Regresividad, regalos y devaluaciones fiscales
Las oportunidades que ofrece el tema fiscal para que el liberalismo econ¨®mico incremente su hinchada son inmensas. En fiscalidad, el contrabando conservador, la demagogia, el clientelismo y el electoralismo encuentran f¨¢cil eco. Los poderes econ¨®micos y sus ide¨®logos propagandistas no s¨®lo dirigen su ofensiva contra la cuant¨ªa de los impuestos, sino tambi¨¦n, y sobre todo, contra todos los elementos de progresividad del sistema tributario con el argumento del car¨¢cter desincentivador que la progresividad impositiva tiene sobre el trabajo, el ahorro y la inversi¨®n. Para ellos, las pol¨ªticas redistributivas deben articularse a trav¨¦s de los gastos p¨²blicos y no mediante los ingresos. Posteriormente se pone en cuesti¨®n el gasto social,por la imposibilidad de financiarlos y por su improductividad. A esto hay que a?adir que los cambios y las reformas fiscales que se van introduciendo en Euskadi son semiclandestinas, oscurantistas, no negociadas, con poco rigor y, lo m¨¢s grave, con maniobras de despiste para que no nos enteremos de la corriente de fondo que subyace en todas ellas. Como ¨²ltimo a?adido, dada la competencia foral de la fiscalidad, los agentes econ¨®micos y sociales se ven privados de aportar sus opiniones en el ¨®rgano de consulta de nuestro autogobierno, que es el Consejo Econ¨®mico y Social Vasco.
Es curioso que este empe?o por diferenciarse no se ha observado en la reforma del IRPF
Se est¨¢ erosionando el papel corrector de las desigualdades sociales que tienen los impuestos
En Euskadi se viene cumpliendo, de modo gradual, aquella afirmaci¨®n de G. Gilder, m¨¢ximo profeta del reaganismo, de que "para ayudar a la clase media y a los pobres se deben reducir los impuestos a los ricos". La ¨²ltima reforma del IRPF es un ejemplo de camuflaje. Para tapar lo sustancial, que es el fin de la progresividad para las rentas del capital, se utilizan los cambios en la desgravaci¨®n de la compra de vivienda que afecta a la sensibilidad e intereses de una gran parte de la ciudadan¨ªa. En esta l¨ªnea, conviene recordar que en reformas anteriores las ganancias de patrimonio o plusval¨ªas dejaban de tributar a un tipo progresivo y se convert¨ªan en rentas privilegiadas que pasaban a tributar a un tipo ¨²nico (15%), independientemente de su cuant¨ªa y del resto de rentas obtenidas por su perceptor. Ahora se agudiza la p¨¦rdida de progresividad del IRPF, dado que todas las rentas del capital van a tributar a un tipo ¨²nico del 18%. El resultado es que la tributaci¨®n progresiva queda limitada a las rentas procedentes del trabajo y de las actividades econ¨®micas.
Y ahora asistimos a la reforma del Impuesto de Sociedades, que se rebaja del 32,6% al 28%. Se trata de un aut¨¦ntico regalo fiscal en un momento de incremento de los beneficios empresariales, ya que se rebaja una tributaci¨®n que s¨®lo se produce si se obtienen beneficios y se hace en mayor medida que en nuestro entorno. La obsesi¨®n por la diferencia, la ausencia de consenso y la falta de rigor econ¨®mico est¨¢n servidas. Es curioso que este empe?o por diferenciarnos, favoreciendo a las empresas de Euskadi, no se ha observado en la reforma del IRPF, en la que se han copiado mim¨¦ticamente los cambios en el tratamiento de las rentas del capital de la reforma estatal. Nuestros responsables pol¨ªticos nos hablan de la necesaria aportaci¨®n de la fiscalidad a la competitividad de las empresas en un mundo globalizado. Me viene a la memoria la teor¨ªa de Samuelson, premio Nobel de Econom¨ªa, sobre "la falacia de la composici¨®n": en un espect¨¢culo deportivo, los espectadores de la primera fila se ponen de pie y obligan a los de los de las filas siguiente a hacer lo mismo, luego a subirse al asiento y al final a ponerse, adem¨¢s, de puntillas. El efecto es generalizado. Las devaluaciones fiscales competitivas, adem¨¢s de convertirse en dumping fiscal, son in¨²tiles econ¨®micamente y tiene graves consecuencias para la cohesi¨®n social. A veces son utilizadas como alternativa a la incapacidad para desarrollar una pol¨ªtica industrial eficaz.
Por esta v¨ªa podemos entrar en una espiral que s¨®lo tendr¨ªa fin con la total exoneraci¨®n fiscal de las empresas. La ventaja y la virtualidad de una medida de este tipo exige que otros no hagan lo mismo, pero nadie va a permitir que le roben empresas y le exporten paro a trav¨¦s de las rebajas en el Impuesto de Sociedades. En la pr¨¢ctica, las deslocalizaciones empresariales no tienen como fundamento principal el tema fiscal. Adem¨¢s, es constatable que las diferencias fiscales entre pa¨ªses y regiones no explican sus diferencias de productividad, renta y empleo. Sucede todo lo contrario. Las zonas del mundo con sistemas fiscales m¨¢s amplios, desarrollados y progresivos coinciden con la econom¨ªas m¨¢s productivas y eficientes y con las sociedades m¨¢s avanzadas. Lo m¨¢s grave de esta medida es que fomenta las estrategias empresariales de liderazgo en costos.
Es preocupante que las deducciones que se han decidido eliminar del impuesto sean mayoritariamente las de car¨¢cter social. Desaparece la deducci¨®n para incentivar el incremento de plantillas de 3.606 euros anuales por cada puesto de trabajo neto y estable. Esta medida sigue siendo ¨²til y necesaria para fomentar un empleo de calidad del que tanto se habla. Respecto de la deducci¨®n por formaci¨®n profesional, ya no podr¨¢n deducirse gastos en la formaci¨®n, capacitaci¨®n y reciclaje de la plantilla. Tambi¨¦n se elimina la deducci¨®n de los gastos realizados por las empresas para poner en funcionamiento guarder¨ªas destinadas a los hijos de los trabajadores. Por el contrario, con figuras tan pol¨¦micas como las sociedades de promoci¨®n de empresas -con claras ventajas en la tributaci¨®n de las plusval¨ªas, cuya regulaci¨®n fue declarada nula por sentencia del Tribunal Supremo en diciembre de 2004- la reforma no ha sido tan contundente y se mantiene. Lo mismo ocurre con las sociedades patrimoniales, que a nivel estatal van a desaparecer tras un periodo transitorio, mientras que en Euskadi seguir¨¢n pudiendo ser utilizadas para mejorar la fiscalidad de los grandes patrimonios familiares, tributando a un tipo ¨²nico del 18%.
El papel corrector y minimizador de las desigualdades sociales que tienen los impuestos a trav¨¦s de la equidad, suficiencia y progresividad, se est¨¢ erosionando. Las haciendas vascas van a dejar de recaudar en torno a 400 millones del Impuesto de Sociedades y del IRPF. Esto pone en peligro la suficiencia de recursos econ¨®micos necesarios para el mantenimiento de las pol¨ªticas p¨²blicas, adem¨¢s de aumentar la regresividad de un sistema fiscal ya bastante regresivo. Los responsables institucionales nos hablan que la reducci¨®n tributaria provocar¨¢ una reactivaci¨®n econ¨®mica, un impacto positivo en el aumento de los beneficios y una compensaci¨®n recaudatoria por otros impuestos. Est¨¢n ocultando el car¨¢cter conservador y regresivo de sus medidas. Es curioso que nuestra presi¨®n fiscal, tanto la vasca como la estatal, est¨¦n a la cola de las europeas y que ¨¦sta sea la causa de que el gasto social tambi¨¦n lo est¨¦.
A pesar de las diferencias y las broncas pol¨ªticas, estas medidas manifiestan la sinton¨ªa conservadora entre el PNV y el PP. No interesa un verdadero debate social sobre la pol¨ªtica fiscal vasca. Se oculta a los ciudadanos que lo que poco a poco van a dejar de pagar las rentas de las empresas y el capital lo van a tener que pagar ellos, bien a trav¨¦s de la imposici¨®n indirecta o la insuficiencia del gasto social. La debida transparencia en las decisiones pol¨ªticas exige que el debate fiscal se priorice para que todos sepamos en que ¨®rbita y con qui¨¦n coinciden las propuestas fiscales de cada uno. La regresividad fiscal es sencillamente un retroceso democr¨¢tico. Esto se tapar¨¢ con el debate del blindaje de nuestra capacidad normativa y del ataque a nuestro autogobierno.
Carlos Trevilla es representante de UGT en el Consejo Econ¨®mico y Social (CES) vasco
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