Del d¨ªa D a los quesos de Camembert
NO S? SI ser¨¢ mi predisposici¨®n o si le ocurrir¨ªa lo mismo a cualquiera, pero cuando recorr¨ª la carretera departamental D-514, que avanza de este a oeste por la costa de Normand¨ªa, una emoci¨®n recorri¨® mi cuerpo y fue creciendo a medida que me acercaba a la playa de Omaha.
Cog¨ª uno de los desv¨ªos que conducen al arenal, a la altura de Vierville-sur-Mer, y llegu¨¦ al sector Easy Green, conocido como Bloody Omaha. Tuve la impresi¨®n de que justo el d¨ªa antes se hubiese librado la batalla del d¨ªa D que tan bien reflej¨® Spielberg en Salvar al soldado Ryan. La playa es amplia, desierta y misteriosa. No hay muchas construcciones que recuerden que han transcurrido 60 a?os. Pis¨¦ la arena, mi mujer hizo fotos y cog¨ª arena como recuerdo. No olvidar¨¦ la brisa, el olor, el silencio. La naturaleza parece brindar all¨ª un homenaje a todos los que participaron en esa p¨¢gina de la historia.
Normand¨ªa es historia en carne viva: pueblos preciosos salpicados de museos, monumentos conmemorativos, tanques, bater¨ªas de defensa alemanas como las de Longues-sur-Mer; el cementerio estadounidense de Omaha donde yacen 9.300 soldados con el nombre, regimiento, ciudad de procedencia y fecha de fallecimiento. Recomiendo degustar unas ostras en Caen, a los pies de la fortaleza de Guillermo el Conquistador; visitar los pueblos de los quesos Camembert; tomarse un caf¨¦ en Caf¨¦ Gondr¨¦, donde los aliados liberaron a los primeros ciudadanos franceses. All¨ª se conserva el puente original en cuyo margen aterrizaron los planeadores brit¨¢nicos.
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