Arc¨¤dia
En 1964, poco despu¨¦s de su inauguraci¨®n, Gil de Biedma dedic¨® unas p¨¢ginas a glosar el Stork, entre otros apuntes para "una prehistoria de la gauche divine" que afortunadamente no se lleg¨® a escribir. En aquellas p¨¢ginas Gil describe el espacioso local del pasaje de Arc¨¤dia y su balc¨®n sobre la sala, desde el que se pod¨ªa observar a los dos tipos de clientela que se cruzaban abajo, alrededor de la barra, y sin mezclarse, recelosas la una de la otra: por un lado los teenagers, los primeros teenagers de la historia de la humanidad, procedentes del cercano liceo franc¨¦s -supongo que ser¨ªa el actual Instituto Franc¨¦s-, y por el otro, una clientela de modernos profesionales salidos de los despachos, de las oficinas de los alrededores, y ¨¦stos ten¨ªan "entre 28 y 40 y pocos a?os", franja de edad a la que un¨ªa, en aquella ¨¦poca, "la conciencia de haber nacido en una Espa?a en donde la mitolog¨ªa del teenager no exist¨ªa a¨²n", al decir de Gil; eran tipos que estaban "en ese momento desolador en que uno quiere seguir siendo joven, como hasta ahora, por encima de todo. Y quiz¨¢ sea esa desaz¨®n lo que les presta un indeterminado aspecto art¨ªtico".
Debi¨® de gustar mucho en su tiempo el Stork, porque tambi¨¦n lo cita, haci¨¦ndolo rimar con "York", con "Cork" y con "Nueva York", o sea con deliberaci¨®n y contumacia, Gimferrer en su ¨²ltimo libro, en unos versos que recuerdan que la amada holl¨® y honr¨® con su presencia ese bar, que estuvo en el a?o "sesenta y ocho en el Sork/ Club deTuset".
"Voy buscando por la playas mi memoria/ y mi larga andadura ya no existe,/ s¨®lo quedan las olas", dijo un poeta del que s¨®lo conozco esos versos, ni siquiera muy originales, que le¨ª all¨¢ por la d¨¦cada de 1970 en una cr¨ªtica firmada por Gimferer en la revista Destino, y es curioso que recuerde yo esa p¨¢gina como si ahora mismo la tuviera entre las manos, sentado frente al jard¨ªn, como si fuera ayer. ?Por qu¨¦? ?Por qu¨¦ unos recuerdos y no otros? Por qu¨¦ recuerdos insustanciales? No lo s¨¦. Es un misterio, dentro de un enigma... Volvamos, mejor, al pasaje de Arc¨¤dia. Han pasado 43 a?os desde que Gil de Biedma escribiera ese art¨ªculo, y aquella clientela que entonces se hallaba en el preciso y "desolado momento en que uno quiere seguir siendo joven a cualquier precio" tiene entre 70 y 95 a?os y se ha curado del s¨ªndrome de Peter Pan, una verdadera pandemia intergeneracional barcelonesa.
Y "all passion spent"..., si el lector advierte un tono circunspecto y hasta desafecto sabr¨¢ disculparlo, pues tuve que estudiar a fondo a Gil y su generaci¨®n, para pasar la selectividad.
El Stork Club fue cuartel general de se?oritos modernos y progresistas, y tambi¨¦n sede barcelonesa de Lola Flores, que se sentaba con los suyos bajo grandes fotos de su rostro de ¨ªdolo brutal desbordante de emociones humanas. El local acaba de ser traspado y los nuevos due?os han sustituido aquello retratos por toros con el rosto de Elizabeth Taylor, mascarita tambi¨¦n interesante, desde luego.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.