El nuevo Gaddafi
Aparte de Fidel Castro, Muammar el Gaddafi es el ¨²ltimo revolucionario que queda. En su mayor¨ªa, los que cre¨ªan hace treinta o cuarenta a?os que se pod¨ªa derribar el capitalismo y dar paso a un mundo diferente hace tiempo que han desaparecido. Ya no hay utop¨ªas y la pol¨ªtica ha dejado de ser un asunto glamuroso.
Antes, Gaddafi no pod¨ªa ser m¨¢s antioccidental. Libia apoyaba al IRA y a otros grupos terroristas, proclamando constantemente la superioridad de su forma de Gobierno frente a cualquier otro rival. A¨²n hoy en d¨ªa, al igual que en Cuba, los objetivos de la revoluci¨®n se anuncian en todas las vallas disponibles. La imagen del L¨ªder, como se conoce a Gaddafi dentro de su pa¨ªs, aparece por doquier.
Sin embargo, Gaddafi decidi¨® en 2003 que su pa¨ªs deb¨ªa comenzar a abrirse al resto del mundo. Libia estaba pas¨¢ndolo mal a causa de las sanciones impuestas por la ONU y puede que a su dirigente le preocupara que, despu¨¦s de Irak, los estadounidenses centraran su atenci¨®n en el pa¨ªs norteafricano. Renunci¨® a su programa de desarrollo de armamento nuclear, en ese momento bastante avanzado, y, sin aceptar formalmente su responsabilidad en el desastre de Lockerbie, abon¨® indemnizaciones a los familiares de los fallecidos.
Libia es un pa¨ªs peque?o, con unos seis millones de habitantes. Y pobre, pese a sus enormes reservas de petr¨®leo y gas. Sin embargo, su presencia internacional es considerable, gracias a la importancia de Gaddafi. Lo que ocurra en ¨¦l podr¨ªa influir no s¨®lo en el Norte de ?frica, sino en todo Oriente Pr¨®ximo. ?Hasta qu¨¦ punto es aut¨¦ntico el cambio de rumbo de Gaddafi? ?Qu¨¦ posibilidades existen de realizar una reforma eficaz en el pa¨ªs?
Para indagar en estas cuestiones fui a Libia hace unos d¨ªas, con la intenci¨®n de debatir con Gaddafi. Tres ¨¦ramos los implicados. El moderador era David Frost y Benjamin Barber, un afamado experto en teor¨ªa de la democracia, participar¨ªa tambi¨¦n en el encuentro. La conversaci¨®n, que ser¨¢ emitida por la BBC y tambi¨¦n a trav¨¦s de Internet, se prolong¨® durante hora y media. Tambi¨¦n cont¨® con la asistencia de un buen n¨²mero de periodistas. Era la primera vez en cuarenta a?os en el poder que Gaddafi participaba en un debate en p¨²blico. Normalmente, en las raras ocasiones en que habla con los medios de comunicaci¨®n, se limita a dar sus opiniones.
Para m¨ª, este debate era un elemento esencial de la propia apertura de Libia al mundo despu¨¦s de a?os de aislamiento. Est¨¢bamos decididos a que no fuera un acto anodino o algo que pudiera dar a Gaddafi la oportunidad de pavonearse delante del p¨²blico televisivo. Habr¨ªa que presionarle con cuestiones relativas a la democracia, la reforma econ¨®mica y los derechos humanos.
Libia se proclama un pa¨ªs democr¨¢tico, supuestamente gobernado directamente por el propio pueblo. Gaddafi no tiene mucho tiempo para la democracia representativa. Como declar¨® durante la charla, la democracia occidental le parece una farsa. ?Qu¨¦ clase de democracia es esa, se pregunt¨®, en la que un partido que tiene el 40% o menos de los votos gobierna en nombre de todo el mundo?
Personalmente, yo no tengo tiempo para esa clase de discusiones y as¨ª lo dije. Es falso que la democracia no cuente con respaldo popular en los pa¨ªses occidentales: m¨¢s del 95% de la poblaci¨®n de esas sociedades, votantes y no votantes, est¨¢ de acuerdo en que quiere vivir en una democracia multipartidista. El sistema libio conduce a la dictadura, ya que Gaddafi ocupa el vac¨ªo dejado por la falta de mecanismos de gobierno eficientes. Libia necesita una nueva Constituci¨®n, en la que el sistema representativo tenga un papel fundamental.
No s¨¦ si al final Gaddafi aceptar¨¢ este principio, pero tengo la impresi¨®n de que podr¨ªa acabar haci¨¦ndolo. En lo tocante a reformas econ¨®micas, es mucho m¨¢s abierto: lo que ten¨ªa que decir a este respecto me pareci¨® alentador. Al contrario que muchos pol¨ªticos de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, su idea de la globalizaci¨®n no es negativa, y reconoce que Libia debe cambiar para prosperar econ¨®micamente. Acepta la necesidad de reformar el sistema bancario, adem¨¢s de la diversificaci¨®n econ¨®mica, la formaci¨®n de empresarios y el desmantelamiento de las ineficientes empresas estatales. En los ¨²ltimos tres a?os se han hecho avances impresionantes para alcanzar esos objetivos.
En el contexto de otros Estados de partido ¨²nico, Libia no es un pa¨ªs represivo. Gaddafi lleva una vida sencilla y parece que tiene realmente buena fama entre gran parte de la poblaci¨®n. Nuestro debate sobre los derechos humanos se centr¨® principalmente en la libertad de prensa. ?Permitir¨ªa ¨¦l una mayor diversidad de opiniones en el pa¨ªs? Por el momento no existe tal cosa, por lo menos en los medios de comunicaci¨®n oficiales.
Para m¨ª, la respuesta depende sobre todo de si se podr¨¢ acceder libremente a Internet y a m¨²ltiples canales de televisi¨®n. En realidad, lo segundo ya ocurre: parece que casi todas las casas de Libia tienen una antena parab¨®lica, y aparentemente Internet est¨¢ a punto de extenderse tambi¨¦n por el pa¨ªs. Gaddafi ha respaldado un programa propuesto por Nicholas Negroponte, del Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts (MIT), gracias al cual todos los habitantes del pa¨ªs, empezando por los escolares, podr¨¢n acceder por 100 d¨®lares a ordenadores con acceso a Internet.
La gran pregunta es: ?conseguir¨¢ Libia avanzar realmente sola cuando Gaddafi se retire de escena? Algunos dicen que s¨ª, pero yo me inclino a pensar lo contrario. Si su deseo de cambio es sincero, y a m¨ª me parece que s¨ª lo es, Gaddafi podr¨ªa tener un papel clave a la hora de atemperar el conflicto que, de otro modo, podr¨ªa surgir cuando la modernizaci¨®n se afiance.
Al final del debate, David Frost nos pregunt¨® a todos cu¨¢l ser¨ªa nuestro futuro ideal para Libia dentro de dos o tres d¨¦cadas. Yo contest¨¦: una Noruega del Norte de ?frica, un pa¨ªs pr¨®spero e igualitario que mire al futuro. Es dif¨ªcil de conseguir, pero no imposible.
Anthony Giddens es soci¨®logo brit¨¢nico, autor de La tercera v¨ªa: la renovaci¨®n de la socialdemocracia. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar.
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