"Zapatero se ajusta al mito del rey Arturo"
Suso de Toro (Santiago de Compostela, 1956) define el actual escenario pol¨ªtico como una partida de ajedrez. "La derecha golpea el tablero y tira todas las piezas por los suelos", explica, "pero Zapatero las levanta y contin¨²a impert¨¦rrito la partida, y la continuar¨¢ hasta dar el jaque mate". Para De Toro, Rodr¨ªguez Zapatero "quiere vencer, pero nunca destruir al oponente, porque no ve al rival como enemigo".
El autor de Home sen nome habla con conocimiento de causa. En la actualidad ultima un libro sobre el presidente del Gobierno de Espa?a construido a partir de largas conversaciones con ¨¦l. "Mi trabajo consiste en obtener de Zapatero un relato, que se completa con las impresiones de gente cercana al presidente", explica. Suso de Toro se propuso que Zapatero dijera a los lectores "qui¨¦n es y c¨®mo piensa". Concibe su nueva obra, que desarrolla en paralelo al libreto para una ¨®pera con el m¨²sico Octavio V¨¢zquez, como expl¨ªcitamente militante ya desde el t¨ªtulo: De parte de Zapatero. "Por cierto", ironiza, "no es mas¨®n".
"La izquierda ha heredado una serie de ideologemas que funcionan como fetiche pero que no se pueden llevar a la pr¨¢ctica"
"El intelectual debe ofrecer un punto de vista y tomar partido, pero el que nada y guarda la ropa sirve a su propia carrera, no a la sociedad".
Pregunta. ?Qui¨¦n es Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero?
Respuesta. Nadie llega a presidente del gobierno por casualidad. Zapatero es un espa?ol de Le¨®n cuya vocaci¨®n y sue?o fue gobernar Espa?a para cambiarla. Un hombre que se forma en su historia familiar y al que le gusta competir hasta el punto de buscar rivales. Tambi¨¦n es el hombre que escucha, ya desde peque?o. Su figura pol¨ªtica se ajusta al relato del rey Arturo, porque, a la sucesi¨®n de un l¨ªder, Zapatero es el joven desconocido que viene de un lugar apartado, arranca la espada y hereda el cetro. Frente a Bono, que representaba el poder, Zapatero representaba la pol¨ªtica como utop¨ªa, como esperanza. Se trata, adem¨¢s, de un regeneracionista y un optimista. Pero su optimismo no se basa en el chovinismo de Carlos V o de los Reyes Cat¨®licos, sino en la confianza en sus conciudadanos.
P. En el Gobierno espa?ol se produce cierta contradicci¨®n entre las pol¨ªticas sociales, progresistas, y las econ¨®micas, continuistas. Realmente, ?d¨®nde se sit¨²a Zapatero?
R. La izquierda ha heredado una serie de ideolog¨ªas caducas, m¨¢s bien ideologemas, que funcionan como fetiches pero que no se pueden llevar a la pr¨¢ctica. Cuando se debatieron los Presupuestos, Llamazares y Zapatero discutieron sobre qu¨¦ es una pol¨ªtica econ¨®mica de izquierdas y que quiz¨¢s ya no haya que asociarla a gravar las rentas altas y el capital. El debate se encuentra en ese punto. Zapatero, que no es un hombre de banderas, si cree en algo es en la libertad. En un sentido profundo se trata de un liberal. Un liberal de izquierdas, orgulloso de la tradici¨®n republicana liberal y, al mismo tiempo, de la historia de su partido y del socialismo. Pero, siendo de izquierdas, cree m¨¢s en el individuo que en el colectivo.
P. ?Qu¨¦ Espa?a quiere Zapatero?
R. Zapatero no es nacionalista.Pretende una Espa?a por agregaci¨®n voluntaria de sus ciudadanos. Para ¨¦l, toda sociedad tiene tensiones internas. Zapatero, y ¨¦sta no resulta una excepci¨®n, piensa que las contradicciones nacionales de Espa?a pueden conciliarse a trav¨¦s de la convicci¨®n de los ciudadanos. Al mismo tiempo, quiere que Espa?a act¨²e internacionalmente. Si Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar situ¨® el pa¨ªs bajo la sumisi¨®n a Estados Unidos, Zapatero cambi¨® los ejes. Para el presidente, su apuesta internacional est¨¢ en el centro de Europa, entre Francia y Alemania, y con una atenci¨®n preferente a Am¨¦rica Latina.
P. ?Existe una brecha entre el PSOE y Rodr¨ªguez Zapatero?
R. Cuando Zapatero lleg¨® a la secretar¨ªa del partido llevaba una nueva pol¨ªtica que no ten¨ªa nada que ver con la generaci¨®n que, hasta aquel momento, ostentaba el poder en el PSOE. En principio, sus otras referencias pol¨ªticas, su modo diferente de entender las relaciones internas o su creencia en la potencialidad de la palabra, se notaron. Hasta aquel momento, en el partido hab¨ªa la consigna de 'no moverse, porque el que se mueve no sale en la foto'. Zapatero cree en el debate de ideas y esto cambi¨®. Pero, hoy en d¨ªa, se ve que el PSOE, bien por convicci¨®n o bien porque Zapatero le ha proporcionado poder y una direcci¨®n efectiva, est¨¢ reunido claramente en torno al secretario general.
P. ?Qu¨¦ le atrajo de la figura de Zapatero?
R. Hubo una ¨¦poca de mi vida, entre los 18 y los 28, que dediqu¨¦ ¨ªntegramente a la pol¨ªtica. Fue una militancia no hacia afuera, sino de base, de dentro del aparato. Desde chaval, tuve una vocaci¨®n art¨ªstica y una vocaci¨®n de intervenci¨®n social. Durante la segunda legislatura de Aznar, cuando ocurre lo del Prestige, yo observo el autoritarismo de la derecha. Todo aquello conform¨® una experiencia radical y mi regreso, despu¨¦s de largos a?os, a las obligaciones pol¨ªticas. En ese contexto me encuentro con Rodr¨ªguez Zapatero y lo que veo es un hombre joven, en plenitud de fuerzas, muy inteligente, brillante. Me result¨® una persona hermosa. Vi a Zapatero y qued¨¦ convencido de sus posibilidades inmediatamente, frente a compa?eros de su partido que dudaban de ¨¦l. Me di cuenta de que me encontraba ante alguien excepcional que iba a hacer una carrera larga. Zapatero, adem¨¢s, se mueve muy bien en el contacto personal y sent¨ª una empat¨ªa que super¨® la diferencia generacional. Y aunque es un t¨ªmido celoso de su vida personal, tambi¨¦n en el gran mitin es un buen comunicador.
P. Su proyecto implica una cercan¨ªa m¨¢xima con el poder, ?cu¨¢l debe ser la distancia del intelectual respecto de los centros de autoridad?
R. Los intelectuales fueron, en principio, los cl¨¦rigos, la gente que pensaba, los consejeros y asesores, que adem¨¢s casi siempre eran cl¨¦rigos. Pero la figura del intelectual tal y como hoy la conocemos procede de la Ilustraci¨®n y est¨¢ ligada a la idea de libertad de expresi¨®n, de la prensa y de las sociedades democr¨¢ticas, burguesas y liberales. Se trata de una figura necesaria pero en peligro, porque la potencia de los medios de comunicaci¨®n transforma a los ciudadanos en consumidores. Y el intelectual se dirige a los ciudadanos, no a los consumidores. Debe ofrecer una opini¨®n, un punto de vista calibrado, y tomar partido. Luego, existen tantos modelos de intelectual como intelectuales. En todo caso, el intelectual que nada y guarda la ropa puede servir a su propia carrera, pero no a la sociedad. Este libro toma partido y lo confiesa desde el t¨ªtulo, que, si no cambia, ser¨¢ De parte de Zapatero. Es un libro partidista que toma partido por lo que representa pol¨ªticamente Zapatero.
P. Antes habl¨® del poder transformador de la palabra, ?la literatura sirve para hacer pol¨ªtica?
R. No. El escritor, y en mi caso el escritor en sentido muy amplio, porque me expreso en registros muy distintos y con funciones diferentes, debe respetar el pacto de la ficci¨®n. Es decir, si tu libro se publica en una colecci¨®n de narrativa, el que va a leerlo, va a leer una historia que t¨² has imaginado. Se debe respetar el trato con el lector. No creo en la utilizaci¨®n de la ficci¨®n para convencer racionalmente ni para manipular irracionalmente las ideas de los lectores. No me parece correcto. En cambio, si expones una idea en un libro de ideas o en un art¨ªculo o en una tribuna de prensa, las reglas son claras. Prefiero separar las dos v¨ªas completamente.
P. Pero dentro de la literatura tambi¨¦n viaja la ideolog¨ªa...
R. Como escritor de ficci¨®n, no escribo ni para personas de derechas ni para personas de izquierdas, eso ser¨ªa mezquino. Conducir la literatura en funci¨®n de un panfleto me parece despreciarla, aunque yo haya escrito panfletos con mucho orgullo. Quienes leen una novela m¨ªa saben que van a encontrar un campo com¨²n, el tronco central de la condici¨®n humana. La literatura es el lugar donde nos podemos encontrar todos, es la utilizaci¨®n del lenguaje para ir a la ra¨ªz de lo humano, y su grandeza consiste en lo que compartimos. Porque, en el fondo, podemos discutir sobre pol¨ªtica, incluso pelearnos, pero cuando una persona se desmaya en la calle, hay quien acude y ayuda, y hay quien no. El trayecto al centro de la condici¨®n humana, que es la soledad, el desvalimiento, es incompatible con las mezquindades o con las trivialidades. Por supuesto que entiendo perfectamente que un escritor se meta en pol¨ªtica, pero la creaci¨®n debe ir en otra direcci¨®n.
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