Neutralidad e independencia
Estos ¨²ltimos diez d¨ªas han sido especialmente agitados en la secci¨®n del Defensor del Lector. La decisi¨®n del Partido Popular de sancionar informativamente a este peri¨®dico, como al resto de las empresas del grupo PRISA, por las opiniones vertidas por el presidente Jes¨²s de Polanco en la Junta General de Accionistas ha generado numerosos correos y llamadas. En su mayor¨ªa han sido de solidaridad con el diario y con Jes¨²s de Polanco. Pero tambi¨¦n ha habido lectores que han protestado porque consideran que la intervenci¨®n del presidente de la empresa arrasa o al menos hipoteca la independencia del diario tanto en su l¨ªnea editorial como en su l¨ªnea informativa. Otros, sin duda m¨¢s identificados con el Partido Popular, se han sentido ofendidos personalmente. Y ampl¨ªan, en coherencia con la decisi¨®n de la direcci¨®n de su partido, a todos los medios de comunicaci¨®n del grupo la responsabilidad de las palabras pronunciadas por su presidente. Con todo el respeto que me merecen los lectores, incluidos los m¨¢s cr¨ªticos, intentar¨¦ responder a sus quejas, entre otros motivos, porque la dimensi¨®n pol¨ªtica del anuncio realizado por el principal partido de la oposici¨®n dirigido a "todos los ciudadanos, y de manera especial a los accionistas, anunciantes y clientes" del grupo PRISA afecta directamente a todos los trabajadores de este diario y a sus lectores. Si no diferenciamos las opiniones personales de un directivo, por importante que sea, de la actividad ordinaria de los medios de comunicaci¨®n que preside, mal vamos. Hablemos, por tanto, de independencia y de neutralidad.
La regla del juego
La objetividad, la ecuanimidad, la b¨²squeda de la verdad siguen siendo objeto de debate en las aulas y en los seminarios sobre periodismo. A riesgo de parecer tan pedante como ingenuo, les dir¨¦ que creo en la b¨²squeda de la verdad basada en datos comprobados y comprobables. Y creo que es bueno, como pide este peri¨®dico a sus redactores, separar los hechos de las opiniones. As¨ª, ofreceremos a los lectores dos servicios: una versi¨®n f¨¢ctica de la realidad que describimos, lo m¨¢s completa y ecu¨¢nime posible, y una opini¨®n sobre el alcance y consecuencias que pueden tener esos hechos. En los an¨¢lisis es dif¨ªcil ser neutral, aunque haya una sincera voluntad de ecuanimidad. Recoger todos los hechos que dan veracidad, coherencia y perspectiva a nuestras narraciones no es f¨¢cil. Es lo que diferencia a los buenos de los malos periodistas. Interpretar los datos tampoco es sencillo. Ah¨ª descubrimos nuestros miedos, nuestras pasiones o, sencillamente, nuestros prejuicios. Con sus errores y aciertos, sus prejuicios, filias y fobias, el diario se somete cada ma?ana en los quioscos al veredicto de los lectores. Ellos, en ¨²ltimo t¨¦rmino, son los que decidir¨¢n si vale la pena seguir comprando esa visi¨®n del mundo. Y ah¨ª, en nuestros lectores, est¨¢ la base de nuestra independencia.
En ese sentido, este diario tiene las espaldas anchas. Ha sufrido atentados, campa?as de desprestigio e insidias varias. Algunas tan esot¨¦ricas como convertir al primer director en agente del KGB con cuentas cifradas en el extranjero. Est¨¢ en la hemeroteca del peri¨®dico. La mayor¨ªa de estos ataques hicieron m¨¢s fuerte al diario. Era y es el precio del ¨¦xito, un ¨¦xito que cada d¨ªa hay que revalidar en los quioscos. Y as¨ª llevamos 31 a?os. Sin arrogancia, pero con orgullo. Con una l¨ªnea editorial y una l¨ªnea informativa transparentes, que podr¨¢n ser compartidas o no pero que no obligan a nadie m¨¢s que a los periodistas que tenemos alguna responsabilidad intelectual en el producto. Por cierto, en ocasiones existen contradicciones entre los que hacemos el diario y esa l¨ªnea editorial e informativa. Contradicciones que a veces se resuelven bien y a veces se resuelven mal. Pero a las que ninguna redacci¨®n es ajena.
El peri¨®dico mantiene el lema de ser un diario independiente de cualquier poder pol¨ªtico, econ¨®mico, social o religioso, una declaraci¨®n que escuece a algunos. Sobre todo a los que no han podido someter el diario a sus presiones. Y las presiones han existido y existen. Y el ¨¦xito profesional, econ¨®mico, empresarial ha sido, junto a la voluntad de serlo, el mejor escudo de la independencia de este diario. Todo esto ha sido posible, y no es preciso dar nombres, porque algunas personas que ten¨ªan y tienen el m¨¢ximo poder de decisi¨®n han luchado por ello. El peri¨®dico, mi experiencia directa se limita a los ¨²ltimos 25 a?os, lo han escrito y lo escriben los periodistas. De ellos, de nosotros, es la responsabilidad de lo que se publica o de lo que deja de publicarse. El consejo de administraci¨®n dirige la empresa, nombra a directores y los puede destituir, pero el diario lo hacen los periodistas, empezando por su director y el equipo profesional que ¨¦l elige. Una ¨²ltima obviedad: si el peri¨®dico tiene mucha o poca influencia depende de los lectores. Son ellos los que hacen grande o peque?o a un diario. Ning¨²n partido pol¨ªtico nos sostiene ni nos hunde.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonear al n¨²mero 91 337 78 36.
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