De paseo por los 'bules' de Vallecas
Dos bulevares en un barrio de Madrid de legendaria vitalidad
Cuando se sale a conocer una ciudad de otro pa¨ªs no es infrecuente hacerse una agenda para aprovechar el viaje y visitar los museos, los monumentos, las calles comerciales o canallas, los barrios t¨ªpicos e incluso las joyas arquitect¨®nicas ubicadas en las periferias. Sin embargo, no suele experimentarse ese mismo deseo de conocimiento con el entorno m¨¢s inmediato. Le proponemos hoy al viajero un paseo sorprendente tanto para el habitante de Madrid como para el que llega de otro lugar: un recorrido por Vallecas, a trav¨¦s de dos de sus bulevares.
El bulevar "de toda la vida" de Vallecas es el de Pe?a Gorbea; sin embargo, nadie habla de Pe?a Gorbea, sino del bulevar o del bule, que constituye un punto de encuentro urbano por su arbolado que lo jaspea de sombras; por sus terrazas, cuando llega el buen tiempo; por las dimensiones humanas de sus casitas de tres y cuatro alturas, viejas y nuevas, de distintos colores, que alternan los vanos rectangulares de sus balconcillos con otros rematados en arcos. En el arranque del bulevar hay dos esculturas esquem¨¢ticas de ?ngel Aragon¨¦s que parecen caminar en direcci¨®n al punto en el que acaba Pe?a Gorbea, la calle de la Concordia. Una vecina me comenta que esas dos esculturas son un hombre y una mujer, porque una es alta, la otra m¨¢s baja; a la alta se le ha vaciado un rect¨¢ngulo, y a la baja, un c¨ªrculo... La abstracci¨®n geom¨¦trica de estas figuras contrasta con el busto, frente a la Casa del Bulevar -un centro para ancianos-, en memoria de ?ngeles Rodr¨ªguez Hidalgo (1900-1993), la abuela rockera, una anciana con gorrita que dibuja un gesto obsceno con la mano: alguien ha amputado el dedo central que apunta hacia arriba de esta "abuela, amiga, rockera", de la que "s¨®lo el tiempo nos separa".
El busto de la 'abuela rockera' recuerda tiempos de guitarras el¨¦ctricas en Pe?a Gorbea. Y la calle del Payaso Fof¨® nos dirige a los '¨¢rboles de aire' del nuevo ecobulevar, sutiles iconos arquitect¨®nicos.
Guitarras el¨¦ctricas
En las d¨¦cadas de los setenta y de los ochenta, el fondo musical del bulevar eran Asfalto, Bar¨®n Rojo, Topo, Le?o, ?u, Coz... Hoy quedan ecos de aquellas voces -una tienda de instrumentos exhibe guitarras el¨¦ctricas en su escaparate- mezclados con el merengue, el rai o la rumbita, provenientes de los negocios de Dinero Express, las peluquer¨ªas, los salones de juego o las cafeter¨ªas en las que "si no les gusta el men¨², pasen y pregunten". En Mart¨ªnez de la Riva, semiparalela al bulevar, se conserva uno de esos mercados con puestos hacia el exterior que colorean el entorno: las berenjenas moradas, los pescados ros¨¢ceos y azulinos, los pedazos sangrantes de carne, los cuadritos escoceses de los carros de la compra y las rebecas fucsias de los transe¨²ntes. El bullicio. La calle habitada. La calle ¨²til. La calle como espacio de convivencia, intercambio y celebraci¨®n. Hasta que fue prohibida, en el bulevar se celebraba la Batalla Naval; las restricciones de agua, las molestias, la prevenci¨®n con la que vivimos, acabaron con esta fiesta popular, espont¨¢nea y refrescante.
Desde el bulevar, por la calle de Pe?arrubia, se accede a la plaza Vieja, hoy en obras: los ¨¢rboles que la rodean est¨¢n apuntalados por tablones y en el centro destaca una airosa farola de cinco lucernarios. Los vecinos, que siempre se han partido la cara por su barrio y por muchas otras cosas, no quieren ni pensar en lo que pueden hacerles all¨ª. El bule es un ejemplo viviente de espacio concebido para el encuentro. La misma filosof¨ªa inspira a los art¨ªfices del nuevo ecobulevar.
Pisos de cooperativa
Para llegar al ecobulevar se sigue por la avenida de la Albufera hasta pasar por el puente elevado que cruza la M-40; desde all¨ª se accede a la zona en que se est¨¢ desarrollando uno de los Programas de Actuaci¨®n Urban¨ªstica (PAU) que ordenan el crecimiento de Madrid. Otra posibilidad para entrar a esta "casi" ciudad es coger la calle del Payaso Fof¨®, desde el costado del m¨ªtico campo del Rayo, y bajar hasta la calle de Candilejas; a mano izquierda, en lo alto de un parque, un bloque enorme, en forma de figura geom¨¦trica quebrada, representa un interesante experimento de vivienda en Madrid: pisos de alquiler para j¨®venes en gesti¨®n cooperativa.
Al final de Candilejas se encuentra la plaza de la Asamblea de Madrid, un edificio bastante anodino, pese a su torre del reloj. El trayecto a lo largo de Pablo Neruda, con sus modernos bloques de ladrillo visto, es una transici¨®n para que el viaje en el tiempo del primero al segundo bulevar no resulte tan brusco, porque all¨ª, de repente, deja de sonar Bar¨®n Rojo y los o¨ªdos se llenan de John Cage y de m¨²sica electr¨®nica. La zona presenta un aspecto fantasmal: en el centro del ecobulevar, rodeadas por edificios en construcci¨®n de diferentes colores y formas que son visitados por sus futuros moradores -los graban con sus c¨¢maras digitales y hacen proyecciones imaginativas sobre cu¨¢l ser¨¢ la disposici¨®n del dormitorio-, se alzan tres grandes cilindros, constituidos por 16 elementos verticales, casi semicirculares, que les otorgan, vistos desde el cielo, cierta apariencia de flor rechoncha.
Son los ¨¢rboles de aire de los arquitectos Belinda Tato, Diego Garc¨ªa Seti¨¦n y Jos¨¦ Luis Vallejo: el de aire, el l¨²dico y el medi¨¢tico; su destino consistir¨¢ en su desmontaje, cuando haya pasado el tiempo suficiente para que brote a su alrededor un bosque. Entonces, los ¨¢rboles, hechos con materias recicladas, deber¨¢n desaparecer, dejando un blanco entre la vegetaci¨®n. Bajo las ramas artificiales -rejas en las que se van enganchando enredaderas-, bajo su sombra, c¨¢lida en invierno, fresca en verano, se han de producir acontecimientos. Batallas navales. Por ahora, estos ¨¢rboles ef¨ªmeros son ¨¦ticamente hermosos y visualmente impactantes. Esperemos que sus ruinas sean el vac¨ªo previsible, la huella de una nave espacial que se ha posado en la maleza y ha dejado un rastro, no de tierra quemada, un par¨¦ntesis... Esperemos que sus ruinas no sean un alambre retorcido. Mientras tanto, en Vallecas existe un bulevar con historia y con presente y otro que es un bello proyecto de futuro.
Marta Sanz, fue finalista del Premio Nadal 2006 por la novela Susana y los viejos.
GU?A PR?CTICA
Visitas
- Sede de la Asamblea de Madrid (www.asambleamadrid.es; 917 79 95 00). Plaza de la Asamblea, 1. Para visitar el edifico es necesario enviar un fax al 917 79 93 24, indicando el nombre de la entidad, la direcci¨®n, el tel¨¦fono, la persona de contacto y el n¨²mero de personas que van a hacer la visita. Para grupos de un m¨¢ximo de 40 personas.- Centro abierto Casa del Bulevar (914 77 83 14). Pe?a Gorbea, 22.
C¨®mo ir
- (www.emtmadrid.es; 902 50 78 50).- Renfe cercan¨ªas (www.renfe.es;915 06 61 95).
Informaci¨®n
- Estudio de Arquitectura Ecosistemaurbano (915 59 16 01; www.ecosistemaurbano.com). Estudio de los arquitectosBelinda Tato, Jos¨¦ Luis Vallejo y Diego Garc¨ªa-Seti¨¦n, que han proyectado los ¨¢rboles de aire del ecobulevar de Vallecas.- Turismo del Ayuntamientode Madrid (915 88 16 36).- www.esmadrid.com.- www.munimadrid.es.- www.descubremadrid.com.
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