Ruido eclesial
En un momento en el que el ruido pol¨ªtico se hace estent¨®reo, la Iglesia cat¨®lica parece que no quiere quedarse al margen. La Conferencia Episcopal ha difundido un documento muy duro titulado Por una cultura de la vida, en el que acusa al Gobierno socialista de fomentar la promiscuidad sexual y de crear leyes que no protegen la vida, y a algunos medios de comunicaci¨®n de promover el aborto y la eutanasia. Los obispos tienen todo el derecho a expresarse p¨²blicamente, incluso si lo hacen en t¨¦rminos tan apocal¨ªpticos, pero no deber¨ªan olvidar que esas normas que censuran est¨¢n vigentes desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, no por el capricho arbitrario de una minor¨ªa desp¨®tica, sino despu¨¦s de ser debatidas y aprobadas democr¨¢ticamente por el Parlamento.
El pronunciamiento encaja con la reciente exhortaci¨®n del papa Benedicto XVI a la lucha ideol¨®gica por parte de los pr¨ªncipes de la Iglesia (Sacramentum Caritatis) y con el pronunciamiento del propio pont¨ªfice con motivo del 50 aniversario de la UE, a la que ha acusado de "apostatar de s¨ª misma" por las resistencias a incluir una referencia a las ra¨ªces cristianas europeas en el pre¨¢mbulo del Tratado Constitucional.
El beligerante documento de los obispos espa?oles demuestra que la Iglesia se propone dar una proyecci¨®n temporal, pol¨ªtica, a su insistencia en exigir el reconocimiento del papel fundacional del cristianismo en la identidad europea. Su exigencia al Gobierno y al Parlamento de que den marcha atr¨¢s en la aplicaci¨®n de derechos sociales legales plenamente consolidados y aceptados por la mayor¨ªa de la sociedad espa?ola pasa por encima del car¨¢cter aconfesional del Estado constitucional espa?ol. Del mismo modo que la Conferencia Episcopal ha reclamado el derecho a participar en la vida pol¨ªtica, ha de aceptar que no puede invocar una intr¨ªnseca superioridad moral para erigirse en juez sobre cuestiones que responden a la exclusiva ¨¦tica del individuo y que est¨¢n reguladas por el conjunto de la sociedad.
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