Un actor busca papel
La pol¨ªtica es una mesa de juego. Cuando se rompe el juego peligra todo, nuestros intereses particulares y los colectivos. Por eso, aunque tiene la emoci¨®n del juego tambi¨¦n debe ser mirada con respeto, un respeto que nos obligue a ponerle l¨ªmites a las apuestas. Justo lo que no est¨¢ haciendo la derecha espa?ola. No le gusta como va el juego porque va perdiendo y golpea el tablero para interrumpir la partida. Ese juego tiene bastante de espect¨¢culo. Un espect¨¢culo en el que tambi¨¦n hay actores, que son los pol¨ªticos. Los actores teatrales interpretan obras que no son suyas, ahora ¨¦sta y ma?ana aquella, pero los pol¨ªticos interpretan a lo largo de su carrera una ¨²nica obra y su papel. Por tanto, aunque a veces nos hagan re¨ªr sus andanzas, su actuaci¨®n tiene un aspecto tr¨¢gico pues arriesgan su suerte, triunfan o caen. S¨ª, los pol¨ªticos tambi¨¦n lloran.
En Galicia tuvimos demasiados a?os un rey que dorm¨ªa en su trono en el centro del escenario, mientras los cortesanos mov¨ªan por detr¨¢s los cortinajes, pero no ocurr¨ªa nada ni estaba previsto que ocurriese. Alguna que otra voz desde el p¨²blico protest¨® contra esa obra, pero r¨¢pidamente fue expulsada del teatro. Pero al fin se fue levantando un rumor y toses en el patio de butacas: hab¨ªa que hacer alg¨²n cambio en la obra, ten¨ªa que cambiar el protagonista. Era hora de que el rey anciano transfiriese el trono a su heredero. Y ese papel era interpretado por N¨²?ez Feij¨®o. Pero era demasiado tarde pues el rumor del p¨²blico ya era algarab¨ªa, abucheo y pataleo. El p¨²blico en la taquilla oblig¨® a estrenar otra obra, en la que estamos.
El l¨ªder de la derecha gallega es un actor en una posici¨®n inc¨®moda, l¨®gicamente contrariado, porque estando todo previsto para heredase, para ser "o mellorado", le fue negado lo que cre¨ªa que ya era suyo. Es una posici¨®n dura para la que nadie est¨¢ preparado y hay que reconocer que N¨²?ez Feij¨®o interpreta ese dif¨ªcil papel con bastante talento. En el escenario madrile?o se representa la misma pieza, El sucesor frustrado, pero con mucho menos talento y muy sobreactuado. No, no es f¨¢cil pasar de actor protagonista a secundario, aunque sea un secundario de lujo, y por eso el l¨ªder del PP gallego se muestra inseguro. Es l¨®gico, pues act¨²a ante el mismo p¨²blico que lo recuerda en su papel anterior. Y as¨ª cuando siembra dudas sobre el control del voto emigrante y avisa de que hay que vigilar las sacas con votos pues es probable el fraude, el p¨²blico recuerda que ¨¦l mismo ocup¨® anteriormente el papel de director general de Correos, y el p¨²blico da en sospechar. Lo mismo cuando le reclama la supresi¨®n del peaje de las autopistas a los actores que actualmente desempe?an el papel de gobernantes. Entonces el p¨²blico recuerda que ¨¦l interpret¨® el papel de vicepresidente de la Xunta que las privatiz¨® per saecula saeculorum. Y as¨ª con todo. Es un actor atado por su propio pasado, un actor encasillado en un papel.
En una situaci¨®n as¨ª, relegado a secundario, el actor tiene la tentaci¨®n de sobreactuar y eso ocurri¨® el verano pasado con el sketch La manguera. O con algunas actuaciones parlamentarias de tono demasiado subido y que no se corresponden ni con la realidad social ni con el estado de ¨¢nimo del p¨²blico, pues la actual Xunta no lo hace tan mal y en general la gente est¨¢ contenta con el reparto de la nueva obra. As¨ª pues, no tiene sentido importar del lado derecho del escenario madrile?o esa moda de profetizar desastres. Al p¨²blico de aqu¨ª no le resulta cre¨ªble.
La pol¨ªtica, en tanto que obra teatral, para que funcione pide que el protagonista tenga un buen antagonista. Y es bueno que la pol¨ªtica funcione. Para que sea ¨²til socialmente, tiene que haber movimiento. Para eso creo que nuestro actor en el papel de antagonista tendr¨¢ que inspirarse en los modelos de la vida real, deber¨¢ buscar el contacto con su base, sus alcaldes y concejales, y hacer una pol¨ªtica que exprese los intereses y los puntos de vista de sectores sociales. Ser portavoz aqu¨ª del extremismo de la calle G¨¦nova madrile?a lo puede condenar a que su papel sea in¨²til a la sociedad, a su propio partido y, en consecuencia, a no entrar en el reparto de la pr¨®xima obra. Es dura la vida del actor.
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