Un ansia de seguridad personal y social
Mientras lleg¨¢bamos al primer medio siglo de la Europa unida, se multiplicaban las circunstancias que sirven para significar el cumplea?os. Primera circunstancia: una encuesta publicada en el Financial Times da a los espa?oles el primer lugar de satisfacci¨®n con la Uni¨®n Europea (UE); un 53% de los espa?oles opina que su calidad de vida ha mejorado desde la entrada de nuestro pa¨ªs en el club europeo, en 1986, y un 19% asocia el concepto "democracia" con el de la UE.
Segunda circunstancia: la constructora espa?ola ACS ha comprado el 25% de la alemana Hochtief, la tercera del mundo en tama?o. Este ¨²ltimo movimiento empresarial, impensable hace escasos a?os, avala la creciente presencia de las grandes empresas espa?olas en el Viejo Continente: Europa representa ya casi el 20% de la facturaci¨®n total de las empresas del Ibex 35.
Tercera circunstancia: en las conclusiones del libro Qu¨¦ piensan los 'neocon' espa?oles, uno de ellos escribe: "Europa, de la mano de la socialdemocracia, el socialismo, el comunismo residual y grupos radicales y alternativos, se ha convertido en una f¨¢brica de descre¨ªdos que, parad¨®jicamente, creen en cualquier cosa, desde el inminente desastre clim¨¢tico a la alianza de civilizaciones. Aun peor, la opulencia de todas estas d¨¦cadas en las que los europeos s¨®lo han pagado por la mantequilla mientras los americanos lo hac¨ªan adem¨¢s por los ca?ones, ha generado una cultura hedonista del aqu¨ª y ahora...".
Estas tres y otras circunstancias que se podr¨ªan a?adir, actualizan una idea segmentada de la actual Europa: lo que piensan los ciudadanos comunes, los empresarios y los ide¨®logos castizos m¨¢s sombr¨ªos. Cuenta Dahrendorf una an¨¦cdota del primer ministro brit¨¢nico Harold McMillan, en la d¨¦cada de los cincuenta. McMillan pronunci¨® un discurso en un estadio de f¨²tbol, que pasar¨ªa a la historia, fundamentalmente por esta afirmaci¨®n: "Seamos sinceros, a la mayor¨ªa de nosotros nunca nos ha ido tan bien como ahora. Recorred el pa¨ªs, las grandes ciudades, los pueblos peque?os, y encontrareis un bienestar que jam¨¢s hab¨¦is visto antes, al menos en la historia de este pa¨ªs". M¨¢s all¨¢ de versiones interesadas, medio siglo despu¨¦s, trasladados a Espa?a, tambi¨¦n podr¨ªamos decir que "a la mayor¨ªa de nosotros nunca nos ha ido tan bien como ahora", siempre que a continuaci¨®n nos preguntemos qui¨¦nes somos "la mayor¨ªa de nosotros" y si ese progreso del bienestar es irreversible.
Si hubiera que encontrar un relato, una idea-fuerza que recogiese lo sucedido en Espa?a en el ¨²ltimo medio siglo, ¨¦sa ser¨ªa la de la larga marcha hacia Europa, nuestra utop¨ªa factible, en busca del tiempo perdido durante la Guerra Civil y el franquismo m¨¢s fan¨¢tico y sectario. Y esa larga marcha, el camino recorrido, ha sido tan importante como la meta obtenida. Una vez dijo Claudio Magris, y lo cito de memoria, que los humanos deber¨ªamos actuar como Mois¨¦s, que sabe que nunca llegar¨¢ a la tierra prometida pero que no renuncia a caminar hacia ella: ?no ten¨ªa raz¨®n el Rey Arturo cuando afirmaba que lo importante no es el Santo Grial, sino su b¨²squeda?
En esa larga marcha hacia la modernidad, que Ortega defini¨® hace casi ya un siglo ("Espa?a es el problema, Europa la soluci¨®n". La pedagog¨ªa social como problema pol¨ªtico, 1910) han participado todas las ideolog¨ªas centrales, aunque con distintas motivaciones: los tardofranquistas, para salvar al R¨¦gimen de su inoperancia econ¨®mica; los m¨¢s liberales, buscando de Europa su econom¨ªa de mercado, aunque no su modelo social al que consideran una r¨¦mora para la eficacia; el resto, demandando al mismo tiempo las libertades, la prosperidad y el Estado de bienestar que definen las se?as de identidad dela Europa unida. Entre las ¨¦lites reivindicadoras de Europa han figurado los economistas -justo es reconoc¨¦rselo en el momento de una buena coyuntura como la actual- porque ayudaron a que "todo lo que era econ¨®micamente inevitable fuera pol¨ªticamente factible", en palabras de Fuentes Quintana, unos de los espa?oles que mejor representan ese tr¨¢nsito. Hay tres documentos de pol¨ªtica econ¨®mica que simbolizan la continuidad de esa larga marcha de la autarqu¨ªa a la europeizaci¨®n a trav¨¦s del ¨²ltimo medio siglo: el Plan de Estabilizaci¨®n de 1959; los Pactos de La Moncloa de 1977, firmados por todos los partidos con representaci¨®n parlamentaria (derecha, centro, socialistas, comunistas y nacionalistas), y el Programa a Medio Plazo de la Econom¨ªa Espa?ola 1983-1986, con el que los socialistas empezaron a gobernar la primera vez. Estos tres hitos se complementan con una decisi¨®n: la del PP en 1996, de conseguir que Espa?a entrase sin retrasos, por primera vez en su historia, en alg¨²n acontecimiento europeo: la moneda ¨²nica.
Es m¨¢s f¨¢cil seguir los hilos de la continuidad hacia Europa en la pol¨ªtica econ¨®mica que en los recovecos, marchas hacia atr¨¢s y hacia adelante y picos de sierra que nuestro pa¨ªs ha sufrido en la pol¨ªtica general. El Plan de Estabilizaci¨®n, fruto de la colaboraci¨®n de un grupo de j¨®venes economistas reci¨¦n salidos de las primeras facultades de Ciencias Econ¨®micas que casi enga?an a un Franco analfabeto funcional en lo referente a la econom¨ªa, rompe con el aislacionismo del R¨¦gimen y menciona a Europa como objetivo natural de la econom¨ªa espa?ola (en un esquema de econom¨ªa de mercado con dictadura pol¨ªtica). Los Pactos de La Moncloa, de los que este a?o se cumplen los primeros 30 de su firma, instauran por consenso la pol¨ªtica econ¨®mica de sacrificios compartidos, con el objeto de que no se repita nunca m¨¢s la nefasta experiencia de la Segunda Rep¨²blica: la coincidencia de una crisis econ¨®mica y un cambio de r¨¦gimen acaba con el experimento modernizador y esperanzador que supuso aquella. El Programa Econ¨®mico con el que gobiernan los socialistas a partir de 1983 se aplica despu¨¦s de tirar a la basura el programa electoral de expansi¨®n de la demanda (parecido al del primer Mitterrand), a contrapi¨¦ de lo que se hac¨ªa en el resto del mundo, con el que hab¨ªan ganado las elecciones, conectando con el mejor esp¨ªritu reformista y europe¨ªsta de los Acuerdos de La Moncloa. Excepto que esta vez la pol¨ªtica econ¨®mica no se aplica por consenso, sino asentada en la mayor¨ªa absoluta obtenida de las urnas, y en la autoridad y popularidad de Felipe Gonz¨¢lez. Por ¨²ltimo, en la segunda mitad de los a?os noventa, Aznar y Rato subordinaron el resto de los objetivos econ¨®micos a la entrada en el euro. Cuando Zapatero llega a La Moncloa, Europa es la de la Constituci¨®n fallida, la ampliaci¨®n y la de la necesidad de una pol¨ªtica energ¨¦tica com¨²n, que todav¨ªa est¨¢ en trance de definirse.
?Qu¨¦ es lo que ha obtenido Espa?a en esta larga marcha? Primero, el sistema pol¨ªtico europeo: la democracia. A continuaci¨®n, su sistema econ¨®mico: la econom¨ªa de mercado en el marco de referencia de nuestra ¨¦poca: la globalizaci¨®n. M¨¢s all¨¢, su modelo social: el Estado de bienestar, aunque todav¨ªa el gasto social per c¨¢pita espa?ol sea inferior a la media europea. Por ¨²ltimo, un grado de convergencia real por el que la renta per c¨¢pita espa?ola est¨¢ en la media europea, en parte por el avance hacia el bienestar (crecimiento permanente por encima de los pa¨ªses de nuestro entorno), en parte como efecto estad¨ªstico de la ampliaci¨®n de la UE de 15 a 27 miembros, la mayor parte m¨¢s pobres que nosotros. En este tiempo hemos pasado tambi¨¦n de una moneda, la peseta no convertible (luego convertible), a su desaparici¨®n en beneficio del euro, como s¨ªmbolo de la soberan¨ªa compartida. De la miserable autarqu¨ªa a ser beneficiarios de la globalizaci¨®n. Y lo m¨¢s significativo desde el punto de vista sociol¨®gico: de ser una sociedad que expulsaba a sus hijos hacia el exterior para que pudieran sobrevivir, econ¨®mica o pol¨ªticamente, hemos devenido en receptores de millones de inmigrantes de otras partes del planeta que pretenden nuestros grados de bienestar.
?Significa ello que estamos en el panglosiano mejor de los mundos posibles? Ni mucho menos. Pero en este momento de conmemoraci¨®n relajemos un poco el nivel de cr¨ªtica. Las negociaciones para la integraci¨®n de Espa?a en la UE, desde que comenzaron, fueron en buena parte un fin en s¨ª mismo. Europa ha sido para los ciudadanos espa?oles, como presagi¨® Keynes tras la Segunda Guerra Mundial, "un ansia de seguridad personal y social".
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