebrales¨C por intentar a toda costa un parto vaginal. Los de la OMS no han visto un parto en su vida. ?30%, 40% de ces¨¢reas? Da igual, queremos ni?os sanos". Al acabar la guardia, Yordi hab¨ªa asistido a siete partos: cinco vaginales y dos ces¨¢reas, "una gemelar y otra por l¨ªquido te?ido". "Un d¨ªa tranquilo".
El a?o m¨¢s f¨¦rtil
Paz Vega, 31 a?os, actriz. Tendr¨¢ a su hijo Orson en la cl¨ªnica Ruber de Madrid. El d¨ªa de la foto cumpl¨ªa 30 semanas de gestaci¨®n. Estaba espl¨¦ndida, pero empezaba a acusar la barriga. "Me canso si estoy mucho de pie". El suyo ha sido un embarazo "tranquilo", que ha pasado entre Los ?ngeles, Miami y Madrid, y le ha permitido disfrutar de su a?o m¨¢s f¨¦rtil profesional y personalmente. Eligi¨® cl¨ªnica y m¨¦dico, "el doctor Vidal", a conciencia, despu¨¦s de ver a ginec¨®logos en Espa?a y en Estados Unidos. Gan¨® Vidal. "Me dio confianza. Hace el parto lo m¨¢s natural posible, con la m¨ªnima intervenci¨®n". La primeriza Paz no tiene miedo. "Todas paren, y conf¨ªo en los profesionales. Eso s¨ª, el ni?o es grande", r¨ªe, "y creo que pedir¨¦ la epidural. Mis amigas dicen que es maravilloso ser espectadora y protagonista de tu parto, y sin ella, s¨®lo piensas en el dolor. Ser¨ªa perfecto que hubiera cl¨ªnicas espec¨ªficas de parto. Una embarazada no es una enferma, e ir al hospital a dar vida al lado de gente que est¨¢ muriendo es una contradicci¨®n".
Lo que de verdad importa
Ana Ur¨ªas, administrativa, 35 a?os. Tuvo a Ainhoa y a Miguel, mellizos de seis meses, mediante ces¨¢rea en el hospital La Paz, de Madrid. "Cuando me qued¨¦ embarazada, me inform¨¦. Mir¨¦ en Internet. Vi lo del parto en casa y me pareci¨® una barbaridad. Vi lo del parto natural, pero con mellizos ni me lo plante¨¦. Donde mejor iba a estar era en un hospital, cuidada, con una buena unidad de neonatolog¨ªa. As¨ª fue. Me rasuraron y me pusieron un enema. No es agradable, tampoco traum¨¢tico. Me pusieron oxitocina y la epidural. Iba a ser un parto normal, pero Ainhoa ven¨ªa hacia arriba, y Miguel, de nalgas. Me propusieron ces¨¢rea y acept¨¦. Lo peor fue no conocer a mis hijos hasta 18 horas despu¨¦s. Se los llevaron a observaci¨®n, y a m¨ª, a reanimaci¨®n. Pero lo entend¨ª por la seguridad. Me parece rid¨ªculo querer ser protagonista. Los m¨¦dicos entienden, yo no. Quer¨ªa que todo saliera bien y doliera lo menos posible. Si vuelvo a parir, volver¨¦ a La Paz".
La noche y el d¨ªa
Directora de cine, 42 a?os. Embarazada de seis meses. Tuvo a su primer hijo en La Concepci¨®n. Al segundo, en el agua, en la cl¨ªnica Acuario. Ic¨ªar pare de miedo. "Dilato a todo meter". Lo sabe despu¨¦s de dos partos: "La noche y el d¨ªa". La noche fue hace seis a?os, en un hospital de Madrid. Un parto "r¨¢pido, facilito, impecable" para los m¨¦dicos, y "brusco, absurdo y poco humano" para ella. "Entras en un paritorio con siete personas, nadie te mira ni habla, cuchichean, dejan fuera a tu chico sin decir por qu¨¦ y te dan un tajo sin avisar. El asombro del m¨¦dico cuando me quej¨¦ del trato me confirm¨® que no es por mala fe, sino por unos protocolos que ignoran a la mujer". El d¨ªa fue su segundo parto, hace tres a?os, en Alicante. R¨¢pido, facilito, impecable; pero tambi¨¦n "gozoso". "No se trata de rechazar la t¨¦cnica porque s¨ª, sino de recuperar el contacto con la mujer, darle su espacio en su parto". ?Su tercer hijo? "Nacer¨¢ donde me pille: si me descuido, se me cae".
Dar¨ªo naci¨® en el sal¨®n
Conchi Garc¨ªa, 34 a?os. Pari¨® a su segundo hijo en casa. El primero, en el hospital La Paz. "En medio del sal¨®n. Me puse a cuatro patas y sali¨® la cabeza. Luego, en cuclillas, el cuerpo". Cuando se hizo esta foto, Conchi dijo que iba a parir en casa, como le pidiera el cuerpo. Y as¨ª se lo pidi¨® a las 10.37 del 28 de febrero, tras ocho horas dilatando "de pie, sentada, andando" por su casita de Mesones (Guadalajara). Un parto "duro, intenso, maravilloso" que la ha resarcido de "la frustraci¨®n" de no haber "disfrutado" del nacimiento de su hijo Mario, hace cuatro a?os. "No estoy loca. Tengo mis inquietudes, mis miedos. Parezco primeriza y es que lo soy, porque mi primer parto no fue natural", dec¨ªa la Conchi embarazada. "Con Mario pas¨¦ seis horas con monitorizaci¨®n vaginal, atada a la cama. Con oxitocina y dolores tremendos, pidiendo la epidural a gritos. Llegaban, me met¨ªan mano, nadie hablaba. En un cambio de turno echaron a mi marido y se olvidaron de ¨¦l. Lo hicieron todo ellos. Ahora quiero parir yo". Y pari¨®, ayudada por la comadrona Mercedes Serrano, a quien encontr¨® "buscando alternativas en Internet". Sus servicios -atenci¨®n al embarazo, parto, puerperio y lactancia- ascienden a 1.900 euros. "Los mejor gastados de mi vida".
Servicio a domicilio
Asociaci¨®n Nacer en Casa. Agrupa a profesionales que asisten partos en domicilios.Son medio centenar de comadronas -"nuestro trabajo es estar con la madre"- y otros sanitarios que ofrecen sus servicios a las mujeres que deciden parir en casa. Unas 500 al a?o, estiman. Sus motivos son diversos: "Porque sabemos que el 80% de los procedimientos de la atenci¨®n convencional no ayudan, sino que crean complicaciones"; "por feminismo"; "por radicalismo, por ir a la ra¨ªz del problema". Pero su fin es el mismo: ayudar a la mujer a parir "como su cuerpo sabe", en su entorno, sin m¨¢s intromisi¨®n que su profesionalidad. Son conscientes "del rechazo" que suscitan. Y se defienden. "No somos unas locas trabajando solas, somos profesionales formadas para atender partos normales. En Holanda, el parto en casa lo paga el Estado, y su morbimortalidad es mejor que en Espa?a". Adem¨¢s, sus clientas est¨¢n filtradas. Son ellas quienes les buscan -"Internet es b¨¢sico"- y luego pasan criba. Dicen asumir "riesgos controlados". Han asistido 8.000 partos en 20 a?os. "S¨®lo" el 8% acab¨® en traslado al hospital -"casi siempre por bloqueo o cansancio de la madre, con tiempo de sobra"- y "s¨®lo" han recibido cuatro demandas judiciales.
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