El juez Berm¨²dez y las piezas vivas del rompecabezas
Madrid
Declara el inspector de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior (UCIE) de la Polic¨ªa, Jes¨²s Parrilla, un agente especializado en perseguir el terrorismo islamista. Pide tiempo para reconocer las notas recogidas sobre un confidente, y el presidente del tribunal, Javier G¨®mez Berm¨²dez, ordena un receso en la sala: "Diez minutos de descanso".
El juez, de buen humor, se acerca entonces a los alumnos de primero de bachillerato del colegio Altaris, de Madrid, de 16 y 17 a?os, que acuden al juicio de visita.
"?Son tan importantes todos esos informes?", pregunta un adolescente.
El juez le responde: "Todo juicio es como un puzle. Y este juicio es como un puzle gigantesco, enorme. Pero a diferencia de los rompecabezas normales, donde los jugadores tienen una foto de referencia y al coger una pieza saben que corresponde al cielo o a una ventana, aqu¨ª nosotros no tenemos ninguna foto de referencia. No sabemos lo que saldr¨¢ al final, cu¨¢l ser¨¢ la imagen que resultar¨¢. Por eso necesitamos todas y cada una de las piezas. Por eso cada informe es importante, porque tal vez lo necesitemos para encajar el resto de las piezas. Despu¨¦s, los miembros del tribunal decidiremos".
A ver, ?alguna pregunta m¨¢s?".
La sala de la Casa de Campo donde se celebra el juicio por el mayor atentado terrorista en Espa?a est¨¢ casi vac¨ªa: s¨®lo quedan el juez y los alumnos y, detr¨¢s, los encarcelados, dentro de la pecera blindada, y los procesados en libertad condicional, en sus sillas, sin levantarse, escoltados por la polic¨ªa.
Alguien le recuerda entonces a G¨®mez Berm¨²dez que deber¨ªa explicar lo que es un tribunal.
"Es verdad", asiente el juez, "el tribunal lo componemos tres magistrados. Los tres dictaremos sentencia despu¨¦s de deliberar. Las discrepancias en la deliberaci¨®n las solucionaremos por votaci¨®n: dos a uno. Por eso, a nosotros tres nos corresponder¨¢ encajar cada una de las piezas que vamos encontrando".
"?Qu¨¦ did¨¢ctico es este hombre!", exclama una profesora.
Mientras G¨®mez Berm¨²dez habla, Carmen Toro, en libertad condicional, la ex mujer del minero Jos¨¦ Emilio Su¨¢rez Trashorras, el hombre acusado de vender los explosivos de la matanza de los trenes de Madrid, charla con su ex marido a trav¨¦s del cristal blindado.
El inspector Jes¨²s Parrilla, antes de pedir tiempo, hab¨ªa mostrado otra pieza del rompecabezas: fue testigo de que esa mujer, d¨ªas despu¨¦s del atentado, se hab¨ªa sentado en las rodillas de Su¨¢rez Trashorras y le hab¨ªa dicho: "Cari?o, di lo que tengas que decir, pero d¨¦jame a m¨ª al margen".
Ayer, ex marido y ex mujer, de espaldas al juez y a los agentes que les custodian, se hablaban de nuevo, por gestos, a trav¨¦s del cristal blindado, dejando claro que las piezas de este puzle est¨¢n vivas y no dejan nunca de moverse o de cambiar.
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