Llaneras, el patr¨®n de oro
El mallorqu¨ªn, de 37 a?os, logra en su tierra su s¨¦ptimo t¨ªtulo mundial en el vel¨®dromo
Imag¨ªnense a un genio, por ejemplo Beethoven, dominado por la emoci¨®n incontenible ech¨¢ndose a llorar, magdalena, en los momentos m¨¢s intensos del estreno de una de sus obras maestras, de la Novena, por ejemplo, al frente de la orquesta en un teatro conmovido. Enorme, descomunal, algo as¨ª. Tremendo. Hist¨®rico. No muy lejano de este ejemplo extremo fue lo que sucedi¨® ayer al atardecer en el vel¨®dromo de Palma de Mallorca, el p¨²blico, su p¨²blico, en delirio, febril, cuando Joan Llaneras, un hombre fr¨ªo como el hielo habitualmente, nada m¨¢s concluir la interpretaci¨®n de su ¨²ltima obra maestra se dej¨® desbordar por las emociones al abrazar a los padres y a la hermana de Isaac G¨¢lvez, su compa?ero de pista muerto el pasado noviembre ante su mirada impotente durante un Seis D¨ªas en Gante. Raras veces una competici¨®n deportiva, y m¨¢s tan minoritaria como la prueba de puntuaci¨®n de un Mundial de pista, logra desbordar de tal manera sus l¨ªmites. "Todas mis emociones no se pueden calibrar", dijo. "El oro en los Juegos de Sidney fue especial, pero lo de hoy ha sido triplemente especial".
"?sta fue, sin duda, la mayor victoria de mi carrera", dijo el corredor tras la carrera
Fue as¨ª, con el cuerpo en una nube y el alma puesta en su compa?ero, como Llaneras, un hombre singular en el ciclismo mundial, un veterano de 37 a?os, celebr¨®, 11 a?os despu¨¦s del primero, el s¨¦ptimo t¨ªtulo mundial de su carrera -cuatro en puntuaci¨®n y tres en madison-, maillot arcoiris al que hay que a?adir un oro y un bronce ol¨ªmpico y otras cinco medallas mundiales. "Pero ¨¦sta fue, sin duda, la mayor victoria de mi carrera", dijo el ciclista de las islas, a¨²n con l¨¢grimas en los ojos, despu¨¦s de dar la vuelta de honor con la bandera mallorquina. Fue la mayor y la m¨¢s impresionante. Una victoria conseguida en trance: un ¨¦xtasis al que le condujeron el recuerdo del amigo y el ambiente creado en el vel¨®dromo de su tierra.
La puntuaci¨®n -160 mareantes vueltas, 40 kil¨®metros a pi?¨®n fijo, sin frenos, sin posibilidad de dejar de dar pedales, unos 50 minutos, sprints puntuables cada cierto tiempo y posibilidad de conseguir puntos extra doblando al pelot¨®n, de enlazar por la cola con una ventaja de 250 metros - es, as¨ª la defini¨® en su momento Llaneras, como una partida de ajedrez disputada a 51 por hora y contra 26 jugadores: se corre con las piernas y se gana con la cabeza. Y en ambos dominios al mallorqu¨ªn fue el patr¨®n. Sobre sus magras espaldas, su ¨¢gil pedalada, se concentraban todos los gestos de sus rivales, lo que ¨¦l hac¨ªa y decid¨ªa iba a misa. Y los rivales no eran moco de pavo: all¨ª estaba Mija¨ªl Ignatiev, de 21 a?os, el prodigio ruso, campe¨®n ol¨ªmpico y protagonista de unas cuantas acciones extraordinarias este a?o en la carretera: acab¨® tercero, desbordado. Y tambi¨¦n el prometedor belga Ingo Keisse, de 24 a?os, que acab¨® tercero, aparte del eterno argentino Curuchet. Pero, por encima, el maestro Llaneras, ligero como una pluma sobre unas ruedas brillantes de Pronto para deslizarse mejor sobre la brillante madera del vel¨®dromo.
"Ha sido un d¨ªa especial, sobre todo cuando he partido en solitario para coger una vuelta a todos mis rivales. He corrido impulsado por el p¨²blico. Ellos me han dado el punto extra que me faltaba. Ha sido por el p¨²blico", dijo el mallorqu¨ªn. Llaneras, director de la partida, director de orquesta, comenz¨® controlando, vigilante, como ¨¦l suele. Luego, despu¨¦s del estudio, la acci¨®n. Mediada la prueba comenz¨® a dar peque?as estocadas, a organizar grupos para coger vueltas, a fijar su posici¨®n. Y una vez situado, la estocada, el momento decisivo. Despu¨¦s de manejar al grupo, los campeones necesitan marcar la diferencia con un ataque en solitario. El cl¨ªmax: el campe¨®n lanzado a por su trofeo. A falta de 35 vueltas, nueve kil¨®metros. "Ten¨ªa mucho miedo a que la carrera se me escapase en los primeros 20 kil¨®metros, pero a mitad de carrera ya vi que iba a ser campe¨®n del mundo, por eso arranqu¨¦ en solitario. Lo hice cuando vi que mis principales rivales ofrec¨ªan s¨ªntomas de debilidad. A partir de entonces, con la segunda vuelta ganada ya se ha tratado de controlar y disfrutar", explic¨® Llaneras, que antes de concentrarse plenamente en la pista fue profesional en carretera con el ONCE y el US Postal.
A falta de seis vueltas ya tuvo tiempo para gui?ar un ojo a sus padres, sentados en una grada, y levantarles un dedo, en gesto de campe¨®n. Terminada la carrera, todo se desbord¨®.
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