La pareja Torres-Beirut
Considero que entre los mejores periodistas, si no el mejor,en lengua castellana de nuestro tiempo, se encuentra Maruja Torres (Barcelona, 1943). Argumentar¨¦ brevemente esa opini¨®n. Maruja es, en primer lugar, apasionada, y soy de los que piensan que el periodista puede y hasta debe serlo en no pocas circunstancias. Confundiendo nuestro oficio con el de notario, algunos sostienen hoy que los periodistas debemos limitarnos a levantar un acta g¨¦lida y burocr¨¢tica de lo que se dice en declaraciones institucionales, conferencias de prensa, llamadas telef¨®nicas, comunicados escritos o p¨¢ginas de internet. A eso le llaman neutralidad e independencia, cuando no es otra cosa que pereza y servilismo. Maruja, por el contrario, no cree que el periodista sea una mera grabadora ni que deba tratar por igual, con equidistancia, al violador y a la violada, a la v¨ªctima y al verdugo, al fascista y al dem¨®crata, al poderoso y al indefenso, al que tienen muchos altavoces para hacerse o¨ªr y al amordazado. En segundo lugar, es veraz, lo que cuenta es verdad, y ¨¦sa s¨ª que es una obligaci¨®n esencial de nuestro oficio. A¨²n m¨¢s, Maruja es reportera de raza e informa desde el lugar de los hechos, viendo lo que hay que ver y hablando con quien hay que hablar. Por ¨²ltimo, escribe muy bien.
LA AMANTE EN GUERRA
Maruja Torres
Planeta. Barcelona, 2007
222 p¨¢ginas. 20 euros
As¨ª que no es de extra?ar
que Maruja Torres est¨¦ locamente enamorada de Beirut. Lo intu¨ª en 1986, cuando yo era corresponsal de EL PA?S en la capital libanesa, y lo confirmo ahora con la lectura de La amante en guerra, su ¨²ltimo libro. La pareja Torres-Beirut es absolutamente natural. Para alguien apasionado a la hora de contar la verdad como ella no hay en nuestro tiempo una ciudad mejor que Beirut. Para escribir y para vivir. Beirut lleva tres d¨¦cadas encarnando los horrores y los gozos primordiales del mundo. Se desangra cada dos por tres en guerras propias y ajenas y nunca muere. Sus habitantes, moros y cristianos de muchos pelajes, la mantienen viva en medio de los m¨¢s atroces bombardeos. Ideal, pues, para alguien que ande buscando razones para vivir intensamente.
La amante en guerra es cr¨®nica y es novela. Constituye un potente testimonio de la ¨²ltima guerra sufrida por Beirut -la del verano pasado, cuando Israel cometi¨® la brutal estupidez de intentar aniquilar militarmente a Hezbol¨¢- y tambi¨¦n un sincero muestrario de las filias y fobias, las angustias y esperanzas, los vicios y virtudes de su autora. El texto es trepidante, entrecortado, febril, como la vida beirut¨ª. Los que hemos tenido la fortuna y la maldici¨®n de haber habitado en esa ciudad inolvidable la reconocemos desde el manuche del desayuno al narguile de la velada, pasando por el parloteo incesante de sus gentes. Sobre todo, por ese parloteo. Los beirut¨ªes -a¨²n m¨¢s bajo las bombas- hablan y hablan y hablan.
Hay escritores que desean y
logran hacer de su vida una novela. Maruja Torres pertenece a esta estirpe. La amante en guerra es un cap¨ªtulo, el ¨²ltimo hasta el momento, de la vida novelesca de la periodista. Un cap¨ªtulo en el que va a pasar unas vacaciones de verano a Beirut y se le echa encima una guerra que comparte con un traductor al que llama Manuel, con otros corresponsales de la prensa espa?ola y con sus amigos y vecinos beirut¨ªes. Si uno es de los que piensan que el periodista tiene que ser fr¨ªo como un pescado muerto, no debe leer este texto. Se pondr¨¢ furioso. Pero si es de los que agradecen que alguien le aporte trozos palpitantes de la realidad -incluida la del narrador-, ¨¦sta es una buena lectura.
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