Microscopio Grissom
Las cuentas de la tele, al contrario que las del cine, no se hacen por sector y anualmente, sino cadena a cadena y d¨ªa a d¨ªa, microsc¨®picamente. Tenemos tan pegado el ojo al microscopio, observando hist¨¦ricamente las variaciones decimales del share, que as¨ª no hay manera de la panor¨¢mica y se nos escapa la visi¨®n de conjunto. Por ejemplo, desde el punto de vista de Grissom (el doctor House rechaza el microscopio) no sabemos nada de nuestra telebalanza de pagos, si nuestra importaci¨®n de formatos est¨¢ equilibrada con nuestras exportaciones, si aqu¨ª prima la producci¨®n nacional o la ajena y cu¨¢l es la temperatura de nuestro I+D en cuanto a series. Los del cine no hacen otra cosa que trabajar esas cifras macro para conseguir ayudas, pero la pantalla que tiene la obligaci¨®n de financiar la crisis de esas ficciones caseras de hora y pico s¨®lo trabaja la econom¨ªa micro. Ah¨ª est¨¢ la ra¨ªz del embrollo.
La semana pasado, viendo CSI, lo entend¨ª todo cuando la guapa ayudanta de Grissom, la rubia de vida turbia, le espet¨®: "Levanta la mirada del microscopio, por Dios, y mira a tu alrededor". La tele que observamos cuando adoptamos la visi¨®n macro no s¨®lo recuerda a la del cine semanas antes de su ¨²ltima crisis, sino que repite al dedillo sus s¨ªntomas mortales.
Hacemos una tele muy rentable, vale, pero s¨®lo a base de importar formatos, plagiar concursos, articular telediarios con noticias de carril, emitir series norteamericanas (salvo serie y media) y trabajar realities que pagan derechos de aduana. Una tele basada en la sant¨ªsima trinidad pop: la copia, el remake y la segunda mano.
Excepto dos casos originales. Ese estupendo cuarteto de c¨®micos nocturnos y nuestras c¨¦lebres toneladas de v¨®mito rosa-amarillento. Nuestro I+D del coraz¨®n no ha logrado cifras positivas para nuestra balanza de pagos porque a las teles globales les da verg¨¹enza importar el formato espa?ol. Como reza un c¨¦lebre refr¨¢n castellano que me acabo de inventar: "El share de hoy es hambre para ma?ana". Mejor volvamos al microscopio de Grissom.
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