El alem¨¢n en el Grand Palais
La enorme nave central del Grand Palais parisiense, con su gigantesca c¨²pula de cristal, acoger¨¢ entre el 31 de mayo y el 8 de julio una obra de Anselm Kiefer especialmente creada para la ocasi¨®n. El artista alem¨¢n, que reside en el sur de Francia desde 1993, ser¨¢ el primero de los que el Ministerio de Cultura franc¨¦s quiere ir invitando cada a?o. Le suceder¨¢n Richard Serra y Christian Boltanski.
Kiefer presentar¨¢ un conjunto de siete casas, cada una de ellas conteniendo una gran pintura, y dos torres. "Creo que es importante que los cuadros tengan su propio lugar. Si queremos que act¨²en en el mundo, necesitan estar rodeados de vac¨ªo para poder incendiar la imaginaci¨®n de los hombres", afirm¨® Kiefer en el transcurso de la conferencia de prensa de presentaci¨®n del proyecto, al tiempo que brome¨® sobre "el disgusto que puede producir descubrir uno de tus cuadros instalado encima de un tresillo, como un elemento decorativo, entre dos l¨¢mparas".
El conjunto que Kiefer mostrar¨¢ en Par¨ªs llevar¨¢ por t¨ªtulo Sternenfall, ca¨ªda de estrellas. "No puedo hablar de telas que a¨²n estoy pintando, pues, si lo hiciera, ser¨ªa como si ya las diese por acabadas. Es imposible describir un cuadro que a¨²n no existe", explic¨® el pintor, que revel¨® que las pinturas toman su inspiraci¨®n en la obra de dos poetas, Paul Celan e Ingeborg Bachmann. "Mi obra est¨¢ atravesada de referencias literarias, sin duda porque durante mucho tiempo no sab¨ªa si quer¨ªa ser escritor o pintor. No ilustro poemas pero s¨ª intento plasmar el shock, el estado de ¨¢nimo que puede crearte la lectura de poemas de Celan o Bachmann".
Celan y Bachmann son dos autores obsesionados por la necesidad de renovar la lengua alemana. Celan, nacido en una regi¨®n que hab¨ªa sido austriaca, luego fue rumana y ahora pertenece a Ucrania, en el seno de una familia jud¨ªa german¨®fona, estudi¨® en Francia y se instal¨® definitivamente en Par¨ªs a partir de 1948, tras escapar a los campos de concentraci¨®n y a la Administraci¨®n sovi¨¦tica. Celan, como Bachmann y el propio Kiefer, se interesa por hasta qu¨¦ punto el lenguaje -y los mitos, y la imaginaci¨®n, y el conjunto de la cultura alemana- ha sido indeleblemente manchado por el nazismo. "En mi obra a menudo confundo a Celan y Bachmann, atribuyo poemas de uno al otro. Son errores que me parecen significativos".
Kiefer vive y trabaja en Barjac desde hace 14 a?os, en una colina que ocupa con diversas casas edificadas como templos para sus obras, su taller o la vivienda. Entre estos dos ¨²ltimos, para facilitar los desplazamientos de sus hijos, un gran tubo met¨¢lico oxidado sirve de conexi¨®n protegida del fr¨ªo y la lluvia. "Aqu¨ª cada cuadro tiene su sitio y puede desplegar toda su potencia". Pero a Kiefer no le basta con las rudimentarias casas o templos, sino que tambi¨¦n ha cavado t¨²neles e interconectado grutas, llen¨¢ndolas de esculturas o de pinturas que s¨®lo ¨¦l y sus amigos pueden descubrir. "Barjac es un lugar de sedimentaci¨®n de mi obra".
Por razones de cosmogon¨ªa o espiritualidad, Anselm Kiefer ha roto con su manera de contemplar el arte de cuando era estudiante. "Durante los a?os sesenta organiz¨¢bamos happenings, intent¨¢bamos desplazar las fronteras entre el arte y la vida y eso era fant¨¢stico. Hab¨ªa que hacerlo. Pero hoy en d¨ªa hay tal proliferaci¨®n de obras, de m¨²sicas, de mensajes, que no creo que convenga seguir confundiendo arte y vida. No se trata de decir que la acci¨®n de Duchamp logrando exponer un urinario en una galer¨ªa sea un error. La primera vez fue extraordinario; la segunda, ya no. Bueno, la segunda vez puede que a¨²n tuviera sentido, pero la tercera vez el urinario vuelve a ser un simple urinario. El arte es otra cosa", concluy¨® Kiefer.
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