La voz que los mantiene vivos
La radio alienta a los secuestrados por la guerrilla en Colombia
El 20 de febrero de 2002, cuatro guerrilleros colombianos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desviaron un avi¨®n comercial, lo obligaron a aterrizar en una angosta carretera y se llevaron a uno de los pasajeros: el senador Jorge Eduardo Gechen. Se convirti¨® en uno m¨¢s del grupo de secuestrados que las FARC quieren canjear por sus combatientes en prisi¨®n. A?o y medio despu¨¦s, su esposa, Lucy, recibi¨® un v¨ªdeo: la ¨²nica prueba de supervivencia que ha tenido en estos a?os. Lo vio deca¨ªdo; hab¨ªa sufrido ya varios de los males propios de la vida en el monte: paludismo, problemas g¨¢stricos... Sin embargo, lo que m¨¢s le impact¨® fueron las gracias que le dio su esposo por los mensajes enviados a trav¨¦s de los programas de radio destinados, en este pa¨ªs campe¨®n en el delito del secuestro, a que los familiares de las v¨ªctimas cuenten c¨®mo sigue la vida para los que est¨¢n libres.
En un v¨ªdeo, el esposo de Lucy le agradec¨ªa los mensajes recibidos a trav¨¦s de 'Las voces del secuestro'
Jenny forma parte del equipo del programa. A las 3.35 asume otro papel: es la hija de un secuestrado en 1998
Erika Serna: "Hola, mi amor, me uno a ti con un abrazo... quiero que escuches al ni?o..."
"Dec¨ªa que se refugiaba en mis palabras", recuerda Lucy.
Gechen cont¨® que madrugaba todos los domingos para estar pendiente de Las voces del secuestro. "Entend¨ª que me ped¨ªa casi con angustia: 'No dejes de mandar esos mensajes". Desde entonces pasa la noche del s¨¢bado en vela, marcando y marcando las dos l¨ªneas telef¨®nicas dispuestas por la cadena Caracol, a partir de la una de la madrugada, para que los familiares hablen a los cautivos.
Las voces del secuestro naci¨® hace 13 a?os. Pas¨® de ser un programa de media hora, a llegar a cubrir hasta tres horas.
"Para los secuestrados es la voz del alma; es lo que los mantiene vivos", dice, convencido, su director, Herbin Hoyos. El objetivo es acompa?ar a los secuestrados hasta su regreso a la libertad. Por eso, cada vez que uno de los que ha vivido esta pesadilla vuelve y cuenta ante el micr¨®fono que la voz de esposas, madres, hijos o amigos les dio fuerzas para seguir vivos, todos los del equipo, dice Herbin, se cuelgan una "medallita en el alma". Cada fin de semana se pueden transmitir hasta 70 mensajes; la mayor¨ªa, a trav¨¦s del tel¨¦fono; los familiares s¨®lo van al estudio en casos especiales.
El pasado 25 de febrero, Lucy de Gechen quer¨ªa asegurarse de poder contar a su esposo c¨®mo hab¨ªan conmemorado en Neiva, su ciudad, los cinco a?os del secuestro y contarle que hab¨ªa visitado al presidente ?lvaro Uribe y que ¨¦ste acept¨® dos de sus propuestas para facilitar un acuerdo humanitario que lleve a la libertad de los 54 canjeables. Por eso fue al estudio. "Mi amorcito: te amo con toda mi alma... Estamos esperando el tiempo que sea necesario para volver a verte, para volver a abrazarte, para volver a vivir...". Lo que quiere decir lo lleva escrito: "Es para no llorar; si hablo directamente, se me quiebra la voz".
Les pasa a casi todos. Ayda de Salem tiene m¨¢s de seis cuadernos repletos de los mensajes que ha enviado a su hijo Mohamed Mahmud, desaparecido hace siete a?os en la caribe?a ciudad de Santa Marta. Lleg¨® de madrugada a los modernos estudios de Radio Caracol con su esposo. Jaime. Quer¨ªan asegurarse un cupo en el programa, pues se acercaba la fecha del viaje a los Emiratos ?rabes Unidos -all¨¢ vive ella; ¨¦l, entre los dos pa¨ªses-, y desde tan lejos es muy dif¨ªcil la comunicaci¨®n telef¨®nica. "Mahmud, mi vida, nuestro dolor de padres es ahora mayor por tu ausencia y por la ineficiencia de las autoridades... Donde est¨¦s, en el silencio de esta fr¨ªa madrugada, s¨®lo quiero seguir pidi¨¦ndole a Dios por ti, aunque siento que te encuentras bien...". Lee, pero la voz se le quiebra cada tres palabras; termina de hablar y llora. Era el d¨ªa de su cumplea?os, extra?aba las rosas que, sin falta, le enviaba su hijo ausente de 34 a?os.
Jaime Salem -tres meses en poder de las FARC- no duda en afirmar que a Mahmud lo tiene el ELN. Esta guerrilla, la segunda del pa¨ªs, ni lo ha negado ni lo ha desmentido... "Mi mensaje es como siempre: a quien sepa o tenga a mi hijo quiero ¨²nicamente saber qu¨¦ pas¨® con ¨¦l y sus dos acompa?antes...". A las tres de la madrugada, desde el control, dan paso a la llamada de Erika Serna: "Hola, mi amor. Me uno a ti con un abrazo... Quiero que escuches al ni?o; ... que visualices con esta vocecita tu presencia permanente aqu¨ª, en nuestro hogar". Se oye entonces la voz saltarina de Carlos Andr¨¦s: "Hola, papito. Mira que mi mam¨¢ me compr¨® una linterna y es de color azul... Hay una ara?a en el patio; yo siempre la veo porque tiene una telara?a...".
"Aprendi¨® a hablar con el programa; solt¨® la lengua con nosotros", comenta Herbin. Carlos Andr¨¦s naci¨® un 10 de abril de 2002, un d¨ªa antes del secuestro de su padre, uno de los 11 diputados a la asamblea departamental de Valle, retenidos en un cinematogr¨¢fico operativo de las FARC a plena luz del d¨ªa en Cali, la tercera ciudad del pa¨ªs.
Erika le ha grabado el llanto, los balbuceos, las primeras frases, los cantos; es la ¨²nica manera de que el pap¨¢ no se pierda del todo estos momentos de su hijo.
Jenny Estefani forma parte del equipo del programa. Da paso a los mensajes, presta su voz para leer los que env¨ªan por correo electr¨®nico. A las 3.35 de la ma?ana cambia de papel; asume el de hija del oficial de m¨¢s alto rango del grupo de los 54 canjeables: el coronel Luis Mendieta, secuestrado el 1 de noviembre de 1998. La voz de Jenny no es la misma cuando lee: "Hola, papito. Espero que te encuentres bien de salud... La otra semana, como ya sabes, estoy de cumplea?os, otro cumplea?os m¨¢s sin ti... Como todos los a?os, habr¨¢ torta y comida, pues las celebraciones no son muy festejadas desde que t¨² no est¨¢s... Te mando un beso muy grande...".
"Si leo un mensaje de otra persona, lo hago con ¨¢nimo; pero con el m¨ªo es distinto: se me apaga la voz, me equivoco, lloro...", reconoce. Ten¨ªa 12 a?os cuando le quitaron a su pap¨¢; hoy tiene 21 y estudia veterinaria. Siempre escribe lo que va a decir. "?C¨®mo empiezo? ?Qu¨¦ le cuento? ?Qu¨¦ debo callar para no herirlo?", son preguntas que la atormentan.
"Ellos esperan que uno les diga todo: 'Me levant¨¦, me puse una camisa roja, sal¨ª descalza a trotar'...".
Por eso, los mensajes est¨¢n llenos de detalles: las madres cuentan cu¨¢nto miden los hijos que dejaron de ver a sus padres cuando eran ni?os; los hijos cuentan cosas como si ya tienen novio o novia, si se rajaron en un examen...
Los otros integrantes del equipo -entre 12 y 20- son estudiantes de comunicaci¨®n social, o bien voluntarios o becarios, pero les pasa lo de Carolina, la coordinadora: "Se empieza a generar una conexi¨®n con los familiares de las v¨ªctimas, con la situaci¨®n del pa¨ªs, y es luego muy dif¨ªcil dejarlo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.