20 bolsos
Car¨¢cter m¨¢s estilo igual a destino. Un d¨ªa u otro, a Zaplana lo ¨ªbamos a descubrir. Y no me refiero a que haya incurrido en delito -eso hay que probarlo- al dedicarse a la entrega masiva de regalos durante su etapa como ministro popular del Trabajo. Lo que s¨ª est¨¢ documentado es su p¨¦simo sentido de la orientaci¨®n a la hora de realizar compras y su desproporcionada compulsi¨®n por las cenas. E incluso su falta de instinto para establecer prioridades. Porque como se entere el rey de Marruecos de que a don Eduardo le cost¨® una comilona en Horcher bastante m¨¢s que los gemelos de oro que Su Majestad recibi¨® como obsequio, va a poner al de Cartagena en cuclillas mirando a Arabia. Por otra parte, ?no incurri¨® en redundancia al ofrecerle al Papa un c¨¢liz, que ya deb¨ªa hallarse el santo hombre hasta las heces de tanta plater¨ªa sacra? ?No habr¨ªamos quedado mejor brind¨¢ndole unas chancletas procedentes de nuestros levantinos talleres, tan necesarias para alguien que permanece en pie parte del d¨ªa, ceremoniando?
Tremenda monoton¨ªa, la del ir y venir de adquisiciones. Joyer¨ªa Gracia, Su¨¢rez, Loewe, Hermes... Comprendo que cuando se halla uno entre muebles nobles de despacho y con la masa encef¨¢lica encerrada en el caj¨®n m¨¢s alto del armario pol¨ªtico, uno no tiene tiempo ni ganas para salir de compras y sumar hallazgos, eso que las mujeres sabemos hacer casi por instinto; y que uno recurra a sus suministradores de cabecera, perdiendo as¨ª la oportunidad de controlar el euro p¨²blico adquiriendo delicadezas m¨¢s apa?adas de precio, quiz¨¢ en el apartado de ?gangas! Tambi¨¦n entiendo -no hay m¨¢s que verle- que experimente una debilidad por las corbatas y por los echarpes de seda, y que conozca a gente que usa cosas como "lalique lirio florero" o "centro azucarero de mesa", todo ello procedente de joyer¨ªa, as¨ª como tarjeteros de plata y otras chilindrinas.
El problema no es que ¨¦l conociera y obsequiara a personas dadas a solazarse con semejantes objetos. El problema es que nosotros, el pueblo soberano, ignoramos qui¨¦nes son. ?D¨®nde se encuentra el peligro, d¨®nde est¨¢ la amenaza? ?He de dedicarme a identificar personalmente a las receptoras de los 20 bolsos de becerro que compr¨® a la vez?
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