Perd¨®n divino en lugar de castigo de los dioses
Ya he cumplido mis bodas de plata como profesional en la ciencia en la Universidad de Valencia y durante todo este tiempo no me he sentido discriminada por ser mujer. Estoy a favor de cualquier medida que facilite a las mujeres el ejercicio de la profesi¨®n que deseen desempe?ar e intento contribuir a ello en la medida de mis posibilidades.
Sin embargo, creo que hay que tener cuidado con las normas que restringen y en ocasiones dificultan la eficiencia del funcionamiento cotidiano, haciendo recaer demasiado peso sobre las escasas mujeres que en la actualidad han alcanzado un cierto nivel profesional. Me refiero a los criterios de paridad, que aplicados rigurosamente a comisiones, tribunales, etc¨¦tera, hacen que los atribulados presidentes de los mismos se las vean y se las deseen para cuadrar todos los requisitos que han de cumplir los componentes de dichas comisiones y que demanden una y otra vez a ciertas personas que acepten formar parte de alguna de ellas. ?Es justo que si hay en estos momentos, pongamos por caso, diez veces menos mujeres que hombres "capacitados" para formar parte de comisiones varias, tengamos las mujeres que formar parte de diez veces m¨¢s comisiones que nuestros compa?eros? ?Es una ayuda para nosotras o para otras mujeres dedicar ese tiempo a esas cuestiones o, con la mejor de las intenciones, se est¨¢ entorpeciendo nuestro quehacer profesional actual?
Sinceramente, cuando solicitan mi participaci¨®n y pregunto que por qu¨¦ yo otra vez y honestamente me contestan que por ser "perif¨¦rica-menop¨¢usica" (enti¨¦ndase como de una ciudad distinta de Madrid o Barcelona y suficientemente mayor para haber consolidado una trayectoria profesional) me dan ganas de preguntar: ?y no cree usted que el haber llegado a ese "esforzado-estado" merecer¨ªa el perd¨®n divino, en lugar de este castigo de los dioses?
?Qu¨¦ pena que a estas alturas y por esta causa me sienta discriminada.
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